...las paredes teñidas de sangre me gritan tu nombre.
El techo cae sobre mí y me asfixia de a poco.
El suelo donde yace mi cuerpo, se abre para dejarme caer al profundo vacío infinito.
La noche ya no alcanza para satisfacer mis deseos.
La resaca de lo que fue, me inspira a volver con más fuerza.
Me olvido del mundo que hay afuera, solo yo y mi escritura.
No es fácil y paradójicamente es la llama que me mantiene viva.
Puedo imaginar un espacio y convertirlo en propio.
Albergar allí los sucesos más escrupulosos de mi historia.
Fui cayendo en ese hoyo del que no podré salir jamás.
Rasguñando las paredes, mi piel se hizo parte de ese crudo sitio.
Levantando la vista de vez  en cuando para clavar un puñal, recordando que la salida ya no existía, ni tampoco un día más.
Un pequeño as de luz empieza a cegarme.
Una mano rompe los ladrillos.
Una soga y veo el cielo estrellado.
Salgo!
Observó la claridad del día y siento que me gusta la oscuridad.
Necesito la soledad que antes percibía.
Una decisión y duda cobijada en mi pecho.
Mi alma se antepone a la razón.
Nadie más soportaría encontrarnos ocultos y a la vez tan inversos en la misteriosa noche.
Seremos hasta que ya no podamos resistir.
Seremos hasta convertirnos en simultáneos confidentes.
Seremos y remontaremos la vieja historia de aquellos caballeros de la noche...