Gracias Señor
Gracias Señor:
que me has permitido vivir,
para poder contemplar tu grandeza,
para poder admirar tu nobleza,
para poder arrodillarme ante ti.
Y así, arrodillada ante ti,
Donde el mar y la tierra sean testigos;
besando las flores y el césped humedecido,
mirando las aves, sintiendo el rocío,
pueda confesarte Señor:
“Gracias por haber vivido”.
Gracias por haber sentido la caricia de un niño.
Gracias por haber oído el murmullo de río.
Gracias por haber besado sus cabellos blancos.
Gracias por haber mirado el cielo estrellado.
Gracias por haber sentido la sombra de un árbol
después de un camino bajo el sol de mayo.
Gracias por la luna y por las estrellas,
por haber reído, por haber llorado,
por haber sufrido, por haber gozado.
¡Gracias, Señor, gracias!
Por todo lo que tú me has dado.
29/enero/78
Gracias por sentir bajo mis pies esta tierra humedecida,
ya que después de mi muerte alimentará otras vidas.