Amor & Más Alla ( Capítulo 7)
Publicado en Jul 09, 2011
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CAPITULO 7: "Miro la boca, y quedo en el encanto de la dulce sonrisa que en su rostro centella, miro el áureo de sus cabellos, y veo aquella red de amor que fue creando con todo su encanto. Miro sus ojos, y me hundo en ellos deseando decirles cuanto es que los amo. Porque me he enamorado de la boca, de los ojos y del cabello. Y ya no tengo más palabras que un -Te quiero-"
Me tomó de la mano y aparecimos en otro lugar.
Entre miles de flores silvestres en un gran prado que tenía la forma perfecta de un círculo.
Con mi mano acaricié su pelo una y otra vez, viendo como era que al sol los tonos rojizos de sus cabellos resaltaban mucho más.
- Yo creía que en el cielo había ángeles con alas y que tocaban el arpa - ella sonrió - sobre las nubes - bajé mi mano.
- Los hay - me dijo alegre - es la vieja guardia -
La miré detenidamente a los ojos sin ver nada más que sus ojos color caramelo y so rostro pálido y perfecto.
- ¿Qué? - quiso saber.
Fue entonces que vi como una nube blanca aparecía frente a nosotros y desaparecía al instante dejando en su lugar una vieja casa con un gran porche y la puerta de la entrada abierta.
La casa era de dos plantas. En el porche unos sillones y una mesita de cristal tomaban posición en la parte derecha. Cuatro escalones te invitaban a adentrarte en ese lugar. Tres grandes ventanales en el primer piso y una mas pequeña también. En la planta baja, la puerta y una gran ventana por donde se podía ver con claridad una parte de una sala color caoba y un comedor pequeño. Las cortinas eran de color blanco y la pintura de toda la casa era blanca también, más el color marrón de las tejas que separaban a la primera planta del primer piso. Un pequeño jardín se extendía al frente, con rosales y plantas de todo tipo. Un árbol a la izquierda de la casa y un columpio en el.
La puerta de color marrón se movió ligeramente y yo sonreí demasiado feliz. Jane me miró seriamente con la curiosidad marcada en su rostro.
- Esa es mi casa - le susurré - yo crecí en esa casa.
Por la chimenea salía un espeso humo gris desapareciendo en el azul del cielo.
- ¿Quieres que entremos? - me preguntó Jane.
- ¿Podemos? - quise saber ahora lleno de emoción. Jane asintió y comenzamos a correr hacia dentro.
Al llegar al jardín acaricié el pasto, y arranqué una rosa blanca que le di a Jane mientras se acercaba a mí. Abrí la puerta y espere a que ella entrara para después cerrarla.
La luz del sol que entraba por las ventanas creaba un efecto de nubosidad al interior. Podía ver claramente las motas de polvo que volaban por la habitación.
Recorrí cada cosa con la vista guardando cada detalle en mi mente.
- ¡Vaya! - exclamé mientras me sentaba en el sillón junto a la ventana. En una mesita al centro de la recamara se hallaba un pequeño jarrón de cristal repleto de las flores favoritas de mamá.
- Es todo igual - susurré.
Jane miraba también cada cosa en la habitación. Miró hacia el comedor en el que solo había 3 sillas. En la mesa había un gran frutero lleno de uvas, plátanos y manzanas... mis frutas favoritas.
Sobre la pared se extendía un espejo largo inclinado unos 45° hacia el suelo por el que te veías desde arriba. Mi madre siempre decía que en ese espejo podíamos vernos tal y como en el cielo nos veían los ángeles. Ahora me parecía una ironía. Yo estaba en el cielo, viéndome por el aquel espejo.
- Este sofá se lo compré a mi madre cuando tuve mi primer trabajo - le dije a Jane mientras acariciaba el sillón.
Detrás de este, había una mesa larga y delgada donde había muchísimas fotos y recuerdos. Tomé lo que tenia detrás y se los día Jane.
- Mis primeros carritos - le dije y ella sonrió tomándolos entre sus frágiles manos.
- Son de... metal - dijo y comencé a reír.
Me levanté y comencé a caminar hacia la chimenea. En ella también había fotografías en sus portarretratos correspondientes.
