El tonto del arrabal (Cuento)
Publicado en Apr 28, 2011
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"A los amigos de partidas de cartas y de futbolín por las tardes felizmente hurtadas al estudio"
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Le llaman tonto porque anda siempre despacio (soñado por un "no sé qué habrá sucedido con éste guacho") y con las manos dentro de los bolsillos del pantalón. Le llaman tonto porque lleva en el interior de su casaca "montonera" (no de insurgencia querrillera precisamente sino más bien de "montón de deslustres y lamparones") un poema. Pero él anda lento y cabizbajo ("!Ten cuidado Marcelo que se te va el santo al cielo!") porque siente miedo de dañar a las piedras del camino. De hacerlas daño mientras pasea recordando el verso que culmina con un "Veréis lucir tras la tormenta oscura, un rayo de esperanza y de ventura".
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A Marcelo le gusta jugar con los perros que ladran a la luna y con los gatos que luchan panza arriba y es por eso, sólo por eso y a pesar de los maldecires de comadres y cotillas, por lo que sufrió mucho cuando "Boby" murió de puro viejo que era -"que ya ni veía ni oía el pobrecico animal señá Obdulia"- y cuando a "Pirracas" le recortaron las felinas orejas -"en forma de triángulo de las bromudas señá Obdulia pos la moda es la moda"-.
Por lo demás, Marcelo sólo ha jugado una vez al fútbol con los otros chicos del arrabal -"!Un ocho de enero fue mi señora... y le empusieron de defensa y la primera vez que engavilló la pelota, se envolvió contra el guardameta de su mesmo equipo y estampilló gol en su empropia portería!"-. Entonces los chicos del arrabal le sobaron de lo lindo con tortazos y puntapiés -"Pero él dijo que, en cuando tuvo la pelota en sus pies el portero de su empropio equipo empezó a chincharle "!Despieja, despieja, tonto, despieja!" mientras que el portero del equipo contrario no le endecía naida y que piensó que su enemigo era el portero de su empropio equipo, que le insultaba y que por eso pasó lo que pasó... que se ennubó su cerefelo y que se envolvió contra del y le metió gol!". Los chicos del arrabal le llamaron otra vez tonto y le volvieron a zumbar la badana...
Desde entonces no le han permitido jugar más veces al fútbol.
Todas las chicas del arrabal se van con los chicos al cine, a comer pipas con sal, escupir desde el "gallinero" a los de abajo y meter mano los unos con las otras. Y los chicos y chicas del arrabal dicen que Marcelo, además de tonto es raro -"!marica no mas señas Obdulia... marica no más!"- porque no le gusta ir al cine a escupir a los de abajo y tocar tetas...
También le llaman marica porque cuando el resto de los chicos del arrabal coleccionan cromos de futbolistas y de El puente sobre el río Kwai, él se compra los de Peter Pan... y mientras el resto de los chicos del arrabal se pelean entre sí por defender a Distéfano o a Kubala él !sueña que te sueña con unas alas verdes!.
La única amiga que tiene Marcelo es una niña que sufre de síndrome de Down (con la que juega a construir represas de barro con el lodo que se forma junto al riachuelo de las aceras cuando ha llovido recientemente o cuando están trabajando los de "la manga riega que aquí no llega"), pero los chicos del arrabal van y les pisotean las represas.
La chica más alta del arrabal - la más larguirucha y vivaz - dijo un día, en que estaban todos juntos, que aquella pareja la formaban un tonto y una anormala. Y todos se rieron mucho...
Otro día, cuando los chicos habían acabado de pisotearles las represas de barro, la amiga de Marcelo cogió un ladrillo y le abrió la cabeza al Navajas. Todos dijeron al padre de éste, cuando fue a reclamar, que el tonto había pellizcado las nalgas de la mongolita y que por eso ella le había abierto la cabeza a su hijo.
Desde entonces ya no les dejan estar juntos...
