Terremoto en mi Iglesia. Mucho deber cambiar.
Publicado en Feb 04, 2011
El terremoto de mi querer
destruye la cúpula, digo también, la cópula de las catedrales suntuosas, con los privilegios fieros. Altas clases sociales, esclavistas, aliados acérrimos de altos dignatarios del ministerio sacerdotal. Ante estos males, tan malos, tan horrendos, me vuelvo cóndor caliente con su condesa virgen desnuda de oro y sobre altísimos volcanes, desde mis partes bajas predico el terremoto que viene. Brindo por los pies hermosos de los que tienen heridos sus pasos por el mundo inmundo que los arrojó a la calle y duermen en las puertas de los templos y son hostias vivas, iguales que esa otra Hostia, que adentro espera cautiva la liberación de los oprimidos. Se aproxima el día, falta menos, que los pueblos exijan y un obispo deba besar, el pie dolido, del Cristo que pedía limosna en la puerta de su Catedral, convertida en kiosco para engañar con golosinas, el hambre que no entendieron y por eso, supieron engendrar. Parece mentira, pero otros macabros también cayeron, el Imperio Romano, Hitler y otros más. ¿Quién dice que la casta encubridora de pedófilos se deba perpetuar?
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