La Condesa de Quito (Novela Corta) Captulo 3.
Publicado en Jun 11, 2011
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Océano Atlántico: 15 de mayo de 1792.
- ¡Vamos a ver, bribones!. ¡De momento está terminantemente prohibido, bajo pena de muerte, tocar a esta muñeca!.
- Pero, Cubana... ¡Merecemos un premio como siempre!. ¡Nunca nos has negado nada!.
- Esta vez es distinto, Magalhaes, esta vez os debéis conformar, de momento, sólo con mirarla y cuánto más lejos de ella mejor.
- Entonces... ¿todavía tenemos alguna esperanza?.
- ¿Para gozar de ella?. Ya veremos. Si es así sólo la suerte lo decidirá.
- ¡Nunca nos has negado nada, Cubana!. ¡Es la primera vez que te opones a que nos saciemos con nuestras cautivas antes de arrojarlas a los tiburones!.
El gigantesco y hercúleo Goliat, siempre al lado de La Cubana, sólo sonreía...
- ¡Goliat!. ¡Acompáñala a mi camarote y que se cambie de ropas!. ¡Vamos a ver cómo le sienta el traje de pirata!. ¡Tú eres el responsable de que nadie se acerque a ella!. Si eso ocurre... tienes mi permiso para romper alguna cabeza que otra. ¡Aquí está la llave!.
Goliat recibió la llave que le ofrecía La Cubana.
- ¡Ya lo habéis oído todos!. ¡De momento nadie se acerca a ella mientras yo esté vivo!.
Goliat guió a Liliana de las Mercedes hasta el camarote de La Cubana, abrió la puerta con la llave y le ordenó que pasara.
- No se proecupe, jovencita... nadie la va a observar.
Después de que ella hubiese entrado, Goliat volvió a cerrar, con la llave, el camarote.
En la borda de "El Botín", Silverado se acercó a La Cubana.
- Cubana... estoy muy nervioso...
- ¡Ya sé con qué ojos de lujuria la has mirado!. Pero te recuerdo, por si no lo sabes, que por ahora sólo debes conformarte con eso. Guarda tus energías para cuando tengamos que entrar en acción.
- Cubana... es mejor deshacerse cuanto antes de ella...
- ¿Por qué, Silverado?.
- Tengo un mal presentimiento. Estoy seguro de que será causa de disgustos y riñas entre nosotros. Estás arriesgando nuestra fidelidad incondicional.
- ¿Es posible que el más sanguinario de mis hombres tenga miedo?.
- No es miedo exactamente. Estoy preocupado. Es que se han de hacer las cosas bien.
- ¿Tú lo harías mejor que yo?. ¿Quieres ser el jefe?.
- Quizás...
- ¡Eso tiene fácil arreglo!. ¡A vida o muerte, inglés!.
Silverado quedó paralizado de miedo al ver cómo La Cubana sacó repentinamente su espada. Y tembló.
- No... Cubana... no hagas eso... en realidad sólo dije una tontería...
- ¡Pues procura no ser tan tonto la próxima vez o el mundo habrá dejado de existir para ti!.
La Cubana dio la espalda al sanguinario inglés conocido por todos como Silverado y se dirigió, rápidamente, hacia su camarote donde Goliat imponía respeto y temor a todos los que por allí se acercaban.
- ¿Algún altercado, Goliat?.
- Ninguno, Cubana. Ya sabes que para mí es un placer cumplir a ciegas tus órdenes. A rajatabla si es necesario. No he tenido que machacar ningçún cráneo.
- Está bien. Ahora abre pues quiero entrar yo.
Goliat abrió con la llave y se la entregó a la mujer pirata. Ésta, tras entrar en la estancia, volvió a cerrar herméticametne el camarote.
- ¡Hola, preciosa!. Vaya!. ¡Verdad es que estás bellísima ponga lo que te pongas!. ¡Pareces una verdadera mujer pirata!. Incluso te ves mejor que yo. ¿Sabes que eres un problema para las mujeres?.
- Desde luego que para tí si que soy un problema.
- Me estaba refiriendo a las mujeres como tú.
- ¿Que estás insinuando?.
- Nada. Me refiero solamente a las damas de la alta sociedad. Ya sabes. Damas de altas cunas y de bajas camas.
