La mujer que se quedó niña
 
Con la nostalgia se  presentan
las cosas importantes del pasado,
de repente deseó recorrer
los rincones y escondrijos conocidos.
Sin saber el por qué,
se encontró, enfrente de un portón
de una vivienda que visitó por fuera
durante su adolescencia,
con la intención incumplida de mirar
solamente a esa niña frondosa
con piel de canela,
quien  alguna vez
lo rechazo,
con todo certeza,
convertida en
 toda una mujer.
Sobre el acceso
se encontraba un moño negro,
anuncio conocido
del abandono de un ser querido
cuando deja de ser carne
para convertirse en polvo.
Sin pensar tocó el timbre
para preguntar por el paradero
de su amor platónico.
Lo recibió una persona
que todavía llevaba la tristeza en la cara,
y fue así que,
escuchó la tremenda noticia,
su reina se encontraba
acompañando a su padre en la otra vida.
Descorazonado  y lagrimeando
caminó sin rumbo,
intentando guardar en su alma el dolor
que traen los tiempos negros,
pues la vida tiene que continuar
en ese torbellino de competencia y envidia,
dándole besos al amigo
y la mano al enemigo,
para seguir rodando tranquilos
y pacíficamente en este universo,
pero dejando atrás,
a la única mujer
que se quedó niña ante la muerte.