A lo único que los demás chicos le permiten jugar a Marcelo es a pídola. Le ponen de "burro" y siempre juegan a tabaca aumentativa y penalty. Cuando toca tabaca aumentativa, todos los chicos van saltando por encima de Marcelo y le van pegando una patada con el empeine del pie derecho. Cada vez que salta uno tiene la obligación de dar la patada más fuerte que el chico que saltó antes de él. Como nadie sabe ni quiere medir la fuerza de cada patada... todos quedan libres de "pringarla". Marcelo aguanta el dolor con tal de jugar con los demás chicos del arrabal... !y entonces se pasa a penalty!.
Salta el primero -"Pe... señá Obdulia...!- se da media vuelta - "!Nal... señá Obdulia..."- y suelta un punterazo en las nalgas de marcelo "!Ty... señá Obdulia...!"-
Entonces el tonto del arrabal se levanta y se marcha llorando.
Nadie sabe a dónde va Marcelo cuando tiene ganas de llorar. Sólo el viejo álamo blanco donde se refugian los pardos gorriones lo sabe, porque allí, sentado junto al viejo álamo blanco, Marcelo recuerda que tendrá que volver a tumbarse contra el suelo todo lo largo que es -"que este guacho todo lo que tiene de tonto lo tiene de largo, señá Obdulia... Dios mío cuando va a endejar de crecer señá Obdulia.."- para que los fieros empleados del ferrocarril no le abran la cabeza con uno de esos guijarros de pedernal que lanzan contra él. Y todo porque los demás chicos del arrabal apedrean, todas las tardes, al tren de Arganda, cuando pasa por debajo del pequeño desmonte tras haber lanzado su penetrante silbido de "asmático sin fin" en el oscuro túnel del cercano puente donde viven y duermen el Argirmiro y su familia.
"!El tren de Arganda que pita más que anda!. !El tren de Arganda que pita más que anda!. !El tren de Arganda que pita más que anda!... y todos los chicos lanzan piedras que rebotan sobre las desportilladas maderas de las cubiertas que conforman cada vagón.
Marcelo quiere ver el tren -"Eso si que es enserio, señá Obdulia... que tan enserio ques que yo me creo que terminará por ser maquinista de la general o, por lo menos, el calderero de la máquina de vapor...me refiero a la máquina de vapor... señora mía... a esa linda máquina de vapor que yo sé mu bien que con tanto esfuerzo y tantísimo amor nos regaló su enquerido esposo... quen paz descanse señá Obdulia... quen paz descanse y Diosito me lo tenga en su santa gloria... cuando colocó la endustria en nuestra barriada".
El caso es que Marcelo quisiera ver aquel tren pero a pecho descubierto. En pie. Como lo sueña todas las noches. Pero no puede nunca levantarse del suelo porque siente miedo. Los guijarros de pedernal (que vuelan hacia arriba para contrarrestrar a los guijarros de pedernal que vuelan hacia abajo) rompieron la frente, hace apenas varias tardes, al Guti. Y a Marcelo no le gusta ver la sangre. Por eso -"y sólo por eso y no me encrea a las chismosas comadres... señá Obdulia... pues no es por otra encausa mayor"- Marcelo no puede levantarse para gritarles a los hombres del ferrocarril que no lancen más piedras.
Pero Marcelo, asustado, mira hacia los lados y desde allí, con la nariz pegada a los verdes ramajos, sólo ve niños vociferantes que lanzan brazadas de odio hacia abajo en forma de asaetamiento infernal... y lluvia de pedruscos que se desparraman por todo el erial.
Es por todas estas cosas por lo que nadie sabe, en verdad, hacia dónde va Marcelo cuando tiene ganas de llorar. Únicamente el viejo álamo blanco donde se refugian los pardos gorriones es conocedor... porque es junto a él donde el tonto del arrrabal sueña con ese día en que, bajo los rayos del Sol -Marcelo no sabe bien si el Sol sale para todos en este planeta- pueda saludar, en pie y a pecho descubierto, al tren de Arganda y a los empleados del ferrocarril que lanzan guijarros de pedernal hacia arriba porquelos niños lanzan guijarros de pedernal hacia abajo.
Lo que todos hemos sabido hoy es que un día, hace menos de una semana -precisamente en el presente mes de noviembre- los demás chicos del arrabal agarraron, entre todos, a Marcelo y, utilizando la fuerza física que otorga injustamente la mayoría irracional, comenzaron a decir que si era marica debían de saberlo... y le bajaron los pantalones y el calzoncillo y, como tenía "pitillo", se lo salaron con arena.
