J

Representas un fonema de articulación velar,
sordo y fricativo,
y según las regiones y países
donde ejerces tus poderes soberanos,
nos regalas variedades de sonido
entre el cálido vibrante y la simple aspiración.
 
Solamente hasta el siglo XVI
no conquistaste una total independencia,
pero fuiste la última en llegar
a la palestra latina, ya moderna.
 
Confiésame ahora el raro vínculo
que te une con la letra X
como en las palabras Axarquía y Texas,
sin descontar el legendario México.
 
Coméntame del júbilo que causas
a numerosos mezquinos y envidiosos
cuando miran alegres,
desde sus torres de oro y de cristal,
el llanto inconsolable de su prójimo.
 
Eres símil de la elástica jirafa
que rumia en las praderas misteriosas
de los ardientes terrenos africanos.
 
Y juez que le agrada inmiscuirse
en disputas estériles y ajenas,
como cualquier funcionario burocrático,
impúdico y venal,
cuando da su sentencia vejatoria
en los altos tribunales del cohecho.
 
No haré juicio de valores, concebido
para mostrar si eres culpable o inocente
en esta comunidad de letras y fonemas
que se afana diariamente por zurcir
un tejido idiomático perfecto.
 
Baste, mi querida y larga jota,
despedirme de ti con un aplauso,
décima figura de la cartilla española,
pidiéndote el favor, una y mil veces,
de que cumplas con lo tuyo y con lo mío,
sin tratar de joderte ni joderme.