Setamor (Novela) Captulo 42.
Publicado en Mar 17, 2011
Prev
Next
- Entonces... ¿no hay un lugar para mí en su barco?.
- Lo siento, joven... ¡está completa toda la tripulación!.
- No importa... seguiré buscando...
El apretón de manos fue sincero. Aún perduraba el calor de aquella mano en la del viejo capitán cuando el joven licenciado ya se aprestaba a sbrir la puerta del pub para ir en busca de otra oportunidad.
- ¡Espera!. ¿Puedes venir un momento? -se apresuró a llamarle.
- ¿Es a mí?.
- ¡Sí, sí, a ti!. ¿Tienes tiempo de hablar conmigo?.
El joven licenciado, con su inseparable mochila, acudió de nuevo a la mesa del viejo capitán.
- ¡Siéntate un momento!.
El joven licenciado se sentó en la silla que se encontraba frente a la del viejo capitán.
- ¿Quieres tomar algo?
- Una cerveza.
- ¡Dos cervezas frescas! -ordenò a una bonita camarera.
-¡Ahora mismo les atiendo! -respondió ella.
- ¡Vamos a ver... quisiera que me explicaras algo!. Tú no posees ninguna apariencia física de ser marinero ni tienes trazas de haber estado nunca en un barco... por lo menos en altamar... ¿por qué deseas con tanta ansiedad formar parte de la tripulación de uno de ellos?.
El joven licenciado se animó de nuevo mientras la bonita camarera les servía.
- ¡Quiero conocer el mar!.
- Pero tú vienes de la playa y supongo que has conocido muchas más. ¡Habrás visto numerosas veces al mar!.
- Yo no quiero conocer al mar sino que quiero conocer a la mar.
- Entonces... ¿te refieres acaso al alta mar?.
- Sí. A ese lugar donde los marineros llaman al mar la mar en vez de el mar. Le voy a contar algo si usted desea escucharme.
- Por escuchar no pierdo nada.
- Hace tiempo leí que la mar es el único paisaje que no tiene memoria. Comprendí que lo que quería decir aquel escritor, de apellido Vicent, era que en el alta mar no existe ninguna referencia natural para tener memoria. Las costas no se ven, ni tampoco se ven los faros ni ninguna otra referencia visual salvo si exceptuamos a los aparatos que lleva el barco para dirigirse correctamente a donde quiera que el capitán desee. En lo referente a lo natural, el alta mar, la mar como le dicen entonces los marineros, no tiene memoria. Sus olas son precisamente la falta de ella. Sólo existe el horizonte y nada más. Ese horizonte que nunca acaba.
- ¿Y eso qué tiene que ver con lo que tú estás buscando?.
- Yo busco ese encuentro donde no tener memoria.
- ¿Y eso es una experiencia fundamental para tu vida?.
- Totalmente fundamental.
- ¿Quieres perder la memoria?. ¡Jamás he oído a ningún ser humano buscar tal cosa!.
- No es eso. No quiero perder la memoria sino olvidarla por un momento; porque lo que más deseo es hallar esa única referencia, exclusiva, donde poder encontrar mi verdadera significación como ser humano enamorado.
- ¿Enamorado de la mar?. ¡Qué extraña locura!.
- No. Enamorado de lo que hay más allá de la mar.
- ¿Y de qué cosa te quieres enamorar?.
- Nada de una cosa; quiero enamorar a una chavala.
- Entonces... ¿quieres olvidar o no quieres olvidar?. ¡Estoy hecho un verdadero lío!. Me has alborotado tanto la cabeza que ya no sé qué pensar de ti.
- Quiero olvidar sólo momentáneamente y no es un olvido de lo vivido sino un comenzar de la nada para lo por vivir. Necesito despojarme de todas mis referencias del pasado para hallar lo que busco. Es la única que me falta ya por encontrar y sé que es la que me va a conquistar definitivamente.
- No te entiendo. ¿Quieres que te conquiste la mar o una chavala como la llamas tú?.
- Quiero que me conquisten ambas cosas.
- ¡Vaya jaleo tengo yo ahora en mi cabeza por haberme entretenido en escucharte!. O sea, a ver si me aclaro. Tú no es que quieras claudicar de las experiencias vitales ya vividas.
- Exacto. Así es. Yo lo que quiero es encontrar la experiencia definitiva.
- No lo entiendo del todo. Estoy totalmente sorprendido. Dame un respiro para poder pensar.
