La Condesa de Quito (Novela Corta) Captulo 2.
Publicado en Jun 10, 2011
Prev
Next
Océano Atlántico: 15 de mayo de 1792.
De repente, uno de los marineros de "La Capitana" dio la voz de alarma.
- ¡¡Estamos perdidos!!. ¡¡Ya está sobre nosotros la banda de piratas de La Cubana!!.
- ¡¡Que Dios se ampare de todos y todas si es en verdad La Cubana!! -chilló, desesperado, el Obispo de Gerona y San Sadurní de Noya.
Todo fue, entonces, un desconcierto total. Un ir y venir de un lado para otro sin saber dónde esconderse. Un correr sin sentido de una parte a otra de la borda de "La Capitana". El abordaje de los piratas ya era un hecho casi consumado. El Marqués de Cataluña, totalmente angustiado, con un nudo en la garganta y más demacrado de lo normal en él, no hallaba lugar alguno donde pasar desapercibido.
- ¡Tened más hombría, señor Marqués, por favor!.
- ¡Escuchad, señor Conde, vos no sabéis cómo se las gasta la tal Cubana!.
- ¡Ya sé qwe estamos perdidos, pero es necesario tener dignidad!. Está bien que giman las mujeres porque mujeres son... pero los verdaderos hombres no se comportan así!.
- Es que no tenemos posibilidad alguna de salvarnos.
- ¿Tanto ansiáis la vida que no sabéis que siempre tiene un final?.
- No me vengáis con filosofías ahora, señor Conde de Quito, pues yo no quiero morir tan joven.
- ¿Tan joven?. ¿A vuestros cincuenta años de edad ya bien cumplidos los llamáis juventud?. Para sentirse joven a nuestras edades es menester saber defender nuestra honra. En caso contrario sólo somos peleles de la vida nada más, señor Marqués de Cataluña.
- Pelele o no pelele yo no quiero morir ahora.
- Me estás defraudando bastante, Fernando Alfonso -intervino Liliana de las Mercedes.
La conversación quedó totalmente interrumpida cuando, repentinamente, apareció ante ellos la bella y hermosa Cubana seguida de toda su banda de fieros piratas de mar y con el gigantesco y hercúleo Goliat siempre a su lado. Inmediatamente, y sin pensarlo dos veces, el Marqués de Cataluña se postró de rodillas ante aquella esplendorosa mujer pirata.
- ¡Compasión, bella dama, tened compasión de nosotros!. ¡Sólo somos unos pobres humanos!. ¡No me quitéis la vida, por piedad!.
- ¿Quién eres tú?. ¿Se puede saber quién eres tú que gimes como mujer pidiendo piedad?.
- Yo soy el Ilustre Señor Don Fernando Alfonso de Reixach de Codorniú y Messeguer de la Cerda, Marqués de Cataluña para servirle a usted, y por todos mis títulos nobiliarios os imploro que tengáis compasíon de nosotros.
- ¡Hablad por vos únicamente, Marqués de Cataluña, hablad por vos únicamente pues ni yo ni nadie de mi familia tiene por qué implorar ante esta vulgar mujer y menos si se dedica a la piatería marinera!.
- ¡Ajá!. ¡Vaya!. ¡Aquí tenemos a un hombre de verdad!. ¿Quién eres tú, valiente ante las damas?.
- ¡Soy valiente ante cualquier dama y ante cualquier caballero... pero vos nos sóis nunguna de las dos cosas!.
A La Cubana se le enrojeció la cara de ira.
- ¡Por favor, no le matéis!.
La mujer pirata fue entonces cuando descubrió a Liliana de las Mercedes.
- ¡¡Ostras!!. ¡Vaya belleza de mujer contemplo ante mis ojos!. ¡Jamás he visto a nadie tan hermosa como tú!. ¿Quién eres para salir en defensa del Conde de Quito?.
- ¡¡No pongaís ni un sólo dedo sobre ella porque si lo hacéis os juro por mi sagrada España que yo mismo, con mis propias manos, os cortaré algún día la cabeza!!.
- ¿Otra ves usted?. ¿Quién osa retarme de esa manera tan altanera?. ¡Yo soy aquçi y ahora quien puede cortar la cabeza de quien me plazca!.
- ¿Has de saber, víbora, que yo soy el Conde de Quito!.
- ¡Don Lucio Armando!. ¡Ya tenía yo ganas de echarle el guante a un pez tan gordo como usted!.
- ¡Para ti, villana, soy el Excelentísimo Señor Don Lucio Armando Ordóñez Palacio-Valdés y Cervantes de Quevedo, Conde de Quito!.
La Cubana contestó con sorna y un poco de ironía.
- ¿Así que vos habéis sido capaz de engendrar a este bello monumento de mujer?.
- Por favor, señora, no hagáis daño a nadie. Os lo pido por favor.
- ¿Y usted quién es, señora?.
- Yo soy María Eugenia, simplemetne la esposa de Don Lucio Armando.
- ¿Así que sois la famosa Condesa de Quito?. ¿La que se dedica a ayudar a los pobres y menesterosos de todas las Américas?.
- Hasta que mi hija me suceda.
La Cubana se puso muy seria.
- ¿Sóis la madre natural de esta sensacional y bella mujer?.
- Sí. Yo soy. Y con todo el amor de madre os pido que, por favor, no la hagáis daño alguno.
La Cubana volvió a mirar insolentemente a Liliana de las Mercedes.
