BICHERIOS (ultimo capitulo)
Publicado en Sep 01, 2011
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Le pidió el libro a la lechuza y comenzó a ojearlo.
- ¡Que bárbaro, que hermosura!, es muy viejo Doña Eusebia es un libro valioso, debe ser unas de las primeras impresiones, si no es la primera por supuesto, a tenido muy buena suerte.
Fortunato se acerca al zorro con la cabeza gacha.
- ¡Discúlpame hermano mío!, soy una bestia bruta, ¿me perdonas?
Cristóbal  mirándolo serio estira la mano.
- Está bien, no pasó nada, discúlpame también amigo.
Toto la comadreja, los observa a los dos y se acerca moviendo la cabeza de un lado a otro.
- ¡me disculpan los dos por favor, que vergüenza, les prometo que nunca más volveré a dudar de ustedes!, ¿me perdonan?
Los dos lo miraron muy serios y  le dicen.
- ¡No, no te perdonamos nada!
Toto comenzó a agitar sus manitas, nervioso.
- ¡OH Dios por favor, no podré vivir con esta culpa!
Se tapó la cara conmocionado, yo iba a saltar por esto, pobre bicho no lo querían perdonar, como ellos se perdonaban y a él no... ¡no, no era justo!
Cristóbal  le pasa el brazo por detrás de su espalda.
- ¡Es una broma Toto, por supuesto que te perdonamos ¿vos nos perdonas?
Fortunato se acerca por el otro costado de Toto
- Eso lo dirás por vos hermano, yo no lo perdono.
La comadreja se puso triste, tan triste que daba pena y se  tapó la cara, el puma lanzó una carcajada.
- Por supuesto que te perdono viejo amigo.
Eusebia observaba la situación emocionada y no les cuento yo como estaba, si ya me salían las lágrimas de contento.
- Bueno chicos, tengo que irme, muchísimas gracias por ayudarme, los espero para tomar unos amargos, ¿sí?.
Puso el librito de vuelta en la caja y lo guardó en el bolso, se acomodó la ropa y salió aleteando media chueca, lo que pasa que sus caderas no andan bien, pobre Doña Eusebia.
Cristóbal saludó con la mano
- ¡Adiós Doña Eusebia, no fue nada, estamos para servirle!
Fortunato también saludó.
- ¡Adiós Doña Eusebia, ya andaremos por su casa para esos amargos y alguna sopita de verdura de esa que solo usted sabes hacer!
Toto hizo lo mismo.
- ¡Adiós Doña Eusebia que le vaya bien, ya sabe cualquier cosita, cambio de cerraduras, huecos de troncos que se tapan, ramas que molestan, cosas que no le sirvan, solo que tiene que pegarme un telefonazo nomás y ahí estoy!
Fortunato mira a Cristóbal y sonríe vergonzosamente.
¡Ay hermano!, hace tanto tiempo que nos conocemos y jamás nos tratamos así, lo que hace la avaricia ¿no?
Se sienta y agarra  el choclo.
Cristóbal se sienta al lado de él,
- Si no fuese por lo que leyó Doña Eusebia no sé donde hubiéramos terminado Fortunato.
Toto los ve charlando y comienza como quiere la cosa a arrastrar la bolsa de arpillera con disimulo.
Cristóbal sin girar su cabeza le dice serenamente.
- Toto, amigo mío ven a charlar un rato con nosotros y deja mi bolsa tranquila si no quieres que convenza a Fortunato que la carne de comadreja tiene los mismos nutrientes que el zapallo.
La comadreja suelta rápidamente la bolsa como si quemara y corre hacia ellos y se sienta al lado del zorro, mira al puma con una sonrisa nerviosa y se aleja con exagerado disimulo.
  
Bueno, espero que esta historia de mis amiguitos del bosque chaqueño les haya gustado, ¿se dieron cuenta?, cuando el Tata Dios dijo, ¡Todos son mis hijos! no definió las clases de seres viviente a la que se dirigía, por consiguiente se entendió por ancho y claro que todas las criaturas sobre la faz de la tierra son hermanos, y jamás, escuchen bien, jamás deben lastimarse por cosas impropias del corazón como es la avaricia, el orgullo y la soberbia, buenas noches, hasta la próxima y que Dios los guarde...
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Descripción

Palabras Clave: andica

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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