Cuando Marcelo quedó solo con su propia soledad (!Ay, Soledad, Soledad... en medio de la penumbra... por favor... por favor... alumbra!), se marchó muy lejos de allí. a un páramo donde los aires sentían soledad... a un páramo donde las tardes sentían soledad... a un páramo donde la vida sentía soledad... y vio el cadáver de un perro rodeado y semicubierto de guijarros de pedernal... sintiendo posiblemente soledad.
Marcelo se puso en pie y, a pecho descubierto, le gritó al Sol: "!!Sólo son cagadas de vaca!!. El viento enredó sus palabras en los ojos del puente cercano y las vías del ferrocarril parecieron quedar humedecidas.
Mirando el cadáver del perro lapidado, Marcelo recordó que, una vez que veraneaba en el pueblo de sus tíos maternos, había visto a un señor vasco, barbudo y con gafas, que venía dibujado en un libro de su primo Miguel. Nada sabía Marcelo de aquel hombre vasco barbudo y con gafas; solamente que su apellido era largo -como la larga cadena de los vagones del tren- y que empezaba por U de Unanimidad y que en el libro se podía leer un verso que él había aprendido de memoria y que decía asÍ: "!Dueño amoroso y fuerte, en los reveses de la ciega suerte y en los combates del amor abrigo, del albedrío dueño, del alma enferma cariñoso amigo, fiel y discreto sueño!".
¿Entenderían los demás chicos del arrabal aquellas palabras?. Ni lo intentó jamás descubrir. Marcelo sabia muy bien que no... que los demás niños (porque era cierto que eran niños en vez de chicos como se decían a sí mismos) no entenderían nunca al hombre vasco barbudo y con gafas.
Y la mente de Marcelo (una mente latente ahora entre los guijarros de pedernal...) pensó en algo así como en una paz eterna y honda; como en una muerte blanda y total, como en un vacío, como en una nada... y pensó en la palabra "regazo" y no supo explicarse, a sí mismo, por qué le llamaban tonto... por qué nunca supo de su madre... por qué nunca conoció a su padre... por qué... por qué... por qué le llamaban tonto... por qué le llamaban el tonto del arrabal.
Marcelo sabe muy bien que los demás niños del arrabal sólo dicen necedades porque sólo conocen ignorancias. Él, sin embargo, sabe muchas cosas que los demás desconocen... y por eso decidió (¿Cuándo, Dios mío... cuándo fue el día en que lo decidió y cual fue la causa?) guardar eterno silencio.
El caso es que en este día de noviembre Marcelo recordó a "Boby"... tomó una rama seca y amarilla que descansaba su ocio en el ocre suelo (abatida por el glacial invierno del páramo) y miró por última vez el cadáver del perro semicubierto por guijarros de pedernal. Entonces volvió a su mente el hombre vasco, barbudo y con lentes, que caminaba por los senderos de su ensoñación. Y se acordó de los últimos versos de la estrofa: "Eres tú la paz eterna y honda del último suspiro, el apóstol errante y misterioso que en torno nuestro ronda y que nos mete al alma, cuando luchando por vivir padece, la dulce y santa calma que a la par la aquieta y la enardece".
!!Son cagadas de vaca!!. !!Sólo son cagadas de vaca... y siempre se equivocan!!. !!Sí!!. !!Siempre se equivocan porque destruyen las leyes naturales de la vida!!. !!Porque sus vivezas son la mentira, el engaño, la estafa, la envidia, la crueldad, la cobardia, la incultura y la vida sin valor alguno!!. Y lanzó la rama seca lejos... lejos... muy lejos de él.
Las "gritopalabras" de Marcelo resonaron por los umbrales del páramo. Y sonaron a dato concreto lleno de categórica certeza y de profunda y emigrante verdad. Pero él volvió...
