Setamor (Novela) Captulo 46.
Publicado en Mar 22, 2011
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Su sueño era muy profundo... se había introducido en lo más hondo de sus ocho sentidos; allí donde sólo podía penetrar el infinito de las emociones. Era como si en aquella noche se tuviese que definir algo más que una decisión, algo que vendría a ser a manera de veredicto.
- No vayas... en realidad todo lo que puedes encontrar allí será otra indefinición que te inundará de carencias hasta convertirte en otro como yo (el sombrío marinero).
- Ven... porque es una esperanza para hallar lo que buscas (la jovencísima morena).
- ¿Quién te puede asegurar, a ti, que no encuentres más que espejismos de una realidad no tangible (el sombrío marinero)
- Las realidades no tangibles son aquellas que, partiendo de un sueño, se hacen verídicas (la jovencísima morena).
- Un verdadero soñador no busca irrealidades (El sombrío marinero).
- Eso es totalmente falso; tú sabes que un verdadero soñador siempre se basa en realidades concretas pero que Él las transforma en realidades hermosas. Eso es lo que ellos intentan refutar para desconcertar a los hombres valientes que deciden ir a buscar esa transformación física y espiritual al mismo tiempo(la jovencísima morena).
- El mundo no tiene espacio ni lugar para las transformaciones milagrosas (el sombrío marinero).
- ¿Qué sabe del mundo quien no ha sido capaz de experimentar la vida y ha elegido la muerte? (la jovencísima morena).
- Yo he podido aprender que no había absolutamente nada más que lo que yo pisaba y era capaz de aplastar. Ese es el verdadero poder de un hombre (el sombrío marinero).
- Quienes no saben mirar hacia el futuro y sólo viven la violencia del presente son los que hablan así (la jovencísima morena).
-¿Para qué fatigarse en esas búsquedas tan desgastadoras?. ¿Qué queda de ti al final sí es que la encuentras? (el sombrío marinero).
- Si encuentras a la que buscas quedará de ti la máxima expresión de ti pero compartida conmigo (la jovencísima morena).
- No vale la pena (el sombrío marinero).
- Lo valgo todo (la jovencísima morena).
- Olvídala... olvida absolutamente todo y sé tú... solamente tú... (el sombrío marinero).
- Decídelo ya (la jovencísima morena).
Repentinamente abrió los ojos. El reloj del muelle señalaba las once. Estaba realmente aturdido. Divisó el barco y se levantó para contemplarlo más de cerca.
- Quizás lo más sensato sería regresar a subir en él e introducirme de nuevo en mi pequeña patria la mar... ¡pero ya no tengo por qué pensar, ahora, que lo más sensato sea lo más feliz!. Además... en realidad... ¿qué clase de sensatez tienen todos ellos si son incapaces de encontrar el amor y lo sustituyen por la mar?. ¡Lo más sensato es buscarla!.
Se quedó mirando fijamente al barco.
- ¡¡¡Me voy!!! -gritó, dirigiéndose a viva voz hacia el barco- !!Me voy porque no amo vuestra mascarada!!. !me voy porquee ella me espera y vosotros no!. Me voy porque no podríais jamás ni comprenderme ni entenderme.
No se refería al barco en general ni a ningún marinero en particular sino a lo que había significado poder regresar.
Entonces salió hacia la ciudad en busca de un taxi. Lo encontró en breves minutos.
- ¡Al aeropuerto! -le señaló al taxista.
- No hay prisa... está muy cerca de aquí.
- Pero mi avión sale dentro de media hora y ya debería estar en él.
- Entonces... ¡allá vamos! -y el taxi tomó una velocidad desorbitada a través del tráfico que había a esas horas y que era bastante elevado.
El taxista continuó.
- ¡No se preocupe, sé muy bien lo que hago!.
- No me preocupa eso...
- Es que le veo tenso.
- Pero no por lo que usted cree. Sé que llegaré a tiempo.
El taxita era locuaz.
- Es cierto. Lo que creemos saber no es lo que, en realidad, es. Sólo creemos la apariencia de lo que es.
