Setamor (Novela) Captulo 38.
Publicado en Mar 13, 2011
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- Tú y yo nos vamos ahora al Casino. Los demás ya sabrán lo que tienen que hacer.
- No me digas que vas a jugar... -le respondió el joven licenciado.
- Hermano... -continuó el de las zapatillasde de color lila- la inteligencia es un don que hay que saber desarrollar. Yo siempre he tenido la idea de que el dinero sólo sirve para utilizarlo pero jugárselo todo, en una sola noche, es una estupidez. Por supuesto que no voy a jugar.
- ¿Sabes lo que te digo yo?... ¡que para qué queremos a un amigo si no es para acompañarle!. ¡Vamos!.
- Me han dicho que es muy peligroso ir con un negro, por la noche, en este pueblo.
- Yo no voy con un negro; voy con un amigo.
- He podido comprobar que eres valiente pero no tanto como me acabas de demostrar.
- Sólo hay tres grupos, en realidad, que no son racistas: los millonarios, los artistas y los inteligentes... y yo pertenezco, y perdona por decirlo tan claro,a los tres; porque aunque me veas como me ves ahora eso lo he decidido yo libremente.
- Yo ahora te veo millonario de ideas, inteligente con clase y artista por naturaleza.
- Pues también soy, créetelo, millonario con clase, inteligente por naturaleza y artista de ideas.
- Hasta puedes ser que seas millonario por naturaleza, inteligente de ideas y artista con clase.
- No hablemos más... -cortó, suavemente, el joven licenciado.
Y se encaminaron hacia el Casino.
El bar del Casino, amplio de espacio y generoso de decoración, estaba ya a la mitad de su capacidad. Las gentes, buenas gentes y malas gentes o gentes no tan buenas, iban acudiendo a medida que las manecillas del reloj no cesaban en su caminar. Era algo así como un acompasamiento entre los seres humanos y el tiempo; ese tiempo que tanto acompañaba al joven licenciado y, a la vez, a toda la Creación.
- Ponte cómodo que la noche sólo acaba de comenzar y nosotros no tenemos ninguna prisa -dijo el de las zapatillas de color lila.
El joven licenciado miró hacia el reloj principal. ¡Otra vez las doce menos veinte!.
- ¿Ves esa hora? -le preguntó al otro.
- Sí... pero para mí sólo significa un momento similar a cualquier otro momento.
- Pues no te lo creas así...
- ¿Acaso tienes alguna teoría que yo no conozca?.
- No es una teoría. Es un principio. Las doce menos veinte de la noche es un principio que puede convertirse en eterno si sabemos conseguir atraparlo y penetrar porfundamente en él.
- ¿No ocurre eso con cualquier otro momento?.
- Con cualquier otro momento no... porque precisamente es en ese momento que tú estás contemplando cuando se paró, hace años, el corazón de un sentimiento. Y era el corazón de un sentimiento sincero aunque equivocó su camino.
El de las zapatillas de color lila se quedó observándole intentando descifrar qué era lo que le decía aquel personaje tan singular.
- ¿Pedimos un par de dervezas? -cortó su interpretación el joven licenciado.
- De acuerdo -y el de las zapatillas de color lila siguió esperando...
- ¡Pónganos dos cervezas, por favor! -pidió al camarero.
El joven licenciado guardaba silencio. El de las zapatillas de color lila ya empezaba a impacientarse. Hasta que intervino sin poder aguantar más.
- ¿Por qué no sigues?.
- Te estoy demostrando mi principio llevándolo a la práctica.
- Pero estás sin decir ni hacer nada.
- Eso es. Estoy captando el profundo silencio de ese momento en donde puede ocurrir todo lo que tu imaginación dé de sí.
- Empiezo a entenderlo...
- Si sigues captando sensaciones no sólo lo entenderás sino que lo vivirás del todo.
- ¡Qué ejercicio más extraordinario!. Incluso puedo estar atento a todo lo que ocurre a mi alrededor sin dejar por ello de permanecer en mí. ¿No será alguna adaptación de alguno de esos sistemas pseudoreligiosos de carácter hindú o algo por el estilo?.
- No es nada de eso. Es algo mucho más sencillo de entender y no contiene dogmas de ningún gurú.
- Entonces... ¿qué es?.
- ¿Por qué tenemos que aplicar definiciones a algo que puede ser tan sencillo que está al alcance de cualquiera?. ¿No te das cuenta de que lo único que estoy haciendo es vivir una intensidad?. Esto no tiene que ver nada con ningún planteamiento filosófico, ni psicológico, ni tan siquiera religioso.
- ¿Y dónde aprendiste, por primera vez, esta forma de actuar?.
- En un humilde lugar con gentes que no importaba saber de qué lugares vinieran o saber hacia qué lugares se irían.
- ¡¡Qué haces aquí, negro!! -bramó cerca de ellos.
Se dieron cuenta, entonces, de que estaban rodeados por cinco energúmenos vestidos con chaquetas y pantalones de cuero de color negro, adornados con cadenas y unos tirantes colgándoles hasta el trasero, con gruesas botas de militar de color negras y punteras metalizadas que expandían un olor nauseabundo y que llevaban bates de béisbol en las manos derechas... excepto el que había bramado aquel saludo. Éste estaba apuntando con una pistola al de las zapatillas de color lila.
- ¡¡Qué haces aquí, blanco!! -respondió de la misma manera el negro.
El resto de los que se encontraban en el bar se habían ya apartado dejando, completamente solos, a los dos amigos.
- ¡Mátalo ya de una vez! -gangoseó uno de los otros cuatro.
- ¡Primero quiero ver si es tan hombre como aparenta!.
- ¡No sólo soy el hombre que aparento sino que soy el hombre que soy! -volvió a responder el de las zapatillas de color lila.
