Un llanto mudo, seco,
zumbando en mi cabeza durante un tiempo
de incertidumbre letal.
 
Letal porque moría
cada instante en que aparecías.
Te reflejabas en mis pupilas ahogadas
tras ojos cerrados.

Incrédula
mi Alma llevaba en sus brazos
una ilusión corriente
 
A mi débil Alma,
carente de cicatrices,
un miedo frío y constante
su piel desgarraba.
 
Aún así, cargaba la ilusión
Mi ilusión.
Nosotros.
 
Y el corazón suplicaba
que resista,
un tiempo más
 
A espera de algo
que pueda pasar.
Un giro del mundo a mi favor.
 

En sus brazos estabamos
Tú tan inmensa, cierta, ideal,
susurrandome al oido
lo que más temía escuchar.
 

La tán aclamada transparencia
pareció dar lugar
a la verdad.
 

Que se volverá cenizas
      para siempre.

Para que de dicho polvo
surga una caricia
                                 que calme...

                                                         que sane.
 
Desvanecerme de tu vida.
Y  Tú  de la mía.
 
Dejarnos ir.
 
Volar al cielo en direcciones opuestas.
Me iré inconcluso,
pero no vacío.
 
Nacer de nuevo
en este profundo boceto
De noches de vigilia
purificandome en cada verso.
 
Aquí mismo,
como ahora.