confieso que soy pecadora, de palabra, obra y pensamiento, por tu culpa
por tu culpa y por tu gran culpa
por eso ya no ruego a la Maria que no se quedo virgen
ni a los angeles, ni a los santos.
 La ironia de este sueño no es mas que el agridulce beso
que saboreo con emoción.
Imagino el gusto que me hubiera dado el arrancarte
los ojos para llevarlos colgando de mis caderas,
cortarte las orejas y dejarlas sobre mi pecho,
y tus labios...abandonados a merced de los cuervos, seria el placer mas puro
de este enlutado momento.
Si confieso que me habria encantado llevar tus brazos amarrados a mi guitarra,
que sangra y lleva por dentro la flor que nuca se abrió.