Captulo: Cambios y Confesiones. Libro: Por Favor no lo hagas.
Publicado en Apr 12, 2011
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Cambios y Confesiones

Al día siguiente, Kevin llegó a la hora pautada y comenzaron su entrenamiento. Estuve más o menos una hora, pero luego me disculpé y dije que tenía algo que hacer. Corrí al salón de música y me senté en el piano a practicar la canción que le pienso dedicar a Kirk; ahora es el momento preciso para hacerlo.
¡Al fin lo hago bien! Pero ahora debo practicar varias veces para que no cometa errores al dedicarle Jacob’s Theme.
Bajé después de practicar varias veces y Kirk estaba recostado en el suelo con una vara amenazando con golpearlo en el cuello.
— ¿Qué paso? Hace rato estabas muy bien —comenté al Kevin soltarlo.
—Se le escapó la inspiración —dijo Kevin con doble intención.
Kirk fulminó con la mirada a Kevin y puso los ojos en blanco. Corrí y me le monté encima a Kirk. Me sostuvo sin dar un paso en falso y me sonrió.
— ¿Qué tal te fue a ti?
—Bien. Yo diría excelente —dije feliz como una lombriz.
Asintió y me abrazó. Nos sentamos y me senté encima de él (abusando de su confianza claro), me aferré a sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro.
—Estás sudando mucho —comenté.
—Eso es bueno. Así expulso la droga por el sudor.
Alcé las cejas y le di un beso en el cuello. Sonrió y acarició mis manos.
— ¿Qué estabas haciendo? —pregunté. Me petrifiqué y él se dio cuenta -¿quién no?-, pero no quiso opinar.
—Una sorpresa —contesté con rapidez.
— ¿Para quién? —insistió.
—Es sorpresa —contesté. Se rió y me dio un beso en el cuello luego me hizo cosquillas.
—Descansa una hora, Kirk. Después seguiremos.
Asintió y suspiró. Me volteé un poco y jugué con un mechón de su cabello.
—Eres adorable —murmuró. Me sonrojé y me sonrió —. Eres linda, inteligente, amable y muchas otras cosas buenas.
—Tú también lo eres —dije encendida como un bombillo.
—No —negó —. Yo no hago cosas buenas: drogarme es una de ellas.
—Bueno entonces, yo también soy mala. Porque he mentido muchos veces. Pero desde que estoy aquí no he dicho una sola mentira.
—Pero corregiste: yo no.
—Lo estás haciendo ahora —contraataqué.
Abrió la boca pero la cerró al darse cuenta de que tengo razón.
—Demonios —siseó. Me reí a carcajadas y me empezó a hacer cosquillas de nuevo — ¡Ahora si te vas a reír con ganas!
Me faltaba el aire de tanto reírme y me puso encima de él estando acostados en la grama y después en vez de hiperventilar por la risa, lo hacemos por otra cosa…
Acarició mi mejilla y me sonrió.
—Te amo.
Mi corazón dio un fuerte latido al escucharlo. Jadeé y apoyé mi rostro en su pecho.
—Yo también te amo —dije segura. Escuché que su corazón también dio un fuerte latido.
Y nos quedamos tranquilos un largo rato.
En la noche, me di una ducha rápida cuando Kevin se fue. Me sequé el cabello, me puse lo más linda posible y salí. Max me miró sorprendido y me dio una vuelta.
— ¡Vaya, vaya! ¡Estás hermosa! —exclamó.
—Gracias.
— ¿Y, adónde va tan hermosa señorita?
—Al salón de música.
Dejó caer la mandíbula y me reí entre dientes.
— ¡Qué lejos!
—Es que voy a dedicarle una canción a Kirk.
—Buena idea. Espero que te vaya bien.
—Gracias. Y veo que tú saldrás también porque estás muy guapo —dije con una sonrisa.
Ahora le toca a él sonrojarse y se le salió una sonrisa pícara; lo heredó de Kirk.
—Voy a salir con unos amigos…
—… Y amigas —supuse.
—Sí —dijo entre dientes.
—Espero que disfrutes.
—Si algo pasa, esta vez estaré pendiente del celular.
—Confía en él por solo una noche.
Se le descompuso el rostro y torció el gesto.
—Eres como mi hermana. No toleraría que algo te pasara.
—No me pasará nada. Disfruta tranquilo.
—Sabes que eres parte de la familia.
