BICHERIOS (parte 4)
Publicado en Aug 29, 2011
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Cristóbal acercándose a la lechuza le da la caja.
- ¡Mire Doña Eusebia!, usted decide que hacer con ella, yo que usted lo llevaría a un cerrajero confiable para que no dañe el candado, le recuerdo que el candado es también antiguo.
- ¡Ay Don Cristóbal, la verdad no se si tengo ganas de gastar mis pocos pesos de la jubilación  en este alhajero, ábralo usted acá, hágame el favor!
Cristóbal puso el cofre arriba de una roca, comenzó a mover el candado e intentando aflojar alguna bisagra.
-  No la verdad que a pesar de ser vieja aún está en buenas condiciones.
Fortunato se acercó a Cristóbal.
- ¡A ver, déjame a mí!
Comienza a tirar del candado, hace una fuerza impresionante pero nada y lo deja en las manos del zorro.
-¿La verdad...?  No se puede hermano.
Toto saca del bolsillo un fierrito
-¡A ver, a ver déjenme intentarlo.
Metió el fierrito adentro del candado hizo un vaivén lo sacó de nuevo sopló dentro del candado.
- ¡Está sucio!, ¿vio? Dice seriamente.
Volvió a meter el fierrito hizo otro vaivén y de pronto se escuchó un clic y es más, yo les digo que... ¡ le tenía fe a este bichito!
- ¡Ya está!, ¿vamos a ver que hay dentro?
Cristóbal se acerca respetuosamente a la comadreja.
- Esteeee, Don Toto, ¿no le parece que le corresponde a Doña Eusebia abrirla?
Toto lo mira sorprendido
- ¡Claro, claro, claro, claro por supuesto!, lo encontró ella y  está en todo su derecho, es lógico, yo lo único que hice fue el favor claro, esteeee...
Fortunato aparece de sorpresivamente, empuja a Cristóbal hacia un costado, trae a la lechuza del brazo y la pone de frente a la caja, él se coloca al lado muy ansioso, moviendo sus garras.
Cristóbal le dice casi en un grito enérgico, yo como viejo quebracho que no me gustan estas impertinencias, también lo hubiera hecho, ¡que mal educado este puma herbohisterico!
- ¡Fortunato salí de ahí, por favor!, ¿se pueden comportar?, ¡están histéricos!
Fortunato se acerca al zorro de un modo desafiante y prepotente.
- ¿Y vos qué?, ¿no me digas que no estás ansioso?, si yo no recuerdo mal vos sos el zorro y no me extrañaría para nada que en cualquier momento con una artimaña tuya saques lo que contenga ese cofre sin permiso y sin aviso así como quiere la cosa.
Uhhhh... no saben lo tenso que se puso la situación en ese momento, el silencio se cortaba con una navaja, las miradas cambiaron y hasta las posturas de sus cuerpos fue diferente, estaban más erguidos, cuando comenzaron a hablar el tono de sus voces sonaban a sarcasmo y por momento me pareció desconocerlos.
Toto fue el primero en romper el silencio
- ¡Si, si, si, si él es un zorro y hay que tener mucho cuidado!, pero también hay que tener mucho cuidado de vos querido puma, si recuerdo bien vos estás en la quiebra, en la ruina total y todo elemento valioso que esté dando vuelta por ahí te interesa.
Fortunato se acercó a Toto y comenzó a hablarle cínicamente con una sonrisa muy burlona en su rostro, tan burlona que  a mí me dio un no se qué en mis ramas.
- ¿Mira quién habla?, ¡justamente vos hermano!, que encontrás esos mismos elementos antes de que se pierdan, de vos si que hay que tener cuidado sobre la cintura.
Cristóbal se paró enfrente de ellos con las manos hacia a los costados
- ¡Basta, será posible, ahora yo les hago recordar a ustedes que hace un instante me quisieron sacar lo que había conseguido!, ¿se acuerdan?
Eusebia que había quedado solita observando como estos bichos se peleaban abrió la caja y sacó un pequeño librito con una cubierta de cuero labrado, bien lustrado, de hojas amarillentas, las letras estaban impresas en cursiva antigua y estaba cosido a mano,  Eusebia comenzó a leerlo un poquito lento al principio pero cuando se dio cuenta lo que tenía en su ala, buscó una pagina en particular, cuando la encontró,  levantó la vista vio que los demás seguían discutiendo y con voz clara y precisa  comenzó a recitar.
 Los hermanos sean unidos,
Por que esa es la ley primera,
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea,
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de afuera.
 Los tres se detuvieron bruscamente y miraron a la lechuza sorprendidos.
Eusebia, ¡mi vieja amiga! sabía muy bien lo que impactaba esas palabras en ellos, así que los  miró a los tres  con ternura y siguió  leyendo.
 Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guía;
Sin ella sucumbiría,
Pero, según mi experiencia,
Se vuelve uno prudencia
Y en otros picardía.
Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar;
Pero les debo enseñar,
Y es bueno que lo recuerden;
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve encontrar.
Cristóbal asombrado se acercó lentamente a Eusebia, observó el libro y le dijo.
- ¡Martín Fierro, es el libro de José Hernández!
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Descripción

Palabras Clave: andica

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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Mara Ester Rinaldi

Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar;
Pero les debo enseñar,
Y es bueno que lo recuerden;
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve encontrar.

Sabias palabras, Andica, más vigentes que nunca!
es un placer esta lectura, me recuerdan las fábula que leía
de niña, los versos de Martin fierro le dan el toque
telúrico y el mensaje sale solito, como decía el perro
de inodoro pereyra...Qué lo parió!!!
Abrazos, linda.
Responder
August 30, 2011
 

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busy