- Para qué te enteres de una vez por todas, y no vuelvo a repetirlo, aquí donde me ves acabo de cumplir, hoy mismo, veinte años de edad y todavía permanezco virgen.
- ¡Gran cosa es esa, si señor!. Eso sólo es la comprobación de que la excepción confirma la regla.
- Sin embargo estoy segura de que tú no eres ninguna excepción.
- ¡Ten cuidado con lo que dices!. ¡Aquí ya no están presentes tus padres, me estás poniendo nerviosa y puedo abofetearte cuánto quiera!.
- Inténtalo. Sólo inténtalo.
- Está bien. No deseo abusar de inocentes criaturas como tú. Por cierto, tu bonito vestido de novia me gusta un montón. Me va a venir de perlas.
- Es demasiado alto para ti.
- No lo creas. Me encantan los vestidos altos y con tanto escote. Será una bonita experiencia y, a la vez una sorpresa, para El Español cuando me case con él.
- ¿El Español?. ¡Nunca he oído hablar de él!. ¿Quién es El Español?.
- Tienes que aprender todavía muchas cosas en tu vida, pequeña. El Español es el único capitán pirata que es superior a mí. En cuanto a las astucias andamos a la par pero él es mucho más inteligente que yo.
- ¿Es español y no le da vergüenza ser también un pirata?.
- Quizás no le de vergüenza porque es mucho más hombre que alguno que he conocido hoy. ¿De verdad que con sólo tus veinte años de edad deseas casarte con ese cincuentón, además de cobarde, como es el tal Marqués de Cataluña, Liliana de las Mercedes?. ¿O prefieres que te llame condesita?.
- Puedes llamarme como quieras. Tú sin embargo nunca podrás serlo.
- Pero... ¿de verdad amas a ese mequetrefe?.
- Eso a ti no te incumbe. Quizás no sepas tanto de la vida como aparentas conocer y hasta es muy posible que yo misma, a pesar de que eres una treintañera ya, pueda enseñarte algunas cosas.
- Está bien. Tengo treinta años ya muy cumplidos y no soy virgen como tú; pero lo de dar lecciones posiblemente, si quieres, te enseño a saber cómo se ama a un hombre de verdad.
- ¿Otra vez ese renegado español?.
- Otra vez ese renegado Español.
- Me da hasta vergüenza ser compatriota suya.
- ¿Te da vergüenza un hombre al que ni tan siquiera conoces de vista?.
- No es necesario, a veces, conocer de vista a alguien para saber la calidad de hombre que es.
- Está bien. Eres demasiado brava. Posiblemente le llegues a concoer. Es más, yo diría que, con un poco de suerte por supuesto, no te morirás antes de haberle conocido.
- Si crees que tengo miedo a la muerte te equivocas otra vez conmigo.
- ¿La muerte?. ¿No le tienes miedo a la muerte?.
- Sabiendo que estoy en paz con Dios... jamás tengo miedo a la muerte...
La Cubana guardó silencio, dio media vuelta un poco desconcertada, salió del camarote y se dirigió, nuevamente a su fiel Goliat.
- Escucha bien, fiel compañero, durante todo el tiempo que esté esa belleza con nosotros respondes con tu vida si es que alguno intenta sobrepasarse con ella. ¿Lo has entendido?.
- Sí. Pero no te comprendo...
- Tú solamente cumple con mis órdenes. Ya me comprenderás perfectamente más tarde. Yo me comprendo a mí misma y eso es lo único importante.
- ¡Jamás te he fallado, Cubana, y tampoco te fallaré en esta ocasión!.
- Mejor es para los dos que sea así.
- Si tú quisieras, Cubana...
- No. Si no existiese El Español tal vez tú y yo... pero no... El Español existe y es algo más que una leyenda. Es el único hombre con el que estoy interesada como mujer. Para mi bien o para mi mal, El Español existe y es mucho más que una leyenda.
- No sé si bendecirle o maldecirle.
- Haz lo que quieras, Goliat... pero ya sabes la verdad... y espero que nadie más que tú y esa tonta jovencita que está ahí dentro lo sepáis.
- Seré como una tumba.
La noche cayó sobre "El Botín" mientras se alejaba hacia la costa, allí donde muchos habían cavado, precisamente, sus propias tumbas.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela Corta.

Palabras Clave: Literatura Novela Relato Narracn.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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