El joven licenciado no le contestó ni siguió ningún otro diálogo porque su pensamiento estaba fuera de aquel taxi. Era como uno de esos ejercicios que solía aplicarse sin él darse cuenta y aún con más razón ahora que no deseaba pensar en ningún asunto sino cumplir con la decisión de alcanzar su gran sueño. Había sido su propia voluntad la que, una vez más, había determinado su destino. Un destino marcado por ese Dios en el que tanto creía. ¿Cuál era, realmente, su destino?.
El joven licenciado comenzó a pensar para sí mismo sin tener en cuenta nada más.
- Se debe interpretar que el destino de cada uno depende de la voluntad de cada uno para encontrarse con Él. ¿Hay algo más digno en un ser humano?.
Como él muy bien había razonado, la sensatez hipócrita no es nunca superior a la felicidad de aventurarse en la búsqueda del destino cuando está el amor como meta. No conocía cual era geográficamente su destino pero sabía que existía ese destino y que allí estaba ella.
- Me alegro muchísimo de que hayas venido. ¡No te arrepentirás jamás!.
El joven licenciado descansaba junto a él. Ambos estaban sentados en una de las
cafeterías del aeropuerto porque, por razones técnicas e inesperadas, la salida se había retrasado una hora.
- Necesito pedirle perdón por mi anterior rudeza.
- No es necesario que me lo digas. Yo sé cual era tu circunstancia y también sé lo que sientes.
- Lo que no llego a explicarme, todavía, es por qué tuvo usted que haberse fijado en mí. Yo insisto en que no soy nada especial
- No debo darte más explicaciones de las necesarias; pero desayuna tranquilamente. Sí eres muy especial pero no te diré nada más por ahora. Después de que desayunes te narraré una hermosa historia para amenizarte el viaje. ¿A ti te han contado narraciones alguna vez o las has leído en alguna ocasión?.
- Las he leído, las he oído, las he contado y hasta las he escrito.
El anciano de las barbas blancas no dejaba de sonreír. Era en realidad un hombre bonachón a carta cabal.
- Ese es el camino... creer en las narraciones... pero sólo en las que son hermosas. Las otras es mejor desterrarlas de tus lecturas y de tu memoria y sólo recordarlas, muy de vez en cuando, para aprender a desterrarlas de nuevo. ¡Quédate siempre con aquellas que te van a servir para tu crecimiento hacia el Bien!. Es un consejo de anciano que no busca más que ayudarte a seleccionar lo que vale la pena guardar dentro de cada uno. Me refiero al odio o al amor. Quédate con uno sólo de los dos porque no pueden convivir juntos. Hay personas que se empeñan en amar sin apartarse del odio. Eso es totalmente imposible. Un solo momento de odio destroza toda una labor de ejercicio amoroso. Algunos dicen que no les importa pero cuando son de verdad ellos mismos se tienen que quitar las caretas que les encubre y deciden que sí les importa el amor... muchas veces, acostumbrados tanto a las farsas, ya es demasiado tarde.
- En ese caso... ¿no tienen solución?.
- Tienen sólo una solución pero ahora no te lo debo explicar. Esa es la verdadera cuestión que debes descubrir en este proyecto tan especial en el que deseamos contar contigo.
La linda azafata estaba sirviendo los desayunos ayudada por un hombre del mismo oficio.
- Que sirvan el desayuno azafatas tan lindas es tan recto y sano como que el avión sea pilotado por unas personas conscientes de lo que están haciendo -anotó el anciano de las barbas blancas tras observar que el joven licenciado no la perdía de vista.
Éste comenzó a sonreír con cierta y disimulada picardía inocente.
- La observas de manera tan recta y sana... y es que lo que ocurre es que, siendo hombre, es imposible dejar de admirarla. La belleza ha sido creada por Dios para ser admirada así que no te preocupes en pensar que estás cometiendo un delito moral.
- Tampoco me estaba preocupando por esa cuestión. Lo único que sucede es que estaba pensando que a usted le podría molestar.
- Ni aun siendo mi propia esposa me molestaría si la miran de esa forma tan noble; porque has de saber que quien se une a una belleza debe enorgullecerse de que la admiren de esa manera tan ingenua como haces tú.
- Supongo que habrá un límite...
- El límite que separa lo natural de lo antinatural.
El joven licenciado calló al observar que ella se acercaba.