El viejo capitán comenzó a pensar... hasta que por fin habló de nuevo después de beber un gran trago de cerveza para serenarse.
- Tienes que saber que mis tripulantes no son así como eres tú. La mayoría, simplemente, vienen para conseguir ganarse el sustento y, aunque es verdad que algunos buscan algo más, son casos muy extraños que no se producen a menudo. Lo que desean esos marineros tan extraños es el olvido y suelen terminar todos por suicidarse.
- Yo no busco ni el olvido ni el suicidio. Busco dar contenido completo a mis ocho sentidos.
- ¿Ocho sentidos?. ¡Pero qué barbaridad estás diciendo!.
- Mire... viejo capitán... yo no voy a explicárselo ahora; pero todos tenemos ocho sentidos en vez de cinco.
- Dejemos eso de los sentidos aparte porque me vuelvo a liar de nuevo.
- Relájese, viejo capitán, relájese y no se ponga nervioso.
- Volviendo a eso de los olvidos y los no olvidos, es la primera vez, a lo largo de mi larga vida como capitán de un  barco, que he escuchado tal petición.
-¿Me puedo marchar ya? -le reclamó el joven licenciado.
- Espera. Dame otro respiro. Déjame pensar...
El joven licenciado bebió un pequeño trago de su cerveza pero el viejo capitán ya se había consumido toda la suya.
- ¿Quieres más cerveza?.
- Yo no.
- Esté bien pero yo sin cerveza no puedo pensar sobre lo que me propones.
- Pues beba cuanto quiera pero dígame ya lo que desea decirme que tengo prisa.
- ¡Bonita! -llamó el viejo capitán a la camarera- ¡Otra jarra de cerveza para este viejo hombre que va a terminar más loco que el holandés errante de tanto escuchar a este joven!.
La bonita camarera le sirvió rápidamente lo que pedía mientras miraba, curiosa, al joven licenciado. Y le sonreía.
 
- Yo no.
Ella entendió el doble mensaje del joven licenciado y prefirió seguir trabajando olvidándose de él.
- Lo he pensado mejor, joven. No vas a formar parte de mi tripulación en el sentido estricto de la palabra pero tengo una labor para ti y serás remunerado por ella.
- No lo entiendo...
- Es muy fácil. A lo largo de una dura travesía un capitán de barco, sobre todo si es tan viejo como yo, pasa una tremenda soledad. Por diversas razones nos sentimos, muchas veces, la mayoría del tiempo aseguraría yo, desconectados de todos los demás. Somos como solitarios que tienen el mando sobre un  grupo de hombres que no nos conocen de verdad y a los que tampoco nosotros los conocemos debidamente... ¿me entiendes ahora?.
- Eso sí, pero no entiendo qué puedo yo significar en todo eso.
- Es sencillo. Quiero que seas algo así como mi invitado de honor. Necesito que alguien sepa quién soy. Contigo puedo comunicarme con facilidad. ¿Aceptas?.
- Aceptar es de personas agradecidas cuando el ofrecimiento es tan digno y sincero como el suyo.
- Entonces...¡termina tu cerveza porque nos vamos!. El barco zarpa dentro de veinte minutos y tengo que decirte que vamos a hacer La Ruta del Bacalao.
El camarote del viejo capitán era ya antiguo pero tenía ese sabor especial de poseer vida... esa vida que se percibe en los habitáculos pequeños pero cómodos. A pesar del tiempo y a pesar del polvo que aparecía por todas partes... ¡y cómo se notaba la falta de unas manos femeninas en aquel aposento!... rezumaba una atmósfera de placer sólo comparable con el gozo de bañarse de la misma manera que el joven licenciado había hecho horas antes en la playa. Se notaba que era el santuario de un solitario pero, a la vez, un refugio para gente necesitada de la paz.
Estaban sentados. El viejo capitán apartó la bitácora de viaje y los demás instrumentos de navegación. Los colocó, momentáneamente, en el suelo y extrajo un manoseado y pringoso libro del cajón de la mesa.
- ¡Este, para muchos, es el mejor libro que se ha escrito sobre nosotros!. Es de Joseph Conrad y se titula, como tú estás viendo, "El espejo del mar". No creas que relata las emocionantes aventuras de algún pirata o los dulces amores de un capitán con la marquesa de turno, ni tan siquiera habla de islas maravillosas con tesoros escondidos. Trata de algo que, para nosotros los viejos capitanes de barco, significa mucho más; porque, sencillamente, trata de nosotros tal como somos en la realidad.