Los chicos del arrabal juegan ahora a tirar perdigonazos a los pardos gorriones. Y le siguen llamando tonto porque Marcelo, mientras ellos disparan con sus escopetas de aire comprimido a los asustados gorriones que buscan el cobijo de la paz en el viejo álamo blanco, él se dedica a dibujar, en ls paredes del barrio, trigales con pájaros volando sobre las espigas.
Marcelo dibuja muy bien y sus trazos semejan sinfonías musicales de color y claridad; mas los demás chicos del arrabal han comenzado a decir, ladinamente, que no tiene "pitillo". Y una vez, hace muy poco, la Lagarta le tocó para comprobarlo y, mintiendo mientras sonreía maliciosamente con su maliciosa viveza, contó a las demás chicas del arrabal que era verdad lo que decían los chicos.
Marcelo pasó de ser tonto a convertirse en mítico esperpento. Miento. Marcelo no pasó de nada a nada. Él siempre es y será Marcelo. Son los otros chicos del arrabal los que han pasado de la nada más relativa a la nada más absoluta. Pero de esto es mejor hablar en momentos más adecuados... cuando un día, al fin, puedan ser algo más que simples chicos o, mejor dicho, algo más que niños simples...
El caso es que a Marcelo le llaman tonto porque ahora ya no habla poco. Ahora ya no habla mucho. Ahora ya no habla nada. Pero Marcelo sabe más cosas que todos los demás chicos juntos y piensa que los demás niños del arrabal (él sí es un chico de verdad mientras que los demás sólo son niños con apariencias de "mayor") sólo saben necedades.
Hoy habló por fin el tonto del arrabal. Y dijo que había visto a una hermosa princesa y que le había regalado un tacón... (?)...
"!Para una vez que habla vaya tontería que dice!". Lo soltó El Tirapedos y todos se rieron mucho. Especialmente La Lagarta que es, después de haber sido "propiedad privada" del Guti, El Jarales e incluso La Garzota -"!Según endicen señá Obdulia... pos que yo endeluego no entiendo que pueda ser verdad amoríos de lagartas con ciervas señá Obdulia!" - "propiedad privada" del Navajas... y hasta parece que La Puñalitos también "bebe los vientos" por ella..´-!Sigo empensando que no puedo entenderlo... señá Obdulia... que eso de leones con gatitos puedo encomprenderlo pero que eso de lagartas con ciervas no pueser... no pueser nunca... no puexistir eso... señá Obdulia!"- ".
Pero Marcelo se pasea por los callejones del arrabal arrastrando el tacón por el suelo. Un tacón que ha pintado de verde esmeralda con sus pinceles de artista y que está sujeto a una fina cuerda de lino azul. Lo lleva atado y lo arrastra por los callejones... pero los demás chicos del arrabal le han cortado la cuerda de lino azul y han salido corriendo enmedio de enormes risotadas. Marcelo ha llorado (esta vez sin lágrima alguna porque Marcelo ya hace muchos días que llora sin lágrimas) y ha vuelto a atar otra cuerda al tacón.
Los demás chicos del arrabal se han cansado del jueguecito y, tras cortarle varias veces la cuerda, por última vez han agarrado el tacón esmerilado y, usando la injusta fuerza de la mayoría irracional, han lanzado el tacón a la caja de un camión que pasaba e iba cargado de estiércol de vaca y otras porquerías.
El camión se ha marchado. Marcelo ya no volverá a hablar jamás. Así lo ha jurado definitivamente, Y yo sólo sé que está pensando que, cuando se haga mayor, se va a meter a marinero para irse a una isla desierta y pintar, en la corteza de los álamos blancos, a Wendy y Campanita.
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Si Dios no lo remedia,,, los demás chicos del arrabal seguirán siendo siempre los chicos del arrabal... no... no... seguirán siendo siempre los niños del arrabal... mientras él... Marcelo... el tonto del arrabal... seguirá siendo siempre el errante apóstol de las sabidurías con barba y lentes de varón que se convirtió, en un día al que nunca llegarán lo otros, en el aeronaútico y feliz enamorado de los álamos blancos, los pardos gorriones y las alas de esmeril.
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F I N
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Cuento de Ficcin con Fantasa.

Palabras Clave: Literatura Cuento Relato Ficcin Fantasa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fanfictions



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