Comienzan a aparecer alas, alas de mariposa...
Publicado en Jan 31, 2011
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Esa mañana parecía diferente, apenas abrió los ojos vio aparecer un rayo sol que se colaba entre las cortinas de color azul, que oscurecían aún más la triste sala número treinta y dos del Hospital de Curicó.
Su mentalidad era diferente esa mañana, ayer perdía las esperanzas, pero esa noche había tenido un sueño reparador. Soñó que estaba en un campo enorme, lleno de flores de todos los colores posibles, había ovejas, y junto a ellas un joven pastor que los guiaba por el camino correcto y les daba alimento.
El joven tenía buena apariencia, se veía apuesto y muy vital. En el sueño, ella se acercaba a preguntarle el nombre, -Me llamo Pedro, le dijo el muchacho, y estoy pastando a mis ovejas.
La muchacha, se veía radiante, como en sus mejores tiempos. Le preguntó por qué en ese campo tan hermoso no había nadie más que ellos. -Este lugar es único, le respondió él, se conoce como el parque de las mariposas. -el parque de las mariposas, refraseó la joven con expresión dubitativa. -Sí, contestó Pedro, se llama así porque todos los que llegamos acá, tenemos una oportunidad de volar.
La joven parecía no comprender, -¿Cómo podría volar, si no tengo alas?. -Por lo mismo, contestó Pedro, lo de volar es sólo una metáfora, porque sabemos que es imposible, que es como un sueño, como para las orugas cuando se inician, no pueden hacer movimientos y tienen mal aspecto, sin embargo, llega un momento en que sus alas aparecen y se llenan de color, y es ahí cuando pueden volar y llenar nuestros paisajes con su armónico vuelo.
¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? -Que al igual que las mariposas, nosotros somos personas que hemos nacido luego de estar creer que ya no teníamos salida, y tenemos la posibilidad de emprender un nuevo vuelo. Hemos pasado momentos difíciles, tanto así que hemos perdido las esperanzas d continuar haciendo lo que amamos, sea lo que sea. Sin embargo, tenemos la oportunidad de volver a la vida, de salir de ese capullo en el que estamos y de volar al mundo nuevamente, podemos echar a volar nuestros sueños, nuestra imaginación, nuestra vida.
Ahora comprendo, contestó la joven. Yo estoy hospitalizada hace tres meses, los doctores dicen que mi enfermedad es extraña, nadie puede darle un nombre científico, por lo mismo, prefieren mantenerme en observación. Ha habido veces en que siento que se me acaba la fuerza, pero siempre hay algo que me levanta, que me pone de pie y me devuelve las ganas de seguir.
-Me tengo que ir, dijo Pedro, aún me queda camino por recorrer junto a mis ovejas. Pero antes de separarnos quisiera saber tu nombre, hemos conversado largo rato y aún no sé como te llamas. -Soy Magdalena, contestó la joven. Gracias por este momento, ahora me siento como una mariposa que ha salido de su capullo, y todo es gracias a ti.
No me des las gracias, Magdalena, eres tú quien se está dando esta nueva oportunidad de renacer, por favor, no la pierdas. Mira a tu alrededor, mira esos campos los árboles y sus frutos, mira mis ovejas como se sienten libres en este lugar. Yo pasé por una situación similar a la tuya, y cuando sentí que no había más por hacer, una luz apareció en mi vida y me ayudó a comprender que mi realidad no estaba en las cuatro paredes de un hospital, sino que estaba acá afuera, en el mundo real.
El muchacho se alejó por entre los cerros y el sol comenzó a ocultarse junto con él. En ese momento, Magdalena despertó de su sueño.
El rayo de sol le daba justo en los ojos, por lo que se levantó, como no lo hacía hace varios días y abrió las cortinas por completo. Era justo que ese calor lo sintieran los demás internos con los que compartía la sala.
Cuando llegó el doctor a hacer la ronda matutina, Magdalena lo recibió con una sonrisa en su rostro. -Dr. Creo que es hora de salir de este lugar. El doctor, sorprendido se sintió bastante extrañado por el comentario de la joven.
La verdad es que me siento bien, declaró Magdalena. Hoy, al despertar, me di cuenta de que he perdido tres meses de vida aquí adentro. -Magdalena, tu situación es incierta, comentó el doctor. -Los sé, respondió ella, pero también sé que allá afuera hay un mundo entero esperándome. Puedo continuar visitándolo, haciéndome exámenes, puedo seguir la misma rutina que acá, pero por favor, no me quite la oportunidad de volver a ser una alegre mariposa, dijo la joven.
El doctor, aún con cara de sorpresa, asintió a la petición de Magdalena. -Seguiremos tratándote, continuarás cuidando tu salud y tal vez en un tiempo más, vuelvas a ser la misma de antes. Sólo espero que seas feliz, eres joven y linda, podrías hacer una hermosa vida si así lo deseas.
La situación de malestar permanecía, pero al pensar en todo lo que podría vivir saliendo de ahí, se hacía cada vez menor. -Por favor, Magdalena, al primer mareo, malestar o descompensación que tengas, vuelve. Aquí tenemos un lugar para ti. -Está bien doctor, gracias por todo.
Su rostro estaba iluminado, sus mejillas color rosa hacían una perfecta combinación con el verde de sus ojos.
Sus padres no lo creían, hace apenas un día su hija estaba postrada en una cama, y hoy sin saber cómo, se veía más vital que cualquier persona.
En cuanto volvió a su casa, pidió a sus padres llevarla al campo, una nueva sorpresa, ya que los abuelos de Magdalena vivían allí, y ella siempre detestó ese lugar. Sin embargo tomando, las precauciones necesarias, prepararon todo para irse a Longaví.
Cuando estaban allá, todos celebrando la recuperación de la joven, ella pidió a su madre que le permitiera salir un rato a recorrer el fundo de su abuela, asustada por dejarla sola, pero con la convicción de que estaría bien, su madre asintió, advirtiéndole que no se alejara mucho, el campo era demasiado grande.
Magdalena, sonriente salió y comenzó a caminar sin rumo, a lo lejos divisó un jardín lleno de flores de colores diferentes, se veía mágico, todos los colores del mundo estaban allí, o al menos eso parecía.
De entre las flores, apareció una mariposa con doradas alas, Magdalena emocionada intentó cogerla, sin embargo, la mariposa emprendió vuelo lentamente. La joven la siguió por un rato, parecía estar jugando. Cuando había caminado por caso veinte minutos, encontró en el camino un rebaño de ovejas, junto a ellas, un apuesto joven permanecía sentado sobre una gran piedra.
La joven, sorprendida y con los ojos casi llenos de lágrimas lo miró con atención. -Hola Magdalena, soy Pedro; te estaba esperando.
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Foto del autor silvana
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Descripción

momentos...

Palabras Clave: renacer

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
menos espacio | mas espacio

WIZARD

WOOOOOOOO ME QUEDE SIN PALABRAS..........FELICITACIONES
Responder
February 14, 2011
 

silvana

Gracias!
=)
Responder
February 16, 2011

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busy