Lo miré asombrada y me sentí alagada.
—Pues no, ahora lo sé —dije con una sonrisa.
—Lo eres desde que entraste a esta casa. Tú y Ángela. Papá te adora.
Me sonrojé y apreté las manos.
—Y yo a los dos —contesté y me sonrió.
—Tu mamá irá conmigo.
— ¡Vaya! ¿Se hicieron muy amigos, no?
— ¡Es mi mejor amiga! ¡Me entiende! Jamás tuvo un varón pero entiende lo que pienso. Es el doble de papá en ese aspecto.
—Si ella es la mejor. Soy muy afortunada en ser su hija.
—Y yo su amigo.
Le sonreí y él suspiró. Miré la puerta de su habitación y me brillaron los ojos maliciosamente.
— ¿Me haces un favor?
— ¿Maldad, mentir, matar…? —bromeó. Me reí y le di un puño cariñoso en el hombro.
— ¡Ninguna! Solo te pido si puedes decirle a Kirk que se ponga lindo y que vaya al salón de música.
Se le descompuso el rostro y se quejó. Me reí de nuevo y luego se encogió de hombros.
—No le digas que de mi parte. No seas boca abierta —lo amenacé. Se rió a carcajadas y entró en la habitación de Kirk.
Mamá subió las escaleras y se situó a mi lado.
— ¿Le dedicarás la canción? —preguntó.
—Sí. Hoy es un buen día puesto que ustedes van a salir…
—Sí, así disfruto de los placeres de Los Ángeles —suspiró como quien no quiere la cosa.
—Acuérdate de no pasarte de… —levanté el pulgar y moví la mano hacia atrás.
—No beberé mucho, lo prometo.
Le sonreí y me abrazó. Suspiró y me dio un beso en la mejilla.
—Espero que le guste y… que nos…
—Sí —suspiró. Adoro cuando mamá me comprende —. Suerte hija.
Me extrañó que Max se tardara tanto y fruncí el ceño.
— ¿Qué tienes? —preguntó mamá.
—No, nada descuida —murmuré.
Nos quedamos en silencio hasta que Max salió de la habitación con un sombrero y le sonreí.
—Vámonos, Ángela. Voy a conquistar a chiquitas…
Me reí y los observé hasta que se fueron. Corrí al armario y saqué velas. Fui al salón de música y las puse en lugares específicos. En mi habitación estaba el jarrón con las rosas rojas y lo puse encima del piano. Practiqué bajito y al escuchar que lo hice bien apagué las luces. Salí corriendo para esconderme y que no logre verme apenas entre.
Después de varios eternos minutos la puerta de abrió y empecé a ponerme nerviosa. Kirk asomó la cabeza y luego entró definitivamente, miró asombrado el lugar y salí de mi escondite.
Me miró de abajo a arriba y me sonrió.
—Es-estás muy li-linda.
Está tan nervioso como yo, tal vez incluso más. Me sonrojé y vi que está vestido muy a la moda.
—Tú-tú también.
Nos reímos una vez y me senté en el piano. Se sentó a mi lado y empecé a tocar. Con la melodía empecé a cantar en inglés. Me vino una repentina inspiración.
Lo vi de reojo y me miraba asombrado.
Me sonrojé y seguí tocando y cantando. No sé de dónde me vino la idea, pero alargué la canción con otras mágicas melodía que me hicieron crear una hermosa canción de amor. Un amor puro y sincero que siento por él: Mi Kirk.
Se le aguaron los ojos y empezó a llorar. Terminé de cantar y luego culminé mi canción. Me di cuenta que lloraba y me sequé las lágrimas.
Lo miré y me sonrió. Me tomó por el rostro y posó delicadamente sus labios en los míos. Sentí calores diferentes y excitantes en mi cuerpo. No he tenido cientos de novios y los pocos besos no se comparan con este dulce y caliente beso. Lo tomé por el cabello acariciándolo con dulzura y ni siquiera sé cómo lo hago ya que su beso me enloquece los sentidos.
Nos alejamos un poco y nos miramos mutuamente con deseo.
—Me sentía perverso al no dejar alejarte pero si lo haces mi corazón partes. Soy demasiado egoísta como una niña que sujeta un pajarillo que rebosante de alegría desea abandonar el nido. Por favor no te vayas no me dejes por favor por tu amor haría cualquier cosa por tu amor moriría yo.