- Pues los libros de aventuras marineras son muy emocionantes.
- Te voy a leer algo de este libro y comporbarás que es más maravilloso que cualquier aventura imaginada. Comprenderás la verdadera profundidad de la vida en la mar.
Comenzó a abrir páginas que tenía señaladas con trozos de papel haciendo la labor de paginadores.
- Yo voy leyendo y luego me das tu opinión sobre cada uno de estos fragmentos. Quiero saber si puedes comprenderlos... porque si es así habrás dado los primeros pasos en tu búsqueda de esa definición que tanto anhelas. Sólo consiste en que completes cada fragmento que leo con algo de tu espíritu. Pero no como si fuera un juego más o menos cultural o literario, sino como ejercicio de tu personalidad.
- Lo intentaré.
- Página 37: "Hay barcos buenos y barcos malos, barcos cómodos y barcos en los que, desde el primer día hasta el último día de la travesía, no hay descanso para el cuerpo ni para el alma ni un segundo. Y los barcos son lo que de ellos hacen los hombres; he aquí un aserto de sabiduría marinera y, sin duda alguna, en lo esencial es verdad". ¿Qué opinas?.
- Lo bueno y lo malo siempre andan dentro de un mismo espacio y, al parecer es algo inseparable porque perduran más allá de nuestro esfuerzo por evitarlo.
- No lo creas tan seguro. No es un axioma absoluto aunque así te lo hayan querido imponer. Para el común de los mortales puede que convivan al unísono, pero para los que hemos sido designados como capitanes no debe ser así. Un capitán es bueno en su totalidad o en su totalidad es malo. No existe el término medio para nosotros porque de nosotros dependen ellos. O los llevamos al puerto o los hacemos naufragar. Y eso, traspasado a todos los demás, también es así; porque hasta el más insignificante de los hombres se encuentra, en algún momento de la vida, con que tiene que ser capitán de alguna causa. Y ahí es donde ambas cosas no pueden estar juntas. Unos se hunden. Otros saben llegar. La maldad termina por perecer y la bondad termina por triunfar. Quienes desen quedarse con ambas cosas siempre serán como la nada en medio del océano de la vida. ¿Lo entiendes?.
- Sí.
- ¡Lo entenderás mejor cuando a ti te ocurra!.
El joven licenciado lo asimiló.
- Pñaginas 40 y 41: "A partir de entonces no había dejado de abrigar en secreto una acerba idea de mi radical temeridad. Pero en conjunto, y a menos que el apretón de manos de un  hombre al despedirse no signifique nada en absoluto, concluyo que al término de dos años y tres meses acabamos por caernos el uno al otro bastante bien. El vínculo que nos unía era el barco; y en eso se diferencia, a pesar de tener atributos femeninos y ser amado de un modo muy irracional, un barco de una mujer". Tengo que aclararte que la palabra barco, en inglés, es femenino y es uno de los poquísimos objetos dotados de género en la lengua inglesa. ¿Qué dices?.
- Que el apretón de manos de un hombre siemrpe significa algo: o una hipocresía o una sinceridad; el sentimiento hacia un barco es como besar a una mujer.
- Excepto cuando besar a una mujer se tome sólo como un compromiso para cumplir. Amar a un  barco debe ser irracional igual que debe ser besar a una mujer; pues si en ese acto empleamos la razón estamos dando un lugar a la duda interesada. Pero hay más, y he aquí la diferencia, cuando besamos, de verdad, de esa manera irracionalmente verdadera, a una mujer la estamos amando porque en ese caso estamos esperando siempre una salvación; pero cuando amamos a un barco no sólo estamos esperando una salvación sino que nos obligamos a cumplir con esa salvación. La mujer puede que nos ayude, el barco sólo espera que le ayudemos. ¿Has comprendido esta sutil diferencia?
- Sí.
- ¡La comprenderás mejor cuando estés bajo una tormenta!.
El joven licenciado asimiló.
- Página 46: "Al igual que los hombres de escrupuloso honor crean un elevado modelo de conciencia pública que se halla muy por encima del uniforme nivel de una proba comunidad, así los hombres dotados de esa pericia que llega a ser arte en virtud de su continuo esfuerzo elevan el uniforme nivel de la práctica correcta de todos los oficios de tierra y mar". ¿Qué respondes?.