- No te calles por eso. En realidad a una linda mujer nunca la ofenden que hablen, en estos términos moderados, de ella.
- No...si no es por eso...
- También la timidez es un valor positivo.
- Sucede que a veces la siento y otras veces no.
- Totalmente normal. Quien no ha sentido nunca la timidez es porque no tiene la capacidad sensible de sentirla y yo no estoy de acuerdo en que hay que eliminarla por completo como dicen algunos mal llamados psiquiatras.
- ¿Por?.
- Porque eliminar capacidades de sensibilidad en el ser humano es castrarle capacidades naturales y todo lo que sea cercenar cuestiones tan naturales como esa es producir especies de monstruos sin conciencia de sus límite orgánicos, sensoriales y sensibles. Los límites orgánicos, para explicártelo mejor y sin dar pie a equívocos son los límites fisicobiológicos creados por Dios. Los otros límites, los espiritules, son mucho más infinitos.
El joven licenciado volvió a sonreir. Ahora por la explicación sobre los límites.
- ¿He dicho algo gracioso? -sonrió también el anciano de las barbas blancas.
- Pue sí, ha sido gracioso para mi entendimiento... claro que mi entendimiento es subjetivo y el suyo también.
- Me alegro de que seas sincero. Así es cómo te queremos para nuestro proyecto. Esa debe ser la primera cualidad que debes aplicar en tus futuros cometidos y...¡no cambies nunca, te le pido por favor!, no cambies nunca, por Dios...
La linda azafata llegó hasta ellos.
- ¿Qué desean?,
El joven licenciado empezó a reír con espontaneidad. Ella se quedó observándole sin saber nada de lo que le sucedía.
- ¿He dicho algo gracioso?.
Era la segunda vez, en pocos minutos, que le plantebsan la misma cuestión y él siguió riendo suavemente como si no sucediese nada...
- ¡Esperaré hasta que se le pase! -dijo ella, que parecía tener mucho aguante.
- Será mejor que le deje, señorita, no se le va a pasar tan pronto como usted se imagina -se recuperó del sueño el anciano de las barbas blancas al cual ya se le empezaban a saltar las lágrimas de la risa que se estaba aguantando.
Y mientras ella les depositaba la bandeja con el desayuno, el joven licenciado le pidió perdón, dejó de reír y siguió soñando con los ojos bien abiertos...
El anciano de las barbas blancas le golpeó levemente en el hombro derecho.
- Tienes que saber aguantar más -susurró- porque en el futuro vas a tener muchos momentos así -y le guiñó un ojo.
- Sabía yo que merecía la pena venir... -pudo contestar el joven licenciado.
- ¡Venga, venga!. ¡Vamos a desayunar!. ¡Ponte ya serio!.
El joven licenciado pudo volver al momento real del avión.
- ¿Me podrías explicar, mientras tanto, qué entiendes tú sobre lo natural y lo antinatural?.
- Bueno... pues ya que estamos hablando de asuntos sobre este tema tan concreto y que tanto interesa a los humanos deshinibidos de hipocresías -especificó el joven licenciado- se lo explicaré. Lo antinatural no es hacer del amor sexual algo completo, llamémoslo así, sino hacerlo dentro del pecado.
- ¿Tú crees en los pecados?.
El joven licenciado guardó silencio y le dejó continuar al anciano de las barbas blancas.
- Creo que ha llegado la hora de contarte la narración que te había prometido.
Habían comenzado a desayunar en el avión y estaban, ambos, contentos. Era el mejor momento para hablar de ello y así lo había entendido el anciano de las barbas blancas.
- Tienes que imaginarte que eres, a la vez, un hombre totalmente maduro, un joven totalmente interesante y un niño totalmente ingenuo... porque sin esas tres cualidades no podrás comprenderlo.
- ¿Si le digo que lo intentaré es suficiente?.
- No es suficiente intentarlo sino conseguirlo. Y como sé, porque lo demuestras siempre, que sabes ser así... aquí va la historia.
El joven licenciado puso gran atención a pesar de que, en aquellos momentos, regresaba la linda azafata tras haber servido el desatyuno a todos los viajeros. Esta vez no se entretuvo en contemplarla más de lo necesario.
