Sueños verdaderos
 
Echado bajo una higuera,
Escuchaba el canto del gorrión,
Era un arrullo silente, era la voz de mi amada,
Yo dormitando soñaba,
                               Que mis manos ella tomaba.
 
Sus labios sabían dulces,
Eran el jugo de las manzanas,
Su lengua envuelta en la mía,
¡Ay! Que besos ella me daba.
 
Sus pechos estaban duros,
                               Sus pezones salados,
¡Hay!, no me aprietes las bolas,
Le grité,
                               Sin guardar prudencia.
 
Era una hormiga ambiciosa,
                              Mordiendo mas de lo que hacia boca.
Con un puñetazo puse freno,
A aquel horrendo animal,
Y yo, olvidando el lugar,
                                   Grité como condenado.
 
La hormiga murió dichosa,
                                  aferrada a mis pelotas,
Donde les habrá de contar,
Allá, en el paraíso de las hormigas,
Que antes de morir probó,
Un trozo del cielo en vida.