Mujer y discapacidad
Publicado en May 24, 2010
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“Tengo novio, mamá”. Ella la mira de reojo. “Ah sí ?” Un silencio acostumbrado sigue casi eterno, que se esfuma en el siguiente instante. “Ya hablamos del tema” replica la madre. Una mirada severa hace que la niña baje la cabeza. Ambas, con el seño fruncido siguen con sus tareas.
No es para menos. Es que tener novio no es algo sencillo de resolver.

Ellos son compañeros en el Centro de Día, donde comparten los aprendizajes especiales. Son adultos, casi todos tienen más de 25 años de edad y una larga trayectoria de idas y venidas en escuelas especiales, consultorios, escuelas laborales y pasantías. Han aprendido a realizar casi todos los labores manuales, con diferentes texturas, desde maderas, cueros hasta telas, trabajando todo tipo de hilados y materiales. Pasaron todos por diferentes terapias desde fonoaudiológicos de la estimulación temprana como neuro-psicológicos y posteriores tratamientos de rehabilitación.
Saben cocinar, atienden el aseo doméstico, aprendieron todo tipo de deportes hasta la equitación. Han participado de eventos culturales como campeonatos especiales y se han socializado con el mundo circundante. Cualquiera de ellos podría presentar el mejor de los currículums.

Pero ellos tienen un mundo aparte: es el mundo de los discapacitados. Ordenados según su discapacidad, ya sean mentales o físicos en sus diferentes grados, formados en grupos, orientados y encaminados según sus habilidades, conviven 8 horas de cada día en el Centro de día, lugar que eligieron los padres que trabajan, no solamente por ser un lugar seguro, sino por ser un lugar de socialización adaptado a las necesidades de su hijo con discapacidad. Todo está en su perfecto orden. No hay baches en la comunicación con los padres, porque la orientación dirigida por el gabinete psicológico es excelente. Pero como siempre pasa en todo quehacer humano, siempre falta algo. Falta y no porque debería estar, sino que falta porque es la mejor opción para una convivencia sin conflictos: no hay lugar para asuntos de noviazgos, al menos dentro de la institución.

Qué problema !

“Bueno”, dice la madre, “contáme”. Ale pone una mano en un bolsillo de su buzo y saca un papelito doblado en 4 partes. Lentamente lo va abriendo, mientras una sonrisa leve se dibuja en su rostro. Un color rosado iluminando sus mejillas y un brillito en sus ojos la delatan. Tímidamente alza la hoja apretada entre sus dedos y se lo va entregando a su madre. “Se llama Juan” se entusiasma y enseguida se dispone a contar todos los detalles, que la madre escucha atentamente pero sabe casi de memoria del contenido de esas palabras. La carta tiene varios pliegues ajados de tanto abrirla y cerrarla. Una letra casi ilegible de mayúsculas desordenadas se manifiesta en amor eterno, en el medio un corazón de tiza coloreado.

La madre estudia el papelito con esmero. Ella quisiera una solución, pero evidentemente, piensa, es éste el destino. Preocupada recuerda el anterior noviecito de hace no tanto tiempo, que no duró más de unos cuantos días, escribiendo cartitas, haciendo regalitos, mandando saludos, hablando por teléfono, como todos los anteriores amigos que jugaron a ser novios dispuestos a jugarse la vida entera por un amor. Son años de ilusiones, que se caen por su propio peso y son muchos los momentos de frustración trabajados, transcurriendo en el tiempo y trascendiendo como una marca dispuesta a quedarse para siempre.

Ilusiones que juegan. Ilusiones que vienen y que van pero jamás se quedan por quedarse simplemente, como pasa en la vida común de la gente común y de todos los seres humanos. Ellos son diferentes. Ellos tienen una vida diferente. Ellos quisieran tener una vida normal como todo el mundo, que es vivir independiente de los padres o tutores, auto-abasterse y ser completamente capaces para responsabilizarse por sí mismos. Pero no es posible. Una razón simple y concreta lo impide y no hay retorno ni remedio. Ellos dependen del entorno que los cuida. Y ellos lo intuyen, lo expresan y se conforman.

“Que lindo”, le dice la madre mientras se resigna a lo que viene. Porque ella sabe, que dentro de muy poco tiempo, el papelito arrugado irá al cesto, como así lo hará el osito y la vincha de color celeste. Una ilusión juguetona se va mezclando con la rutina de las tareas cotidianas, con las obligaciones diarias de una niña que juega a ser mujer a sus 33 años de edad. No es una vida sin sentido. Ella siente y piensa. Sabe que no hay más, y si lo hubiera, ella sabe que ese más, ella ni lo capta ni lo entiende. Tampoco le preocupa. El sueño pinta en colores un difuso deseo de ser para alguien un sueño de a dos. Sueños que no se cumplen según nuestra mirada pero que alcanzan para sentir la vida como resolana en la piel.

“Haré un dibujo para Juan, mamá, porque lo quiero mucho”, se va contenta a su cuarto y se prepara la ropa para mañana. Mañana será un día como todos pero mejor, porque habrá una sonrisa extra, aunque no dure demasiado.
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Foto del autor gracielacousin
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Palabras Clave: mujer discapacidad novio carta educacin especial escuela ilusin

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Pensamientos


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daih

uuuuyyyy!!! mi querida Graciela, por eso tenia tantas ganas de leerte, tenia el presentimiento de que me iba a llegar haste el "contre" jeje. Maravilloso, desde una perspectiva de lo vivencial, entiendo que eres sicologa y trabajaste la discapacidad, pero tambien desde una poeta, entreviendo belleza a traves de lo que para cualquiera es dramatico y quiza digno de lastima. es un mundo que no todos conocemos o damos vuelta la vsita. Hay una linda cancion de Victor Manuel "solo pienso en ti", mmm que bello para el alma lo que escribiste. Muchas gracias.
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June 12, 2010
 

gracielacousin

Muchas gracias, querida amiga, por tus palabras. La discapacidad muchas veces no es aceptada por los propios padres, quienes viven la discapacidad con culpa. La sociedad en general le tiene miedo, manifestando indiferencia. En Argentina se trabaja mucho en esta áerea; a nivel mundial, es uno de los pocos países, que se dedica con esmero y grandes resultados. Las personas con discapacidad tienen lugar y espacio, y eso es en sí grandioso, pensando en los siglos pasados, de hace en realidad no tanto tiempo, cuando se los encerraba en jaulas, porque eran una vergüenza para la familia. De ahí nace la discriminación social, que en la mayoría de los casos, es inconsciente. Un abrazo.
Responder
June 12, 2010

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