Da la casualidad de que hoy
no es un buen día
aunque no sepa por que.

Posiblemente sea el espanto
que me produce mi nombre,
los iones negativos
o ese vació tan común
como el reflejo mismo.

Tal vez sea
el montón de piernas
que se pasean con displicencia
sin saber a donde van
o la celebración de ciertas letras
que se unen sin saber como temblar.
Por todos los silencios incómodos
por todas las risas sin cara
por todas las atenciones mal intencionadas
por todas las preguntas innecesarias
da la casualidad de que hoy
no es un buen día
para mi,
ni para la poesía,
que tanto nos urge un nuevo amanecer.