- Existe una Región, no tan lejana ni tan remota como nos suelen indicar en otras narraciones, donde cohabitan, colindantes unos con otros, tres Reinos muy diferentes entre sí. Tienen planteada serias batallas para salir triunfadores de una guerra que se ha desencadenado irremisiblemnte entre ellos, pero cada uno posee formas diferentes de luchar.
El que está situado a la derecha del mapa geográfico es aquel Reino cuyo gobernante se llama Señor Malicia y las armas que emplean son el Apego al Mnndo, el Amor al Dinero y la Codicia. El lema que posee su escudo de armas es "Odia lo Bueno" y está ubicado en la zona correpondiente al Valle de la Sombra de Muerte, delimitado por la Ciudad de la Destrucción y su capitán es el Gigante Matalobueno.
En el centro de la Región se sitúa el Reino cuya gobernanta es la Señora No Saber Nada y las armas que emplea son la Simpleza, la Poca Fe y el Prejuicio. El lema que posee su escudo de armas es Mucho Miedo y está situado en la zona correspondiente al Valle de la Humillación, delimitado por el Pantano de la Desconfianza, el Castillo de Las Dudas y el Collado de las Dificultades. Su líder y capitana es la Señora Ojos de Murciélago.
El tercer Reino de la Región está situado a la izquierda y sus gobernantes son el matrimonio formado por El Señor Cristiano y la Señora Esperanza. Las armas que emoplean son la Experiencia, el Gran Corazón y la Sinceridad. El lema que posee su escudio de armas es "Prueba lo Bueno" y está situado en la zona correspondiente al País Celestial delimitado por la Ciudad Del Sol, el Palacio Hermoso y el Monte de Las Delicias. Su líder y capitán es El Valiente Por La Verdad
El viejo capitán y el segundo de a bordo, recién nombrado su sucesor en el mando, seguían dialogando sobre la cubierta.
- Nada hay más parecido a un crucero de placer.
- ¿Tan contento está, mi capitán?.
- Te voy a indicar algo. Ningún viajero debería despreciar el placer de viajar. Quien goza es el verdadero viajero; el otro sólo es un remedo de viajero. Y es que el placer de viajar sólo es comparable al placer de amar...
- ¿Y si la que me gusta es caprichosa? -le preguntó el segundo de a bordo,totalmente preocupado.
- En una conversación se debe esperar a que la persona que te habla acabe su exposición. Si lo hubieses hecho así te habrías evitado esa pregunta, pero te voy a aconsejar. La mujer sólo es capitana cuando está ante un hombre sin carácter. Es como un barco ante su capitán. Si el capitán duda, el barco toma el rumbo que, caprichosamente, quiere. ¿Has comprendido que hay que esperar a que termine el que habla y a que todo, en la vida, tiene solución si se sabe actuar con el carácter debido?.
- Sí; pero tengo temor a que mis hombres murmuren ante mi inexperiencia.
- Dirigir es una odisea osada. Debes lograr conquistarles con la experiencia cotidiana, aquella que no podrán poner nunca en duda. Y otra vez te remito a lo mismo... es igual que domar a una mujer.
-¡Pero eso es una lucha permanente!.
- ¿Y qué crees tú que es el navegar cuando tienes el barco a tu mando?. Tienes que comnseguir que no se detenga la actividad en él. ¿Tú has visto a alguna verdadera mujer que quiera detenerse cuando se está ejercitando el amor en ella?.
- Lo desconozco.
- Pues detenerse en un acto de amor, y mandar en un barco es un acto de amor, es decepcionar. Cuando diriges un barco es como cuando eres novio de una verdadera mujer; si te detienes pierdes toda tu categoría y entonces llega esa malsana murmuración, porque toda murmuración es malsana, que tanto te preocupa. ¡Si eres capaz de renunciar ahora mismo lo mejor que puedes hacer es dejar que otro te quite a la novia!. Quiero decir que dejes a otro tomar el mando del barco.
- El segundo de a bordo se sintió herido en su amor propio.
- ¡Mi capitán!.¡Lo haré!.
- Hay muchas maneras de matar al amor y de convertirlo en algo totalmente inútil.
- Sí, mi capitán. Yo también he notado la necesidad de cambiar.
- Pues ya ha llegado tu hora de demostrarlo.
