El taxi penetra la piel del asfalto,
vías muertas y desparramo.
De los orígenes llega el lunfardo
poblando reas desavenencias
animando sueños oxidados.
Bajo la brea late nocturna
la memoria pisoteada,
el apuro del porteño ensimismado,
el café que se avecina
y la cita demorada,
gris al tono con un marco de
fantasmas,
pasados tan presentes,
futuros tan lejanos.
Corazones mendigando moneditas,
tripas retorcidas y Evita llorando
en la estampita pero si la invocan
resurge con fe, levantando,
corriendo de nuevo la sangre,
dotando de furia y ardor
remolonas conductas,
aburrimiento burgues
en tiempos del desencanto,
la voz en alto enojando tibios
y los gorilas molestos por
"Crispasión".
En esta ciudad de blancos
semblantes, espejo Europa
mamando rimbombante las
novedades que vienen cruzando
el charco,
imponiendo modas,
tapando oídos,
pedagogía del oprimido,
subsuelo que vió el futuro
un día de sol visible y
un plato digno.
El taxi pincha una goma
dialoga cual enciclopedia
con madres y oficinistas.
la sal de la clase media
y quien cuida de nosotros
y que haremos cuando vengan
los despojos,
resentidos cabecitas
a gritarnos sus verdades
con su bronca y su marchita,
mas vale que no jodan,
siempre hay restos de obra
ocupada en pequeñeces
añorando zonas liberadas,
grupos de tareas,
noche amorfa vomitando
autoridad descontrolada,
invadiendo ese café de la
bohemia,
interrumpiendo aquella
cita demorada,
secuestrando plumas
llenas de pasiones peligrosas,
comunión atentatoria,
estilo vida, ciudad sitiada,
cloacas hediondas,
encrucijadas.
El taxi sueña un domingo
a tiro para estrenar
barajas nuevas
en plan de amigos,
lejos del ruido, las oficinas,
las madres pobres y sus
motivos,
las madres ricas y sus
gemidos.
Como en botica de todo
un poco, con malos modos
si alguien replica,
por la ciudad que se
enamora de sol y negro
que la provoca,
batiendo duelos por
transeuntes,
bocas del subte o del
infierno que se devoran
mal de gobiernos,
flujos enfermos que se
desbordan por las
veredas y en esta guerra
supervivencia por la pelea,
levanta broncas, anonimatos,
chismes al vuelo,
Cristos, Pilatos del desenfreno,
luchando a diario por el
salario, por la poesía
apenas viva.
El taxi para el ritual
rutina en la tardecita
de Parque Chas,
mateando el tiempo,
brazos abiertos,
fundando historias
urbe porteña
hecha de glorias
y tempestad.