Empecé a llorar de nuevo y me inspiré también.
—Sentí tu ansiedad al preguntarte si irme podía si supieras que para siempre no me iría no sé en qué momento no sé porque juego perverso. De tu corazón me volví prisionera feliz cumpliré mi condena endulzando tus días con palabras de alegría.
Me sonrió y me besó de nuevo. Me acerqué a él y me tomó por la cintura.
—Te amo —susurró.
—Yo te amo más —contesté.
Lo besé y luego suspiré. Me miró frunciendo el ceño pero aún así con dulzura.
— ¿Qué sucede? —murmuró.
—Temo perderte —susurré. Negó con la cabeza y me sonrió.
— ¿Mi poesía no te dejó en claro que yo no sería el mismo sin ti?
—Tal vez… tal vez haya algo…
—Nada, absolutamente nada ni nadie me va a separar de ti.
— ¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Le sonreí y me abrazó. Puse mi rostro en su pecho y él suspiró.
—Te mereces un aplauso. Te quedó genial todo.
Me sonrojé y le sonreí alzando la cabeza.
— ¿A, sí? ¿Te gusta?
—Sí —suspiró. Me soltó y se levantó, lo miré confundida y me sonrió. Empezó a aplaudirme fuertemente y se rió. Me sonrojé más y le sonreí.
— ¡Está fantástico! Te prometo que te haré una mejor a ti.
— ¿Lo harás? ¿De verdad? —pregunté con una sonrisa.
—Claro. Y no tendrás ni una pista. Algo que no te imaginarás nunca.
— ¡Oh!… Espero que sea tan romántico como lo eres tú.
Asintió y estiró los brazos. Me levanté y recibí su abrazo. Alcé el rostro y él me miraba fijamente. Me puse un poco de puntillas y me sonrió antes de besarme. Lo agarré por el cuello y su beso paso de dulce ha apasionante. Jadeó en un respiro que nos dimos y volvió a descargar su pasión en mis inocentes labios.
—Vamos a cenar —murmuró en mis labios.
— ¿A dónde? —pregunté.
—Mmmmm… ya veremos —dijo con una sonrisa pícara.
Cuando tomó su celular pensé que llamaría para una reservación, pero luego de unos segundos me di cuenta que es todo lo contrario a algo elegante: una pizzería de las mejores de Los Ángeles.
Alcé una ceja al escucharlo y Kirk se rió mientras hablaba con el chico de la pizzería. Pidió una pizza familiar y luego suspiró al colgar.
— ¿Qué? —preguntó al ver mi sarcástica mirada.
—Una pizza es una cena especial.
Se rió a carcajadas y me tomó por la cintura.
—Para nosotros lo es.
—Pero para la Reina Isabel II: absolutamente no.
Nos reímos y me dio un beso rápido. Encendimos una fogata y armamos una carpa.
—Lo bueno de hacerla aquí es que si se descarga el celular solo camino unos metros y lo cargo —bromeé. Se rió entre dientes y seguimos armando todo.
El chico de la pizza llegó y le pagamos, además, Kirk le dio un autógrafo en una hojita. La pusimos en una sábana junto con refrescos y en una cava había helados. Me brillaron los ojos al acordarme de algo esencial. Me levanté y caminé hacia la casa, Kirk me siguió en silencio y tomé una hoja cualquiera que vi mal puesta en la mesa donde está el teléfono local. Anoté en una letra bien grande y clara:
HICIMOS UNA FOGATA EN LA PLAYA, NO DORMIREMOS EN CASA.
Y luego puse en un lugar visible e iluminado. Kirk me miró confundido y le sonreí con malicia.
—Sabiendo cómo son seguro al no vernos llamarán a la policía, el FBI, la CIA y nosotros tranquilos en nuestra carpa.
Se rió a carcajadas dándome la razón. Nos regresamos a la carpa y nos dispusimos a comer. Luego comimos un poco de helado y después empezamos a calentar mashmellows.
— ¿Disfrutas?
Lo miré y le sonreí asintiendo con la cabeza. Me acerqué más a él para estar a solo 3 centímetros de besarnos.
— ¿Y tú? —pregunté en un murmuro.
—Claro que sí y mucho.
Me le monté encima cruzando los pies en su espalda. Me tomó por la cintura sonriéndome con ternura.
— ¿Por qué me amas?