El segundo de a bordo quedó perplejo.
- ¿Mi hora?. ¿Ha llegado mi hora de demostrarlo?
El barco ya había zarpado unos minutos antes.
- ¿Ves a estos hombres?.
- ¡Claro!. ¡Son los hombres que usted dirige!.
- Te equivocas; pues a partir de estos momentos son los tuyos. Desde ahora mismo tomas tú el mando. Lo mío es sólo un viaje de placer. Ya me he retirado de este oficio.
- ¡Es fuerte la responsabildiad que cae en mis manos!.
- ¡No seas nunca un capitán vulgar!. Tendrás que tomar decisiones muy rápidas pero has de saber que esa rapidez no consiste en la precipitación. Dirigir este barco será algo así como dirigir a una mujer a la que amas.
- Pues yo, todavía, no he aprendido a amar a una mujer.
- ¡No podrás huír de ese momento!. Si no has aprendido antes no importa. Sólo aprendemos cuando ejercitamos. Pero quiero que te quede completamente claro y bien grabado en tu memoria qne no es lo mismo ejercitar que experimentar. Se puede ser un perfecto entendedor de barcos y de mujeres ejercitando plenamente la mente y el intelecto y sin tener que haber experimentado sino sólo saber entenderlo en profundidad. En fin... ¿quieres saber algo aprendido pero no experimentado?.
- ¡Ha de saber que a mí no me dan miedo las mujeres! Tiempo he tenido para hacer el ridículo ante ellas.
- A veces, mientras dirijas las acciones, te sentirás morir... pero debes ser optimista y aprenderás que ese sentimiento sólo se supera dándole un contenido positivo y también, muchas veces, con mucho humor. No olvides esto último y superarás la sensación del ridículo. Los ridículos, muchísimas veces, son los que han experimentado tanto antes de comprometerse que son en realidad patéticos. Eso sí que es hacer el ridículo.
- ¿Y si echo de menos la falta de responsabilidad?.
- Quizás tengas ese momentáneo instante de querer abandonar el barco pues éste, al igual que una mujer, aunque esté deseando que lo gobiernes, te pondrá pruebas para ver si tu amor es absoluto.
- ¿Es que existe el amor absoluto?.
- Él me lo ha demostrado. Yo era un poco escéptico ante esa cuestión, pero el escepticismo tiene un punto flaco: la fragilidad que oculta y que demuestra ser totalmente vulnerable cuando aplicas la pasión.
- ¡Ese es mi punto débil!.
- Y ese será el verdadero peligro al que tendrás que enfrentarte. O demuestras pasión por lo que te entrego o no tendrás nunca tu estrella deseada.
- Yo no soy un mero objeto decorativo -le explicaba la ex amante del anciano poeta extranjero al de la gabardina.
- Tú sabes bien que te amo y que por ello te protejo.
- Para mí es imposible servir a dos señores.
- ¿Es que nunca le vas a olvidar?.
- Aún sigue dentro de todos mis días a pesar de lo incomprensible que sea para los demás.
- ¡Estás peligrosametne cerca de la nada!.
- Ese es vuestro error. No solamente no es cierto sino que, gracias a él, lo poseo todo. Era verdad que pertenecía a una familia adinerada de la realeza germánica. Y me dejó su herencia solamente a mí porque nadie más le amó.
El de la gabardina intentaba llenar su profundo vacío bebiendo e intentando enamorarla. Ella se dio cuenta.
- Ni caso a vosotros. No os hago ni caso.
- ¿A qué te refieres?.
- Que ni bebiendo vas a superar tus obsesiones ni intentando enamorarme vas a arruinar mi libre deseo.
El de la gabardina lo intentó, sin embargo, aprovechándose de que no había nadie más en "El Extranjero".
- ¡Eres el objeto sublime de mi espiritualidad!.
- Yo sólo elijo a un portador de mi espíritu y ese fue, es y será sólo él a pesar de sus muchos errores. Sólo hay un hombre que podría haberle sustituido pero no quiso porque ama a otra mujer.
- ¿Se puede saber quién es?.
- No importa saber quién es. Lo importante es saber que existe y que es mi verdadero amigo porque no se aprovechó de mi momento de debilidad y con ello me ha fortalecido para siempre.