Tomé una entre mis manos. Era yo de pequeño. En un marco color negro de madera y tenia talladas miles de figuritas.
Bajé la foto y miré hacia el espejo. Ahí estaba yo de pequeño parado detrás de mí. Con una pelota roja entre sus manos y mirándome seriamente.
Me giré muy rápido pero ya no estaba.
Se escuchaban risas y gritos alegres. Como si miles de pequeños jugaran en el patio trasero.
Sonreí y seguí caminando por mi casa. Sentí la necesidad de llamar a mi madre. De que alguien más me contestara.
- ¿Hola? - grité mientras me subía al primer escalón de la escalera.
- ¿Mamá? - Jane me miraba seria.
Me entristecí. Acaricié una vez más la madera de la gran escalera y agaché la mirada.
Comencé a alejarme hacia la sala cuando la pelota roja cayó por los escalones rebotando fuertemente.
Jane bajó corriendo detrás de la pelota. Creí que ella estaba en... bueno, ella podía estar donde deseara.
- ¿Te gustaba la tierra? - dijo acercándose mucho a mi.
- Si, no tenia ganas de irme -
- Quizá ese es el gran dilema de la vida - agregó.
- ¿Cuál? - pregunté.
- Nacemos sin pedirlo y morimos sin desearlo - sonrió y tomó una de mis manos.
Esta vez, fue ella quien me besó y la abracé contra mí.
- ¿Te veré después? - pregunté pues ella estaba pensando en irse.
- Claro. Luego - dijo y salió por la puerta.
En un mueble, la tierra se hacia presente. Pasé mi dedo índice por la superficie de este y escribí unas simples palabras.
Me despedí con un movimiento de cabeza y antes de salir me giré para ver las tres palabras que se marcaban en aquel mueble: "Te quiero mamá" y salí de la casa.
Al llegar a la casa con la abuela me recosté en la cama y noté que había un nuevo cuadro frente a mí. Era una pareja bailando. El hombre llevaba un traje negro y la chica un vestido azul. Bailaban en un quiosco lleno de lucecitas que brillaban haciendo que el lugar fuera más bonito aún.
- Jane - susurré y pareció como si me hubiese escuchado.
"Hola" dijo la voz de su mente "¿en que estas pensando?"
- En ti - volví a susurrar.
"Si, miénteme" me dijo.
- Si, la verdad intentaba pensar en alguna nueva idea pero no puedo dejar de pensar en ti... aunque no me quejo. Me encanta pensar en ti-
Jane se encontraba en su cama, sobre la laguna azul se encontraba una cama muy grande que flotaba sobre el agua. Parecía una cuna pero demasiado grande para serlo.
Ella se encontraba sentada allí abrazando sus piernas contra su pecho. El edredón morado hacia resaltar su pálida piel. Sonreía al escuchar la voz de Jared y pensaba en que decirle. Sus cabellos caían sobre sus hombros y algunos se escapaban hacia su rostro.
"Bueno, Adiós" pensó Jane.
- Espera, espera - le dije rápidamente - una cosa más -
"¿Si?"
- Creo que... estoy... enamorado... de ti - susurré.
Esperé a escuchar su respuesta, pero nada. Comencé a inquietarme y me revolcaba sobre la cama. Estaba a punto de perder los estribos cuando su voz resonó en mi cabeza.
"Te pusiste nervioso ¿Verdad?"
Reí ante su pensamiento.
- Si. ¿Qué te parece? -
"Me parece que tendremos que seguir viéndonos durante mucho tiempo"
- Está bien- sonreí.
Entonces, ya no estábamos en el mismo lugar que antes, ahora estábamos Bella y yo en un lugar iluminado por millones de lucecitas. Ella de vestido azul y yo de traje de etiqueta. Mis labios en su cuello dando un suave beso y ella, con la garganta arqueada, esperando otro beso.
La quería como nunca quise a nadie y sentía que ese sentimiento era reciproco. Estaba seguro de eso, cuando me veía reflejado en ese mar de caramelo, tenía la certeza de que ella me amaba igual que yo a ella.
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Foto del autor Gaby Rodríguez
Textos Publicados: 17
Miembro desde: Apr 07, 2011
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Descripción

Novela

Palabras Clave: Amor Ternura Cielo Amistad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía


Derechos de Autor: Gaby Rodriguez


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