No puedo imaginarme como es que empezaste a ser mi mejor amigo, las noches largas hablando de pensamientos profundos, recordando el día que nos conocimos y aquellos juegos que nos divertian, poco después me sorprendió el saber que cuando te veía ahí, se pintaba una gran sonrisa en mi rostro, y fue cuando entendí que... Me había enamorado de ti. Empece a consentrarme en tu rostro y tus gestos, los sentimientos que trasmitian tus ojos, la suavidad de tu voz... todo eso era mi droga. Pero y ¿ahora? ¿Qué podría ser si ya tienes un corazón que cuidar en tus manos?, no puedo darte el mio y ponerlo en tus bondadosas y ocupadas manos... pero no puedo callarme lo que siento...
- Puedo hablar contigo?-.
- Dime, ¿Que paso?-.
- Te quiero... mucho...-.
- También yo-.
- Mucho... mucho más que a un amigo...-.
- (pornunciaste el apodo que me habias puesto con un tomo muy suave)-.
- lo siento, sé que no puedes corresponderme, solo quería que lo supieras, lo siento-.
- No te preocupes.... tú también me gustas...-.
Aquellas palabras que salian de tus sentimientos me alegraban tanto cada día más...
(continuará)