Su pregunta me tomó desprevenida. Me quedé pensativa y sonreí.
—Porque sí —contesté con mi anterior sonrisa.
—Qué respuesta tan profunda —dijo con una ceja alzada. Me reí a carcajadas y me sonrió.
—Bueno, si te parece “profunda”, ¿Qué tal si tú me das una respuesta mejor? Ahora pregunto yo: ¿Por qué me amas?
Se quedó pensativo y la expresión de su rostro me dejó en claro que su respuesta será tan profunda como la mía.
—No lo digas, ya sé.
Nos acercamos y me besó en el cuello, luego me bajé un poco más y lo besé. Fue dulce pero se sentía el picante sabor de la pasión en su beso.
—Porque eres diferente —murmuré en sus labios. Me miró frunciendo el ceño y lo besé otra vez —. Es que veo algo en ti nada ortodoxo, me agrada.
Me sonrió de oreja a oreja y ronroneó. Me sonrojé y maulló en mi cuello, me reí porque me hizo cosquillas con sus besos.
—Yo también veo algo diferente en ti. Algo inexplicable… lo que siento al verte, escuchar tu voz… y ahora tus besos —me reí y sonrojé, acarició mi rostro y cerré los ojos para concentrarme en su suave caricia —. Llenaste ese eterno vacío que había en mí. Elisa abrió otro pero solo tú con tu amabilidad y sencillez llenaste el vacío tan rápido como se formó.
Mi pobre corazón estaba desbocado. Le sonreí y nos acostamos en la arena. Él acariciando mis labios y yo tratando de descifrar que me quieren decir sus ojos.
—Te amo —susurró. Se cruzó por mis labios una dulce sonrisa involuntaria y me incliné para besarlo.
—Te amo —dije solo moviendo los labios. Me sonrió y me abrigó con sus brazos cuando me dio un escalofrío.
Después de unas horas, ya casi nos quedábamos dormidos y vi que 2 personas se asomaron por la puerta que da al patio: eran Max y mamá. Se dieron la vuelta y di un cabezazo.
—Vamos a dormir —murmuró Kirk. Asentí y nos metimos en la carpa a duras penas —. Descansa mi amor.
Le sonreí con los ojos cerrados, sentí sus labios en los míos y nada más.
 
Al día siguiente, Kevin no vino ya que tiene que viajar por un asunto familiar. Me di un baño y luego salí en pantalón de jean, una franela manga corta y un suéter. Al salir fui al establo y saqué a Gengi y a Phil. Salí con el caballo y la yegua al prado y Kirk venía hacia mí casi trotando.
— ¿Quieres cabalgar? —preguntó.
—Sí. Necesitan ejercitarse —dije con una sonrisa. Me guiñó el ojo y le lancé un beso.
Cuando se montó empezamos lentamente para que Gengi y Phil entren en calor. Luego a trotar. Kirk no miraba por donde llevaba a Phil, solo me miraba a mí. Me siento alagada por eso pero no quiero que por su descuido Phil salga viendo estrellitas.
—No sabes lo sexy que te ves cabalgando —comentó.
Ah… es por eso.
—Gracias. Y tú muy varonil.
Me sonrió y al fin dejó de mirarme.
— ¡Arre! ¡Hia!
Phil empezó a correr a toda velocidad y Kirk lo maneja excelente, como siempre.
Hice lo mismo con Gengi y la yegua fue a la misma velocidad. Lo alcancé y me sonreía de oreja a oreja.
—Vamos a la playa, por aquí.
Al ver que los caballos van a tener que saltar la cerca, abrí los ojos de par en par aterrada.
— ¿Saltar? —se me quebró la voz.
—Claro, ellos están entrenados.
Asentí y los dirigimos a la cerca que da a la playa.
—Si me muero, quiero que sepas que te amo —avisé.
— ¡Exagerada! Bueno yo también te amo.
Gengi y Phil saltaron y di un pequeño grito. Lo hicieron excelente y los guiamos a la playa luego corrían por la orilla.
— ¡Vamos a hacer una competencia! —reté. Asintió y Gengi y Phil aumentaron la velocidad.
Kirk me lleva solo 2 metros y le saqué la lengua fulminándolo con la mirada cuando me miró con malicia y sonrisa de triunfo. Gengi fue más rápido y alcancé a Kirk. Alcé una ceja al ver que Gengi lo pasó y les llevamos 5 metros de distancia. Nos detuvimos en el límite rocoso y Gengi relinchó.