- ¡Y si yo te dijera que tú, y por supuesto ese renegado que te acompaña, sólo sois dos perros!.
- ¡Me echaría a reír profundamente! -continuó el de las zapatillas de color lila.
- ¡Pues te doy sólo diez segundos para que te rías todo lo que quieras porque ya no volverás a hacerlos más!.
Diez, nueve, ocho, siete, seis... las manecillas del reloj seguían avanzanzando... cinco, cuatro, tres, dos, uno...
- ¡¡Corred!! -dijo espantado el más cercano a la puerta de aquellos cinco energúmenos.
- ¡¡Han venido cuatro negros más!! -se asustó, tamnbién, el gangoso.
Y los cuatro, dejando cobardemente al que les dirigía, se abrieron paso a trompicones y salieron del local a toda carrera.
El de la pistola aprovechó el descooncierto para tirar la pistola al suelo.
- ¡¡Estoy desarmado!! -gritó despavorido mientras levantaba las manos.
El de las zapatillas de color lila le agarró, repentinamente, por el cuello y, apretando, se dirigió al joven licenciado.
- ¿Lo ahogo?. ¡A mí no me importa ahogarle!.
- Nungún ser humano tiene el derecho de matar a ningún otro ser humano.
El de las zaptillas de color lila soltó el cuello del energúmeno pero le agarró, rápidamente, por las solapas de la cazadora d ecuero de color negra y lo acercó hacia donde estaba el joven licenciado.
- ¡Mirale a los ojos y dale las gracias... porque él te ha salvado la vida!.
El energúmeno tenía la cabeza agachada.
- ¡Que le mires de frente y le des las gracias! -repitió el de las zapatillas de color lila.
- ¡Gra... gra... gracias... gracias... gracias!.
- ¡Vete, cobarde! -y le soltó.
El energúmeno salió a toda prisa y sin mirar a nadie. Llevaba su mirada en blanco como quien se acaba de despertar del algún sueño soporífero.
- ¿Le perseguimos? -preguntó el de la piel más negra de todos, que fue uno de los cuatro que acababan de llegar.
- No -le contestó el joven licenciado- es un arrepentido.
- ¿Tú eres cristiano? -le interrogó el de las zapatillas de color lila.
- ¿Por qué me preguntas eso? -contestó el joven licenciado.
- Porque, perdóname lo que te digo, pero actúas como un cristiano.
- Eso para mí no es un insulto.
Se acomodaron, de nuevo, junto a la barra del bar mientras los otros cuatro negros se sentaban alrededor de una mesa de juego.
- ¿Quieres que te cuente algo? -volvió a decirle el de las zapatillas de color lila.
- Para eso estamos aquí... -suavizó el joven licenciado aquel momento tan tenso que estaban viviendo.
- A mi país llegaron, no hace muchos años, unos hombres que nos hablaron de un tal Jesucristo y lo que hizo en su época. ¿Tú crees que existió de verdad y de que existe porque resucitó y fue a los cielos?.
- Yo creo que existió, resucitó y está en los cielos. Lo demuestran muchos documentos históricos.
- ¿Y tú que opinas de lo que hizo?.
- Sea o no sea yo cristiano, lo que hizo fue todo positivo y sólo por eso es digno lo que hizo.
- ¿Te has fijado que ese energúmeno al que has perdonado la vida, llevaba un crucifijo con la imagen de Jesucristo?.
- Eso no implica que sea cristiano. Cuando yo era un niño, y no lo he olvidado nunca, me dijeron que el mismo Jesucristo predicó que en su nombre se cometerían verdaderas atrocidades.
- Me quitas un peso de encima... porque yo estoy a punto de regresar a mi país para ayudar a esos hombres que te he citado. Son misioneros cristianos.
- ¿Por qué lo haces?.
- Porque a lo largo de todo mi caminar, en estos años, no he visto un valor semejante al de ellos.
- Yo sólo te puedo aconsejar que seas siemrpe fiel a tu conciencia y si tu conciencia te dice ir con ellos vé con ellos.
- ¿Sabes otra cosa?. Todos nosotros, los que hemos tenido que salir de nuestros países por diversas causas, sólo estamos deseando volver para poder aplicar lo que hemos aprendido fuera de nuestros propios países. Nuestro peregrinaje tiene un sentido de cruzada y ese es el de elevar social, económica y políticamente a los nuestros.
- Entonces nos tardes en hacerlo...
- Vámonos... -dijo el de las zapatillas de color lila.
Salieron del Casino.
- ¿Hacia dónde vas? -volvió a decir el negro.
- Hacia el norte.
- Yo me voy contigo.
- ¿Sabes que aún no sé cuál es mi destino en concreto?.
- No me importa. Me voy contigo.
- Yo soy cristiano -afirmó el joven licenciado.
- Y yo deseo aprender a serlo.
Y se fueron.
- ¡¡Quedan ustedes dos detenidos!! -anunció el policìa abriendo, de una patada, intempestivamente la puerta del caserón.
- ¡¡Te lo dije!!. ¡¡Te lo dije!! -exclamó el ayudante del capataz.
- ¡¡Cállate!! -voceó, bramando, el capataz.
- ¡¡Es ya absurdo callar!!. ¡¡Lo saben todo!!.
- En efecto, lo sabemos todo -respondió el inspector de paisano que iba junto con el policía.
- ¡¡Quién ha sido el chivato!!.
- No importa quién ha sido. Sólo es un arrepentido y tendrá un futuro mucho mejor que el de vosotros porque vosotros váis a pasar en chirona bastantes décadas... muchas más décadas de las que os imagináis
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de Ficcin y algunas realidades verdaderas.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficcin Realidades Conciencia Conocimiento Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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