No de banderires, banderas o estandartes de sombra...
ante ojos inyectados de furia bajo las batallas del sol...
 
no de aceros que rebanen la carne de sangre opaca viva,
con espejados brillos inhertes en busquedas de la supuesta libertad...
 
Así, con la empuñadura fría y sin armas, solo con el respiro del alma,
entregados a esa ruptura de la coerción, con la misma fuerza de sus vidas;
amaneceres oscuros de una nueva legión, suicidas de la magia y la utopía,
caminando en pos de un sueño y una meta...
 
Intrépidas semillas desvaratadas por otoños del tiempo corrosivo,
de árboles con raíces húmedas de poder sumergidas en la fría profundidad...
al viento, así, para el viento ser... su placer más descomunal...
de ser arrastrado y arrastrar al destino que perdure, y en tiempos posteriores vuelvan
a germinar...
 
Caminan extasiados por la libertad, caminan guiados por el amor;
sublimes, con llantos y batallas llenas de heridas y recuerdos;
(no hay peor herida que el recuerdo)
así, en silencio, proclamando la conciencia, la forma de la eternidad,
el tiempo de los pétalos, 
el quiebre de lo oscuro
que rompe y deforma la vida;
la batalla por el silencio y la armonía;
la carne y la piel del alma en lo infinito.