- Quen todo hombre, para ser llamado como tal, se debe esforzar hasta alcanzar el límite de su dignidad.
- Aún más allá del límite que, cómodamente, nos suponemos. El límite de la dignidad no está escrito en los libros de conducta sino en el interior de nuestros actos. Un libro de conducta digna siempre estará escrito por alguien que se ha motivado hacia un interés llamado control de la personalidad. Nuestros actos son algo que deben superar ese control cuando buscamos ser modelos de conciencia pública. El capitán de un barco debe actuar de tal modo que la mar, y no los libros, le dignifiquen. Trasvasa eso a la tierra y podrás deducir que el acto de un hombre digno lo debe enjuiciar su oficio y no el código de conducta elaborado por quienes controlan ese oficio y que se llama Reglamento. Los capitanes de barco, como todos los demás capitanes de este mundo, actuamos muy por encima de un Reglamento, actuamos de acuerdo con un principio más elevado y que no se llama apariencia sino que debe estar regido por la sinceridad. ¿Cuántos Reglamentos son insinceros?. Todos. Superar esa insinceridad es la verdadera dignidad. ¿Lo has captado?.
- Sí.
- Pues más lo captarás cuando te enfrentes a los códigos.
El joven licenciado asimiló.
- Páginas 46 y 47: "El amor y el pesar van cogidos de la mano en este mundo de cambios más veloces que el desplazamiento de los límites reflejados en el espejo del mar". ¿Qué sientes?.
- El amor y el pesar son las dos caras de una misma intensidad bifacial. El amor es la cara que se contempla. El pesar es la cara oscura que nadie ve. El amor es lo que se vive. El pesar es lo que se oculta.
- Sólo que ambos, el amor y el pesar, son reflejos en un solo espejo. El mar nos refleja la realidad pero en el interior  de la mar está la realidad. Así ocurre con el amor visible y el pesar oculto: dos reflejos en el espejo de nuestra alma. Pero ¿qué hay en el interior del alma?. La realidad de ese amor y ese pesar. Y por eso son algo que sólo pueden sentir los hombres verdaderos. Un capitán conoce no el reflejo superficial sino la realidad profunda del amor y del pesar. Y sólo eso es lo que hace posible que un verdadero capitán transmita esa realidad a sus tripulaciones. ¿Lo has interiorizado?.
- Sí.
- Pues más lo interiorizarás cuando tengas que transmitirlo.
El joven licenciado asimiló.
- Páginas 49 y 50: "Para que los términos de la relación de un barco sean de fructífera asociación lo que interesa saber no es lo que ese barco dejará de hacer, lo que muy bien se debería tener es un conocimiento preciso de lo que está dispuesto a hacer por uno cuando se le pida que muestre lo que se guarda en sí por un movimiento de simpatía. A primera vista no parece grande la diferencia entre ambas formas de encararse con el difícil problema de las limitaciones. Pero hay una gran diferencia. Y consiste en el espíritu con que se aborde el problema. Después de todo, el arte de gobernar barcos tal vez sea más bello que el de manejar hombres. Y como todas las bellas artes, debe estar cimentado en una amplia y sólida sinceridad que, como una ley natural, rige infinidad de fenómenos diferentes. Los propósitos del esfuerzo llevado a cabo han de ser claros y francos. Uno le hablaría de distinto modo a un carbonero que a un profesor. Pero ¿es eso doblez?. Yo niego tal cosa. La verdad radica en la autenticidad del sentimiento, en el reconocimiento auténtico y sincero de los hombres, tan parecidos y tan distintos, como compañeros en los azares de la vida". ¿Qué interpretas?.
- Lo importante no es aquello que dejamos de hacer y que suele ser aquello que no nos completa sino que aquello que hacemos sea lo suficientemente rico y profundo para que no sólo nos llene a nosotros sino que nos rebose de autenticidad. Interpreto que, cuando ponemos a la sinceridad como motor de lo que ofrecemos, el propósito de nuestro esfuerzo se culmina en algo reconocible y asumible por los que nos rodean. Eso es la autenticidad del sentimiento.
