LENA Y "LA CANTINA DEL PRESO"
Publicado en Jan 13, 2011
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Cuando José despertó vio a Lena sentada sobre los pies de su cama; refregó sus ojos con sus manos no una, sino, varias veces como no pudiendo creer que en realidad era ella quien estaba allí, sonriente, callada, observándolo casi con timidez.
- ¡Lena! -exclamó José- pero... ¿qué haces aquí?
- ¿Acaso debo pedir permiso para visitarte? -preguntó ella en tono desafiante.
- ¡Pues deberías! Más aun teniendo en cuenta tu extraño comportamiento la última vez que estuviste aquí.
- Querrás decir la única vez que estuve, querido, ¡la única! -dijo Lena mientras se ponía de pie y dejaba ver, otra vez, su hermosa figura, quebrando la cintura para llamar aun más atención.
- ¿Me tomas por idiota? ¿Verdad? -replicó José mientras se vestía para ir a la oficina.
- ¿Adonde vas? -preguntó ella.
- Debo terminar de armar un expediente en la oficina, y como es de suma importancia, pues ¡allá voy!
- Entonces te esperaré. Tengo que hablar con vos...
A lo que José terminando de acomodarse el nudo de la corbata y bajando las escaleras le dijo en voz alta:
- No tenemos nada de que hablar, Lena. ¡Hazme el favor de que cuando esté de vuelta vos ya no te encuentres aquí!
- ¡Qué pasa! -intervino la madre bruscamente.
- Nada mamá; debo ir a la oficina y cuando vuelva quisiera estar tranquilo y solo.
- Eso lo decido únicamente yo -dijo la vieja con mala cara- Lena tiene que hablar con vos y...
- ¡Y yo dije que no hay nada de que hablar! -al decir esto, José dio un portazo tan fuerte que la casa pareció vibrar con si hubiese pasado un temblor.
Mientras se dirigía a la oficina, José no podía evitar preguntarse qué sería lo que quería hablar Lena con él.
"La muy sinvergüenza se presenta en mi casa después de haber desaparecido, y sin dar señales de vida, y ahora la señorita pretende conversar... ¿qué es lo que tiene que conversar conmigo? ¡No ha ocurrido nada entre nosotros! ¡Nada!" -dijo José a los gritos en plena calle y ante las atónitas miradas de las gentes.
Ni bien puso un pie en la oficina, sonó el teléfono, como si alguien hubiese esperado pacientemente su llegada. No atendió el llamado y ante el segundo intento, lo hizo su compañera Nannerl, quien con cara de circunstancia le dijo:
- José, es una tal "Lena"; dice que la atiendas o vendrá aquí en persona.
- Dile que aun no he llegado, por favor Nannerl; tienes que creerme...
- ¿Creerte? ¿Qué debo creer, José?
- Quise decir... ¡ayudarme! Eso, tienes que ayudarme. Dile que aun no llegué.
- De acuerdo -dijo Nannerl mirándolo de arriba abajo.
José necesitaba tiempo para pensar en como desligarse de Lena, al menos, por ese día.
"Seguramente mi madre debe haberle dado mi número de teléfono y hasta la dirección de la oficina. ¿Qué está pasando aquí? No quiero hablar con ella, y por lo visto ¡no me va a dejar en paz! Pero... ¿qué quiere?"
Caminaba por toda la oficina, con un cigarrillo en la mano y otro encendido en el cenicero; iba y venía, discutiendo consigo mismo como tratando de convencerse de algo que era obvio le estaba afectando y no podía escapar.
O, quizás, la confusión por lo que había descubierto la noche anterior en la biblioteca de su padre, no le permitía recordar con frescura absolutamente nada...
"Es evidente el desprecio que Lena siente por mí. No hay otra explicación referente a su comportamiento de aquella vez. Extraño. Muy extraño. ¡Y encima ahora está en mi casa, llamándome aquí en la oficina, mi lugar de trabajo! ¿Y si hablo con ella? Seguramente debe haber un error. ¡Eso! ¡Pero claro! Debo serenarme, ¡si ni siquiera la he tocado! ¿Cierto?
 De cualquier modo, no hay motivo para huir de esto estoy seguro. Ningún motivo. Cuando hable con ella todo se va a aclarar. Además yo ahora tengo otro problema y también debo hablar con Klara al respecto"...
Con el nudo de la corbata casi desecho, en mangas de camisa y el café sobre la mesa, frío; José delegó el trabajo del expediente a Nannerl y corrió hacia una cantina muy próxima a la oficina, para tomar un trago. O tal vez dos...
Visiblemente sudado entró en "La cantina del preso". Se llamaba así pues el dueño había estado preso durante quince años, culpado por un crimen que no había cometido. Al salir y a modo de revancha, levantó un viejo negocio que tenía su padre y lo bautizó con ese nombre.
En "La cantina del preso" solían ir a menudo casi todos los oficinistas de aquella zona céntrica en la cuidad.
Cuando se dejó caer en la silla, una camarera se acercó para limpiar la mesa y preguntarle que deseaba.
- Un whisky, doble -encargó José.
- Muy bien, ya se lo traigo -respondió la camarera.
José no podía dejar de hacer gestos obscenos con las manos, mientras hablaba en voz baja, como si estuviera dando una conferencia. Podía decirse que buscaba por todos los medios auto convencerse de que no existía ningún motivo para estar preocupado. Sin embargo su rostro; su sudor y su aspecto en todo, aunque elegantemente vestido con un traje azul marino y zapatos acharolados negros junto a una camisa de hilo zefir -infaltable en él- y la corbata bordó, no disimulaba sufrir una gran inquietud.
Tomó casi de un sorbo el trago doble que le había servido la camarera, ante la mirada asombrada de ésta y volvió a pedir otro: - "pero esta vez con hielo, por favor" -dijo José como si estuviera implorando.
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Foto del autor Gustavo Milione
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Descripción

La desesperacin de Jos Unkul ante un castigo que no tiene culpa...

Palabras Clave: juicio condena

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Gustavo Gabriel Milione

Derechos de Autor: Reservados


Comentarios (5)add comment
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Gustavo Gabriel Milione

¡Gracias Jesús!
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January 19, 2011
 

Jesus Eduardo Lopez Ortega

Amigo va muy bien,
espero la continuación.
La foto me ha gustado mucho.
Saludos y a favoritos
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January 16, 2011
 

Gustavo Gabriel Milione

Gracias amigos!, si. Está inconcluso... me tenté en dejarlo así, pero es un fragmento de mi nueva novela, dentro de poco subiré la continuación... Abrazo!
Responder
January 15, 2011
 

Esteban Valenzuela Harrington

Gustavo:

Y que pasó con Lena?? lo que iba a decirle?? vas bien, pero creo que está inconcluso.

Saludos,
Esteban
Responder
January 14, 2011
 

Leticia Salazar Alba

ESTA INTERESANTE PERO AL FINAL ME DEJASTE CON LA DUDA Y LA INQUIETUD DE QUE SIGUE................, CONTINÚALO, PARA SABER EN QUE TRMINA LENA Y JOSÉ TE MANDO ABRAZOS, LETY
Responder
January 13, 2011
 

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