- Cubana... Cubana...
- ¿Qué quieres ahora, Goliat?.
- Estamos dispuestos a hacer lo que nos ordenes. Si quieres les matamos a todos. Noble más o noble menos a nosostros nos importa menos que un pepino de mar.
La Cubana quedó por unos segundos pensativa. Todos y todas guardaron un sepulcral silencio hasta que ella volvió a hablar.
- De momento, señores y señoras, caballeros y damas de la alta nobleza y seguidores, soltar todas las bolsas repletas de monedas y todas las joyas que lleváis encima. Dejadlo tod aquí, a mis pies. Quien no lo haga ya sabe lo que le espera.
La Cubana hizo el gesto con su mano derecha de cortar el cuello a quien se resistiese a cum plir su orden.
Rápidamente, todos y todas fueron dejando sus bolsas de dinero más todas las valiosas joyas que llevaban encima en el lugar que La Cubana había ordenado.
- Veo que te lo estás pensando demasiado, Marqués de Cataluña...
- Es que, bella dama, nada de valor llevo encima.
- ¡Es usteed más falso que el Marqués de la Jipiloya si es que existe tal marqués!. ¡Goliat!. ¡Ayúdale a sacar su bolsa pues, al parecer, abulta demasiado y por eso le hace perder el juicio!.
- Con mucho gusto, Cubana, con mucho gusto.
El gigantesco y hercúleo Goliat, brazo derecho de la mujer pirata, no tuvo el menor reparo en rebuscar entre las lujosas ropas del arrodillado Marqués de Cataluña, hasta que encontró, rápìdamente, la bien guardada bolsa repleta de monedas.
- ¡Barcelona es bona si la bolsa sona! -dijo mientras agitaba la bolsa haciendo sonar su contenido.
- ¡¡Piedad, bella dama!!. ¡¡Tened piedad de mí!!.
- No me interesa para nada hacer daño a quien tanto ama el dinero. Al fin y al cabo gracias a vosotros somos nosotros los que nos hacemos ricos.
- ¡Os acordaréis de este día, villana!. ¡Juro que os acordaréis de este día! -exclamó el Conde de Quito mientras depositaba su bolsa y mirándola cara a cara y en la corta distancia.
- ¡Vos también os acordaréis de este día, excelentísimo señor, también juro yo que vos os acordaréis de este día!.
- ¡Veremos quién ríe mejor al final!.
- ¡Por lo pronto os va a costar una verdadera fortuna recuperar a vuestra hija!.
- Por favor, no os la llevéis, os lo pido con amor de madre.
- ¡Qué suerte tiene ella de tener una madre como vos!. Yo, sin embargo, nunca conocí ni a mi madre ni tan siquiera a mi padre... así que no sé lo que es eso del amor de una madre.
- ¿Y soy yo acaso culpable de ello?.
La Cubana volvió a ponerse muy seria.
- Culpable o no culpable da lo mismo. De momento me llevo conmigo a este monumento de mujer. Después..
Se quedó en un breve silencio antes de terminar la frase.
- Después Dios dirá si es que Dios existe.
- ¡Os cortaré la cabeza con mis propias manos, vil mujer!.
- Guardad vuestras fuerzas para mejor ocasión, señor conde, y no sigáis por ese camino o no respondo de mis actos.
El Marqués de Cataluña por fin pudo ponerse en pie, anque le tembalaban visiblemente las piernas.
- ¡Por favor, Don Lucio Armando, dejad de provocarla o nos mata a todos!.
- Fin de la obra -exclamó La Cubana- ¡Se acabó el teatro!.
- ¿Quieres decir que les matemos a todos? -sonrió Goliat mientras desenvainaba la espada.
- ¡No, Goliat, no!. ¡Tengo otro plan mucho mejor que ese!. ¡Vamos, recoged todo este tesoro y tirando para "El Botín"!.
- ¿Así que se llama "El Botín" vuestro barco?. ¡No lo olvidaré jamás!.
- ¡Ya os dije, señor conde, que no olvidaríais jamás este dçia!. ¡Vamos, preciosa, tú te vienes con nosotros!.
- Si me pones la mano encima es lo último que haces en tu miserable vida!.
- ¡Vaya!. ¿Así que has sacado la belleza de tu madre y el genio de tu padre?. ¡No te abofeteo en este mismo momento porque ellos están delante pero por muy bella que seas no vas a tener esa suerte durante toda tu vida!. ¡Vamos!. ¡Adelante!. ¡Sube a uno de nuestros botes!.¡Adiós a todas y todos, damas y caballeros de la alta nobleza!. ¡Ha sido un placer haberles conocido!.
- ¡¡Volveremos a vernos, bellaca!! -gritó el Conde de Quito mientras La Cubana y toda su banda de fieros piratas marinos se alejaban con dirección a "El Botín".
- ¡Por favor, tened más prudencia Don Lucio Armando!. ¡Si la seguís provocando es capaz de volver y cortarnos la cabeza a todos!.
- No sabía yo hasta qué punto me estáis avergonzando, Marqués de Cataluña.
- ¡Por los clavos de Jesucristo!. ¡De buena nos hemos salvado! -exclamó el señor Obispo de Gerona y San Sadurní de Noya.
Página 1 / 1
Foto del autor Jos Orero De Julin
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 243 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Novela Corta.

Palabras Clave: Literatura Novela Relato Narracin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy