poesía de la buena, de Hugo Mugica
Publicado en Mar 01, 2011
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ALBA
 
Quieto,
 
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
 
Quieto,
 
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
 
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
 
hay una fe que es absoluta:
 
                      una fe sin esperanza.
 
 
HAY PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO
 
 
Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
 
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
 
que no se agitan,
                     tiemblan.
 
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
         de un torso de mármol,
 
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
 
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
                  donde morir de carne,
 
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
 
 
HACE APENAS DÍAS
 
Hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
 
Cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
 
Hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
               sobre el mármol de su tumba.
 
Bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
                             ahora que he muerto en otro.
 
 
ORILLAS
 
Afuera ladra un perro
 
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
 
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
 
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
             como bordes de la misma herida.
 
Adentro no cabe adentro,
 
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
                            los que me anuncian mi nombre.
 
 
NOCHE ADENTRO Y NO DUERMO
 
A lo lejos, en un atardecer
en que el otoño
es un lugar en mi pecho,
comienzan a encenderse las ventanas,
 
mi nostalgia
por estar donde bien sé que al llegar
volvería a estar afuera.
 
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
 
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
 
Poco a poco se apagan las luces,
 
es el lindero de una  noche y otra noche,
la frágil vecindad
            del miedo y la esperanza.
 
El último día podría ser éste que termina,
esta noche
en la que aún escribo
 
igual, pero sin una ausencia nueva
                                         para seguir esperando.
 
 
HASTA EL FINAL
 
Vi un perro negro muerto
en la calle,
aplastado en medio de la acera, manchado,
porque nevaba.
 
Vi la vida, allí mismo,
y no había más que eso: la coartada
del inocente: pagarlo todo.
 
Sentí en la nieve la vida y me vi morir
como un animal que se resiste
hasta lo último
 
hasta el deseo de ser rematado,
 
hasta el gemido final,
el que pide perdón por todo crimen ajeno:
                                                 el que perdona a dios.
 
 
UN PEDAZO DE HAMBRE, UN VASO DE AGUA
 
Fiel a lo humano,
 
al tamaño de lo que los brazos
mecen,
a la fiesta
de  lo que en las manos cabe,
 
a la callada esperanza
que es no apretar los labios.
 
Fiel a un vaso de agua
y al pedazo de hambre
                  que otro cuerpo nos trae,
 
fiel sorbo a sorbo, hambre a hambre.
 
Fiel al pudor de apenas una seña,
apenas el abismo
del otro
cuando el silencio
calla la piel que nos separa.
 
Fiel al límite de morir hombre,
de haber abrazado el vacío
                            que ese mismo abrazo llenaba.
 
   
LO ABIERTO
 
 
 
Cae quieta la lluvia,
                lo abierto mana.
 
Cae la lluvia, cae sobre
la espera,
 
en la caída la lluvia es su camino
                                  y el camino su llegada.
 
Hay que osar lo abierto y la caída:
                                     el desierto de la sed
                                                          no la sed del desierto.
 



EN PLENA NOCHE
 
 


También en plena noche
la nieve
se derrite blanca
 
y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.
 
Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,
            
la que nos expande
las pupilas.
 
Lo que busca con su bastón
                          el ciego es la luz, no el camino.  
 
 
EL ANUNCIO

 
Raro relámpago del
instante,
 
brilla y ciega sobre
                   un plato blanco y vacío.
       
Hay que acoger el fulgor de la ausencia,
 
  reflejar
  el don de lo que no está
                         en cada cosa que creamos.
 
 
 
AFUERAS
 
Puerta en medio del campo:
                       lindero y puente entre dos afueras. 
 
El borde del salto no es una orilla, es la vida,
                                                               al borde de cada vida.
 
 
SED ADENTRO  
 
  La boca abierta bajo la lluvia
                                      y el agua buceando el alma.
 
  Sed adentro
  hasta donde el mar se seca noche,
                                           hasta donde la sed amanece playa.
 
 
PARTIDA A PARTIDA

 
I
 
Sin ropa se nace,
se brota
 
desnudo se llega:
             partida a partida.
 
 
II
 
No tener adónde ir
             no es que nadie nos espere,
 
es no tener dónde regresar:
                                     la muerte es nacer afuera.
 
BAJO LOS TECHOS

 
Bajo los techos
se oyen respirar los sueños
               en el callar de la noche;
 
en la calle
 
un niño,
sin sombra ni rumbo,
 
recorre el vacío de dios, paso a paso
                                  desanda su esperanza.

INFANCIA
 
 
Llueve
y al árbol le pesan sus hojas,
                           a los rosales sus rosas.
 
Llueve
y el jardín huele a infancia,       
                   
a cercanía de todos los milagros,
                                  a ausencia de todas las memorias.
 
   
INSTANTE
 
Unas hojas,
unas pocas hojas sacudidas
                               por el viento.
 
Un temblor en oscuro bosque,
                                    un destello de vida,
                                                          un instante de niño.
 
RESPLANDOR
 
 
Ya noche,
          caminando,
 
vi el instante de un relámpago                                
                                sobre el charco de una calle,           
 
cerré los ojos
y, blanca e inmensa, y a la vez serena,
                                                    se encendía un alba. 
 
NIEVE AL VIENTO
 
Copos de nieve al viento,
                   caen desde su ahora,                                  
                                          caen sobre su aquí.
 
Cuando no hay ayer, cuando
hoy es olvido,
no hay con qué imaginar mañanas:
                                     hay sólo lo que siempre hay, 
                                                                  hay este estar naciendo.
 
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sobre Hugo Mugica

Palabras Clave: Poesía de Hugo Mugica

Categoría: Poesía

Subcategoría: Poesía General



Comentarios (5)add comment
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Eduardo Fabio Asis

Estimados amigos, gracias por sumarse a este homenaje y leer a Hugo Mujica... compartimos el gusto por su poética... saludos. salud!
Responder
March 03, 2011
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Un admirable escritor Eduardo, yo leì de èl "La palabra inicial" y algunas poesìas
Buena entrega....felicitaciones
Responder
March 02, 2011
 

Hoz Leudnadez

De la buena... y citada por uno de los buenos... de este muladar de tinta
bien por esta Fabio
qué es bueno recordar...
Responder
March 01, 2011
 

Guillermo Capece

Muy buena tu elleccion; la verdad. siempre mire a Hugo Mujica de reojo... tratare de modificar mi prejuicio.
Saludos
Guillermo
Responder
March 01, 2011
 

Leticia Salazar Alba

ES UN TEXTO DE UNA GRAN EXTENSIÒN, PERO COMO TU LO DICES ESPOESÌA DELA BUEN A DE LA EXCELENTE QUE ES UN GUSTO LEERLA, TE FELICITO,LETY UN ABRAZO
Responder
March 01, 2011
 

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