- Debes de tener en cuenta que esa autenticidad es el principio del compañerismo y que sólo en base a eso nos convierte en auténticos si reside en la positividad de lo que ofrecemos. Un capitán, además de todos los valores que antes te he citsado, debe poseer el carácter de la autenticidad. Eso es lo que diferencia al líder natural del líder artificial. Muchos han creado, artificiosamente, líderes que luego se demuestra que son de pies de barro. El verdadero líder, el verdadero capitán, no se derrumba ni aún cuando comete errores; porque es auténtico. El verdadero lider, el verdadero capitán, es capaz de ofrecer el mismo producto a un carbonero que a un profesor aunque la forma de presentar ese producto tenga envoltorios diferentes. Un capitán de barco, al igual que un líder auténtico, debe saber utilizar los distintos lenguajes que sus subordinados esperan, porque eso les dará confianza y les demostrará que lo que está ofreciendo es la verdad de sí mismo y la verdad de ellos. ¿Has interiorizado?.
- Sí.
- Pues más lo vas a interiorizar cuando tengas que expresarlo.
El joven licenciado asimiló.
- Página 79: "Un barco no es un esclavo. No hay que forzarlo en una mar gruesa, no hay que olvidar nunca que uno le debe la mayor parte de sus ideas, de su habilidad, de su amor propio". ¿Qué deduces?.
- Que los barcos, al igual que los hombres, tienen el derecho inalienable de ser libres para dejarse dirigir. En los momentos de apuro sólo la libertad es lo que sirve para poder obedecer. Las ideas, la habilidad y el amor propio, que son tres cualidasdes de la capacidad de mando, sólo son efectivas si se desarrollan dentro del marco de la libertad.
- Pero debes de considerar que el verdadero capitán debe ser lo suficientemente inteligente como para interpretarle a su barco y, por extensión, a sus hombres, una ética moral que sea asumida sin coartar, para nada, la libertad del barco ni la de sus hombres. No olvides eso que es muy importante para que la libertad se traduzca en un producto válido. Si no se consigue así es mejor renunciar. Ahí estriba la verdadera inteligencia del líder natural. ¿Lo has descubierto?.
- Sí.
- Pues más lo descubrirás cuando lo hagas efectivo.
El joven licenciado asimiló.
- Página 92: "El barco se pierde o no se pierde. Una vez varado, hay que hacer por él todo lo posible. Se le puede salvar a base de esfuerzo, a base de inventiva y fortaleza para poder aguantar la carga de la culpa y el fracaso, ¿Qué deduces?.
- Que cuando todo parece perdido tenemos que tener una última jugada llamada esperanza. Con ella, y sólo con ella, podemos convertir un fracaso en un rotundo éxito.
- Pero debe ser una esperanza que huya de lo abstracto y de lo absurdo y se concentre en lo concreto y lo verdadero para que ofrezca una respuesta válida.
Sólo a través de una esperanza que contenga, en su interior, una respuesta válida y valiosa existirá una solución verdadera y valiosa. ¿Lo has hecho tuyo?.
- Sí.
- Pues más lo harás cuando lo ofrezcas.
Sonó la puerta del camarote y, acto seguido, la voz del segundo de a bordo.
- ¿Doy la voz de zarpar, mi capitán?.
- ¡Zarpemos!.
El viejo capitán volvió al diálogo con el joven licenciado.
- Si quieres puedes ir, ahora, a cubierta para contemplar cómo se va perdiendo de vista la memoria de la costa.
- No. Prefiero saberlo sólo cuando la hayamos perdido definitivamente de vista; porque no quiero sentir el deseo de volverme hacia atrás.
- Eso es un acto de valentía.
- Es un acto, al menos, de responsabilidad y de coherencia.
- Te aplaudo. Eres verdadero. Y ahora una última cosa que no tienes que interpretar pero que quizás tengas que experimentar. Un barco no es responsable de las locuras que pueda cometer alguno de los tripulantes; pero el capitán tiene la obligación de ser responsable y luchar, hasta el último momento, para que eso no ocurra. No quiero decir que lo consiga o no lo consiga, pero debe estar ahí, intentando salvar hasta lo imposible. Que lo logre o no lo logre no le va a desvalorizar en nada pero que no esté presente en ese esfuerzo sí, porque le convertiría en un cobarde. El valor de estar presente ante una angustia ajena es el verdadero valor consigamos o no consigamos salvar dicha angustia ajena. Así somos los verdaderos capitanes.
Página 1 / 1
Foto del autor Jos Orero De Julin
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 227 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Novela de Ficcin con algnas realidades verdaderas.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficcin Realidades Conciencia conocimiento Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy