EL SOMBRERO DE PAJA, - MARTINICA LA PANADERA
Publicado en Sep 08, 2011
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"Aprendes  y sabrás si tienes, podrás; si puedes querrás, y si quieres, tendrás y si tienes bien harás".
La historia que les voy a contar surgió un día cualquiera y por causalidad y lo digo así porque como ya saben, en mi vida de sombrero no existe las casualidades, esto y lo quiero aclarar como se aclara el agua del manantial, me pasó solo a mi, ¿por qué  se lo aclaro?, pues, porque fui ese día un olvido de la cabeza que me sostiene.
Martinica es una menudita mujer de aproximadamente 38 años, vive con sus cinco hijos, sola, como decir sola, sola, no tiene hombre que la mantenga, ni corazón que la cuide, parió sus primeros vástagos a los 14 años, los siguientes retoños, de amores fortuitos, fue la necesidad (o eso creo yo), de caricias sumado a la perseverancia de no permitir que la férula soledad tome partido (una vez más) de su huerfandad, diría Tea "los pájaros no son atrapados más que con pájaros"
Una tarde como tantas, la cabeza que me sostiene fue a buscar el pan, la casa que sirve de negocio es de la  Martinica ya que ella es la panadera del pueblo, o sea pongamos en claro, todo moreno y no moreno del pueblo le es común que ellos mismo hagan su propio pan, pero el de Martinica tiene algo que lo hace especial, y ese día, yo, un silvestre sombrero de paja lo descubrí.
Como hacia calor dentro de la casona, la cabeza que me sostiene me retira y me apoya sobre una larga mesada mientras espera que algunos de los hijos de Martinica lo atienda, cuando uno le hace tiempo al tiempo las charlas se hacen largas, y.... "para incendiar un bosque se necesita la ayuda del viento".
La cuestión que después de ser atendido y ver lo tarde que se había hecho salió casi como que diría  disparando olvidándome por completo, "si una mosca muere en una playa, ha muerto donde debe morir" y me oí tan pesimista que me dije, ¡es menester cambiar con urgencia mi suerte!, "una vieja casa vale más que una tumba nueva", y ahí la cosa cambió.
Así y de esta forma tan particular conocí a Martinica y del porqué su pan tiene es no sé que. Cuando ella me descubrió, me colocó cuidadosamente sobre un estante limpio y me sonrío generosamente como una lluvia de verano.
Con ojos esmerados mide la harina y susurra mientras tanto unos sones de joropo.
¡Hay amor de mi vida1
¿Quién te tendrá?
¿Quién será la bendecida?
¿Ay quién será?
Los recuerdos se anudan a los pensamientos, ella quería escapar, así, como se escapa el aire en un suspiro, como se escapa los sentidos a la razón y escapó de la casa que la vio nacer, manceba, la niña escapó, -un cuenco de arcilla llenito de sal,
¿Y quien calmará esta pena?
¿Ay quién lo hará?
¡Que venga rapidito,
Que no doy más!
¿Un amor temprano?, no, no lo fue, fue la desesperación, "la desdicha encuentra junto al ruin y a la ruinidad" le dijeron una vez, de pronto, los primeros hijos, "el que se dispone a mentir, inventa milagros", le dijeron por segunda vez, a ver señores, 9 onzas de levadura disuelta en agua tibia,
¡Que sea moreno lindo!
¡Que sea,
¡Que sea de corazón tierno!
¡Que sea!
Agua, margarina y a mezclar, al principio los golpes duele más que las palabras, luego, las palabras duelen más que el miedo y el miedo no duele tanto como que te ignoren, cuesta unir la masa, como cuesta respirar en al agonía y de sus ojos negros como el azabache asoma la tristeza vestida de designios.
¡Ay amor de mi vida!
¿Por donde andarás?
¿Quién tendrá tu sonrisa?
¿Quién lo tendrá?
"En el comienzo de toda obra, está ya su fin", Martinica al ver que su amasijo se alisa sonríe, se ablanda la masa, se endurece el espíritu, no se prueba el amor, el amor prueba a los corazones, sus últimos hijos le da más años a la vida entonces llega el reposo y se leuda la fortaleza,
¿Quién calmará esta pena?
¿Quién lo hará?
¡Que sea un moreno lindo!
¡Que sea!
Mientras espera observa por la ventana, son solo unos minutos para que la ternura se regocije en su cuerpo y muerde con cariño profundo las mejillas de sus niños.
Cuidadosamente mete los bollos adentro del horno, "la única felicidad consiste, en esperar la felicidad".
Yo no sé si soy yo o es mi imaginación, pero juro por el Señor de los sombreros que saboree el pan como si hubiera tenido boca.
La cabeza que me sostiene me pasa a buscar llegadita la noche, saluda a Martinica, subimos al carro, me coloca sobre su cabeza y dice, ¡hueles a pan, querido amigo, hoy hueles a pan y no a café!
Yo, sombrero de paja que he sido olvidado por media tarde, os digo, "no desesperes en medio de las más sombrías aflicciones de tu vida, y piensa que hasta las nubes más negras dejan caer agua blanca y límpida" sino, pregúntele como quiere la cosa  a Martinica...
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Foto del autor Andica
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Descripción

Palabras Clave: ANDICA

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Hoz Leudnadez

Andica;

oh! qué revuelo, sabes, esto es casi lo que le pasa a mi cabeza sin sombrero
este me ha llegado demaciado, así que lo siento, esta vez no daré las opiniones
basadas en el términos y la congruente letra creo que serán barrocos porque
también soy un lector voraz y la mano izquierda que me sostiene siente el galope
de un ataque al corazón, uno muy fuerte, como dice ese sombrero hay que esperar
y lo que pasa despúés o durante es lo importante, este es unno de los que me
he identificado más Andica, claro, tengo mis episodios favoritos pero
este es una réplica de mi apocalipsis de bolsillo sin más ni más
Andi siempre llegas con todo sabes que, siempre estaré esperando esto
lo juro por el Señor de los sombreros! genial nena!

Responder
September 08, 2011
 

Hoz Leudnadez

ah! este se va conmigo, junto con todo el demás evangelio de los sombreros
de paja sí señor!
Responder
September 08, 2011

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