- Pero... ¡lo que no entiendo ni entenderé es que siendo tan joven y hermosa te empeñes en no utilizar ambas cosas!.
- ¿Tú crees que no las utilizo?.
Ahora el de la gabardina se quedó dudando. Ella siguió.
- Escucha; yo te agradezco mucho que hayas tomado la decisión de defender mi local ejerciendo tu autoridad de jefe de la policía de la ciudad, pero no me pidas, a cambio de ello, que te ofrezcas ni mi juventiud ni mi belleza. Ambas cosas están cumplidametne satisfechas. Y ahora piensa una cosa... ¿por qué no amas así a tu esposa?.
- Porque ella no me entiende. Me hace sufrir.
- Te hacen sufrir tus contradicciones, mentiroso. Tú juegas a poseer la cómoda seguridad de tenerla a ella y de gozar con el placer de engañarla con otras.
- ¡Es que me gustan mucho las mujeres!.
- Si te gustan tanto como dices y eres capaz de demostrarlo... ¡hazla feliz de una vez comprometiéndote de verdad!. Y si no es así... ¡arriésgate a perderla a ella y a todas las demás como hizo él conmigo!. ¡Serías mucho más hombre!.
El de la gabardina, bebiendo de nuevo, quiso seguir intentándolo.
- Pero quién es el... en qué lugar te conoció... a qué dedica el tiempo libre.
- No te voy a dar ninguna pista sobre su personalidad... ¿entendido, policía cotilla?.
El de la gabardina cambió rápidamente de tema pues por ese camino de los celos enfermizos no iba a conseguir más que un rotundo fracaso.
- Es que tu cuerpo es para mí el puente levadizo de un castillo que amo y yo deseo poseer ese castillo -le dijo acercándose al oído izquierdo de ella, para no ser escuchado por dos marineros que acababan de entrar en el bar.
- Espera que les atienda y vuelvo.
Le sirvió a los marineros y, una vez estos sentados, volvió a la parte interna del mostrador.
- Ignoro qué motivos te he dado yo para que tú expreses eso sobre mi cuerpo. Has de saber que lo que tú te imaginas sobre él no te da ningún derecho sobre mí -ya estaba enfadándose de verdad- a la mujer, antes, sólo se la dejaba triunfar por cómo fuese su cuerpo. Su cuerpo era el único factor de atracción y atención. Yo sé que mi cuerpo es lindo pero lo que me gusta de un hombre es que no se quede enamorado del puente levadizo sino del interior del castillo al que te refieres. Y en ese interior sólo entra quien yo deseo que entre y no quien tenga el capricho de entrar. ¿Me has entendido bien, machista?.
- Yo no soy machista. ¡Yo soy un macho!. ¿Por qué sois tan caprichosas las mujeres?.
- Los machista como tú y tú mismo estáis muy equivocados. Las mujeres somos alga más importantes que caprichosas. Somos antojadizas por naturaleza. Tenemos antojos lo cual a vosotros, los machistas, os suena a idioma chino; o sea, no tenéis ni idea de lo que es una mujer. Lo que ocurre es que debemos ser bien interpretadas y tú y los machistas como tú ni sabéis interpretar el cuento de Pinocho... que es bastante fácil de interpretar por supuesto porque siempre sois mentirosos... así que puedes ir cogiendo la puerta y mírate al espejo para que veas cómo te ha crecido la nariz.
El machista de la gabardina se quedó acongojado y sintió que las piernas le fallaban. Se sentó en una silla para poder reponerse de la fatiga mental y de su cansancio físico.
- Te voy a decir la verdad. ¡Mi mujer está envejeciendo!.
- Más motivo para fundirte con ella. Si la abandonas en estos momentos, como hizo Camilo José Cela a pesar de ser mucho más importante que tú pues logró el Nobel de Literatura, habrás perdido la maravillosa oportunidad de verla rejuvenecer.
Al machista de la gabardina ya no le llegaba la camisa al cuello por culpa del bochorno que estaba pasando.
- No sé que decirte.
- Pues entonces largo de aquí.
- Espera... me dejas desarmado... no sabía yo que una mujer tan hermosa fuese, a la vez, tan inteligente.