—Bien mi yegüita, bien —le sonreí acariciándola.
Kirk se detuvo y puso los ojos en blanco. Le sonreí de oreja a oreja y lo rodeé.
— ¿Qué te pasa mi amor? ¿Molesto porque a la final te logré ganar?
—Suerte de principiante —gruñó. Se veía realmente molesto.
—La otra vez dijiste que era muy buena como jinete.
— ¿Te crees todo lo que te dicen?
Se borró mi sonrisa de mi rostro y apreté la mandíbula.
— ¿Mentiste? —pregunté entre dientes.
Se quedó callado mirando el mar. Le gruñí y me miró frunciendo el ceño.
— ¡Eres increíble! Apenas ya estamos empezando y ya con mentiras, ¡Que buen comienzo!
—No exageres.
—No estoy exagerando, Kirk. Simplemente no quiero una relación basada en mentiras.
Bajó la mirada y negué con la cabeza.
—Bueno tomaré tu consejo. Entonces cuando me digas “te amo” —dije imitando su voz —. No te creeré.
Estimulé a Gengi a que corriera a gran velocidad hasta casa y Kirk me siguió.
—Natalie.
No le hice caso y seguí sin voltear a mirarlo.
—Natalie, escúchame.
Esta vez llegamos más rápido a casa, me bajé de golpe y dejé a Gengi en el establo. Kirk dejó a Phil y empecé a correr. Mamá me miró confundida a lo lejos y entré dando pasos fuertes.
— ¿Qué paso hija?
—Nada, no importa —gruñí. Tomé refresco del envase y lo dejé encima de la mesa.
Me tropecé con Max y me miró frunciendo el ceño.
—Disculpa —murmuré. Lo pasé al lado y subí a mi habitación. Cerré la puerta con una patada. Encendí la laptop y fulminé con la mirada el collage con las fotos del destrozado álbum. Vi que estaba a punto de romper el mouse con la mano así que me levanté y me lancé en la cama.
Traté de relajarme ya que hiperventilaba. Se abrió la puerta y me di la vuelta.
—Natalie…
Me puse la almohada en la cabeza y se acostó en mi cama poniendo su mano en mi pierna.
—Mi amor: perdón.
Abrí los ojos, me quité la almohada y me volteé con lágrimas en mis rojos ojos.
—No llores, ¿sí?
—No quiero que me mientas, Kirk. Mis otras relaciones fallaron por las mentiras. No quiero otra así.
—No mentí exactamente, solo exageré un poco.
Fruncí el ceño y él me miró apenado.
—Solo quería impresionarte.
Alcé una ceja y me acerqué a él un poco.
—Hay otras maneras de impresionarme, no solo mintiendo… —me miró mal y puse los ojos en blanco —“Exagerando”. Puedes decirme cosas lindas, caricias y otras cosas que hacen ustedes.
—No volveré a hacerlo, lo prometo.
Lo miré y luego recosté la cabeza en la almohada. Se acercó más a mí con una sonrisa y acarició mis labios.
— ¿Me perdonas?
Solo lo miré y desvié la mirada segundos después. Me dio un beso en la mejilla y le sonreí.
—Dime… —murmuró. Me encogí de hombros y entrecerró los ojos.
Me dio un dulce beso en los labios y aún no me decidía, jugando con su paciencia. Me sonrió con malicia y me besó profundamente en el cuello. Abrí los ojos, se me escapó un jadeó y lo tomé por la cabeza.
—Kirk… —jadeé. Además del beso puso la lengua y colocó la mano para que no intentara escapar.
El cuerpo me hervía a causa de su sensual y sexual beso. Gimió de excitación y jadeaba para poder respirar. Con la mano libre me arrimó hacia él y lo agarré con la pierna.
—Ustedes 2 están…
Nos petrificamos y Kirk maldijo en mi cuello. Abrí los ojos y Max nos miraba aterrado y rojo como la sangre.
—…Muy bien po-por lo visto —titubeó. Me sonrojé y Kirk lo miró con una ceja alzada —.Me voy, me voy.
Cerró la puerta y nos soltamos.
—Qué pena… —murmuré.
—Eres mi novia y… —se quedó callado un rato y sonrió.
— ¿Qué te hizo sonreír? —pregunté con dulzura.
