Abro la ventana al día y lo descubro,
la noche parió, un día gris melancolía.
Las pequeñas gotas enmarcan las calles,
bullen en las mismas, gentes y bocinas.
 
Llego hasta tu casa, me ofreces un mate,
Recuerdas derroches de amor por tu vida,
Tus palabras oscuras, se adelgazan y pienso,
que estás triste y siento, despertar la mía.
 
Tu tristeza es honda, como un anillo,
Y esta echa de lágrimas y de despedidas.
Tu basta tristeza, ya todo lo cubre,
Como el manto negro, de la noche amiga.
 
Sobre de la mesa reposan los libros,
los libros aquellos, esos, de poesías,
Curioso los abro, por saber que buscabas,
¿Acaso palabras de amor y de vida?
 
Pero me sorprendo al ver que las hojas,
tan solo contienen, manchas amarillas.
Ni una palabra, impresa en sus páginas,
Ni siquiera un rastro de lejanas tintas.
 
Es que tu tristeza, va llenando el mundo,
el mundo en que cruzas, tu vida y la mía.
Es que tu tristeza borra las palabras,
Y solo perduran de ellas...las cenizas.
 
Tu tristeza, amiga, rompe el horizonte,
y se cuela torpe y rauda por mi linfa.
Y no me molesta su sabor amargo,
por librarte de ella, todo lo daría.
 
Así que, entonces, me pongo mi capa,
de caballero andante, para vos amiga.
Y una vez más (porque te amo y lo sabes)
bebo tu tristeza, hasta hacerla mía...