- Porque tú y los que son como tú ponéis barreras a lo evidente; pero volviendo a lo que te debe de interesar -se lo dijo para evitar cualquier otro vano intento de él- si tu mujer está envejeciendo es posible que la culpa sea tuya. Envejecer no es nada repudiable, cosa que sí hizo, repito, el famoso Cela de las narices que era más mal hablado que un burro en época de celo.
- No entiendo ni jota...
- Ignorante. Te estoy explicando que no es nada repudiable si se sabe ser acompañante y si se sabe descubrir que es una etapa maravillosa porque es aquellla donde todo lo que somos se ha resumido en todo lo que hemos logrado ser.
El de la gabnardina ya no lo intentó más.
- Me acabas de demostrar que sabes muy bien lo que es la verdad de la vida y el milagro de la existencia y que yo, con tanta autoridad como tengo, no he sabido ni cómo rebatirte.
- Entonces, amigo, es tu elección. Si ya lo has aprendido definitivamente le pedirás perdón y le serás siempre fiel y si no has entendido nada sigue actuando como un jamelgo. De las dos manera lárgate y no quiero verte más por mi local. Recuerda que gracias a vuestras mismas leyes hay aquí bien visible un letrero que dice "Reservado el Derecho de Admisión". En tu cuerpo de policía mandarás tú pero en mi cuerpo serrano mando yo. Ni te atrevas a entrar nuevamente aquí o te denuncio porque ya eres para mí un cliente indeseable.
El de la gabardina salió disoparado como una flecha y sin volver la cabeza atrás ante la furibunda mirada de ella.
- Para nombrar a sus líderes, cada gobernante ha ideado a la persona donde se reuniese el compendio de las características propias de su Reino. Y al idealizarlos los convirtieron en seres reales. El Señor Malicia consiguió apoderarse de un gingantesco atleta de perfecciones insuperables y de una hermosura angelical. Era la hermosura diabólica. Con todos esos ingredientes logró un bello ejemplar para la destrucciòn de lo bueno y por eso se llama Matalobueno. La Señora No Saber Nada logró captar como líder, a la Señora Ojos de Murciélago, ejemplo de mujer chismosa, vigilanta de los actos ajenos para andar cuchicheando y murmurando opiniones sin ofrecerse nunca a dar la cara en público. Con ello lograron crear la opinión sin compromiso y formaron el Mucho Miedo ante la verdad. Y el matrimonio formado por el Señor Cristiano y la Señora Esperanza buscaron a un ser que reuniese estas tres características que antes te señalé: hombre totalmente maduro, joven totalmente interesante y niño totalmente ingenuo; para poder así lograr que se impusiese Prueba lo Bueno. Los gobernantes enviaron a recorrer el mundo a sus respectivos emisarios. Cada uno de ellos ha logrado cumoplir sus cometidos.
El joven licenciado, cansado de tantas vivencias continuas, comenzó a dormitar.
- Antes de que te duermas del todo te diré que yo soy el emisario del Reino Celestial y que tú eres el Valiente Por La Verdad que he elegido yo libremente y sin ninguna clase de obligación contra mi propia voluntad.
Se acercó la linda azafata.
- Es simpático... y muy agradable físicamente...
- Si. Lo es. Paero aún lo será más. Déjele tranquilo.
- ¿Qué hace?.¿Es su nieto?.
- No es eso. No es mi nieto y duerme plácidamente porque tiene la conciencia tranquila de quienes no conocen la envidia ni el odio ni la maldad, mientras yo voy a seguir orando por él.
La linda azafata se marchó a seguir con sus labores profesionales y el anciando de las barbas blancas, en total silencio, meditó.
- Fue Albert Eisntein quien dijo: "Dios puede ser sofisticado pero nunca malicioso"
Y antes de dormir él también recitó, con su proverbial memoria, Provebios 16.19 de la Sagrada Biblia Cristiana mientras ponía su mano derecha sobre la cabeza del ya completamente dormido joven licenciado.
- "Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios".
Y antes de dormirse terminó.
- ¡Yo sé que vas a triunfar!
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de Ficcin con algunas realidades verdaderas.

Palabras Clave: Literatura NOvela Ficcin Realidades Conciencia Conocimiento Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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