—Se escucha bien “mi novia”. Ansío que algún día sea “mi esposa”.
—Eso solo depende de ti.
Sonrió y le brillaron los ojos con una idea, no le quise preguntar y me acerqué para que me acunara en sus brazos.
—Bueno eh…Tú eres mi novia —su tono de voz enfatizó “mi novia” —y él tiene que acostumbrarse que si estamos los dos encerrados es porque no queremos que vean o escuchen lo que hagamos o hablemos.
—Eso es muy cierto.
Asintió y me besó en la coronilla. Suspiré y bostecé.
— ¿Tienes sueño?
—Estoy cansada… no sé por qué.
—Las discusiones son agotadoras.
—Estoy de acuerdo —respondí con fatiga.
— ¿Quieres dormir un rato?
—Así repongo energía.
—Voy a dormir contigo.
Lo miré con los ojos abiertos como platos y se puso a reír luego yo también.
—No pienses mal. Yo no soy tan… aunque…
— ¡Kirk!
—Bueno, algún día sucederá.
—Sí-sí pe-pero no ahora —titubeé estando sonrojada.
Nos arropamos con el edredón y me abrazó mientras puse mi rostro en su pecho. Atenta a su continua y rítmica respiración junto con los desbocados latidos de su corazón. Es hermoso ese rítmico latido pero en vez de darme sueño me mantiene activa. Traté de concentrarme en su respiración ya que es mucho más lenta. Di un cabezazo y bufé. Escuché un bajo aunque claro ronquido por parte de “mi novio”. Sonreí y me quedé dormida.
— ¿Kirk?
—Shhhh… está dormida —susurró.
Al parecer desperté gracias a mamá. Me hice la dormida para que no le arruinara el disfrute a Kirk.
— ¿Ya no están molestos? —dijo susurrando.
—No. Y fue por mi culpa, pero ya me disculpé.
—No sabes cuánto te ama, Kirk.
—En verdad no. Pero sé que es mucho.
— ¿Sabes desde que edad ella te vio y se enamoró de ti?
No hablaron por un par de segundos, supongo que Kirk simplemente negó con la cabeza.
—Desde que tenía 10 años.
— ¿Tanto? —habló algo alto y luego acarició mi mejilla.
—Y se volvió verdaderamente fan tuya a los 13 años.
— ¿Por qué tanto tiempo después?
—Fue esa película que te hizo saltar al estrellato de nuevo, no recuerdo el nombre. Ella solo vio 10 minutos de la película y al verte se enamoró de ti.
— ¿Enserio?
— ¡Sí! Fue increíble. No dejaba de hablar del protagonista de la película. Pero no supo el nombre de la película ni el tuyo. Luego sacaron la secuela cuando tenía 13 años, al primero que vio fue a ti y la manera en cómo le brillaron los ojos fue hermoso y admirable.
“¡Casi se babeaba viéndote! Al salir del cine me preguntó tu nombre y ella lo repitió con dulzura “Kirk Vowndey” y enseguida al llegar a casa se puso la laptop en las piernas y buscó tu biografía.
— ¿A ella le afectó mi pasado? Me refiero a las drogas y eso.
—No, para nada. Ella simplemente frunció el ceño y se encogió de hombros. “Todos comentemos errores, es lógico que Kirk también”. Así dijo al leer tu biografía en Wikipedia.
—Siempre me ha querido —murmuró.
—Más de lo que crees —aseguró.
Hice todo mi esfuerzo por no sonreír y lo logré. Sentí los labios de Kirk en los míos y allí si hice un gran esfuerzo para no besarlo.
—Yo me sentí extraño al verla —dijo acariciando mis labios.
— ¿A si?
—Sí, su rostro lo vi iluminado. Sentí un aire frío que me cubrió el cuerpo y me pareció el ángel más hermoso de todos. Y empecé a quererla desde el momento en que nos miramos a los ojos fijamente.
Traté de no abrir los ojos ya que quise tomarlo del rostro y besarlo. Sonreí para mis adentros y mamá acarició mi cabello.
—Mi niña grande —suspiró.
Kirk me abrazó de nuevo acariciando mis manos y por lo bien que me sentí estando segura que me ama y que esté conmigo, me dio sueño y me dormí de nuevo.
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Foto del autor Mariapaula Urbina
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Palabras Clave: Captulo Libro Original Declaracin Piano Amor Drogas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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