La cacera de Florencio Espiro (captulo 09)
Publicado en May 19, 2009
Prev
Next
- IX
Ordóñez en Diamante
 
            ─Ahí está el hijo de puta. Mirálo vos.
            ─Tenía razón, comisario: en esa isla de mierda.
            ─Son así estos negros: joda y chúpi todo el día.
            ─El más petiso será el Viejo ese que dicen...
            ─El abuelo.
            ─Sí, el abuelo...
            ─Y los otros dos otros borrachines...
            ─... borrachines
            ─Mamados. Todos mamados. Los cuatro.
            ─¿Tendrán armas?
            ─Alguna escopeta vieja, seguro. Pero igual no nos podemos confiar. Estos bandidos son capaces de cualquier cosa.
            ─Usted los va a aplastar, comisario. No tienen chánce esos borrachos.   
            ─La desconfianza es el secreto de un buen policía, Ruggiero. Nunca olvide eso. Nunca.
            ─Más cuando uno tiene que lidiar con esta negrada...
            ─Usted lo ha dicho, amigo. Usted lo ha dicho...
            ─Si lo sabrá usted, comisario.
            ─Si lo sabré.
            ─El alazán está lindo, vió...
            ─Ese lo quiero para mí, sabe.
            ─Y usted lo tendrá, comisario.
            Ordóñez y Ruggierito conversaban parapetados sobre un promontorio erguido en la barranca. Cada uno con un larga-vista del Ejército. Espiaban la tapera del Viejo Espiro. Espiaban a Florencio el fugitivo.
            ─Lo único que me preocupa son los perros. Son muchos. Y van a armar barullo.
            ─Veneno, comisario. Los envenenamos esta misma noche y listo.
            ─Mala idea, camarada, mala idea. Si envenenamos a los perros el Viejo puede sospechar algo. Y a la mierda con el efecto sorpresa.
            ─Y entonces...
            ─Tenemos que atacar con todo. Tiene que ser un ataque fulminante. Liquidamos a los perros de entrada y cuando quieran reaccionar ya estamos adentro de esa tapera infame.
            ─Me gusta, me gusta la idea, comisario. A pura metralla y listo.
            ─Así es camarada: rápido y limpio tenemos que actuar.
            ─No tienen chance, comisario. Ninguna posibilidad... El Jefe va a estar chocho cuando le llevemos a ese sorete encadenado.
            ─Eso délo por hecho, Ruggiero: este hijo de puta no se me escapa.
            ─Ya es nuestro, comisario, ese bandido. Todito para nosotros.
            Ordoñez ajustaba sus binoculares y relamía la cacería. Estudiaba el terreno, analizaba posibilidades, proyectaba distintas estrategias, calculaba márgenes de error, las potenciales defensas del enemigo... Estaba ansioso el comisario: mañana bien bien temprano tomarían por asalto esa isleta de mierda: los barrería de un plumazo: su escuadrón era demasiado para cuatro borrachos asaltados por sorpresa. Bandidos.
            ─Lo más razonable será entrar por el remanso ese del fondo. Ese riacho. Así los sorprendemos, los rodeados, tapiamos rápido la tapera. ─El comisario ajustaba detalles en su cabeza y trazaba marcas en un croquis de la isla. Ruggierito corroboraba todo en un plano cedido por el Ejército.
            ─Un juego de niños, comisario...
            ─Eso espero, camarada. Eso espero.
            El atardecer caía anaranjado sobre la barranca.
            ─Bueno, vamos ─ordenó el comisario─: mañana será otro día.
            Y se fueron.
 
Ya en plena noche, madrugada, el primo Julio irrumpió como un fantasma en la tapera: sudado, pálido, lleno de barro. Llevaba una escopeta en la mano, y otra en bandolera, y tres pistolas en el cinturón. Jadeaba, trémulo, ojos fuera de órbita, como espantado. Brilloso en la humedad.
El Viejo y Florencio y Chinche y Romerete alargaron sus miradas en la aparición. Jugaban naipes bajo el cobertizo.
            ─¡Lo aindan buscando, primo! ¡Lo aindan buscando feo! ─gritaba el primo Julio naciendo del monte.
            Los perros chumbaban irritados.
            ─¡Lo ainda buscando la policía'e Barceló! ─informaba en chillidos el primo Julio llegando al cobertizo─. ¡Están acá, están acá mesmo, en Diamante!
            El primo Julio resoplaba como un potro, agitado; chorreaba barro.
            ─¡Tómese un trago, m'hijo, cálmese y habl'enseguida! ─El Viejo estaba en pie, alzando el botellón de vino.
            El primo Julio guardó unos segundos para recuperar la respiración y entonces habló largo y tendido; encuclillado junto al fuego:
            ─Antiyer an'llegao'uno' milico'e buenosáire ─decía, contaba─. Un tal Ordóñe' le' capitanea. Traju'm iscuadro'nespecia', son doce. Y trajo arma', y cabayada, y sabe ande está usté escondío primo y maniana biem biem temprano van'a'veni'a yevárselo'a usté... Yo m'e'nterao Viejo esta mesma noche Viejo cua'indo el tío Glorio se'a'crusao con'el primo Carlo qu'venía'e ve' a'lprimo Juancito qu'traía'um mensaje e'la prima Edith qu'siempre e'lleva siempre pescao fresco a'la'muje'l Intendente y ai'mesmo se'a'noticiao pué toas'ta cuistión qu'yo aúra'e'stoy contando'a usté Viejo... ─el primo Julio respiró hondo largo serio y siguió su aluvión de palabras─... y le cuento Viejo qu'el primo Carlo'ta'viniendo con cuanto primo listo'i'fresco incuentra'sta noche. Y le'aviso tambien qu'el Turco Bruno nos'a'dao to'astodita' a'escopeta. Y revolvere y pistola nueva. Munición ai'a montone'... ─Así dijo. Y concluyó─:  Usté aura dirá, Viejo...
            Y el Viejo habló:
            ─Biem biem temprano. Ansí a'icho usté, ¿nocierto m'hijo?
            ─Biem biem temprano... ─rubricó el primo Julio.
            ─Ai'amanecé...
            ─Ai'amanecé...
            ─Y son doce, ¿no?
            ─Doce...
            ─Trece, pué, con'l punto qu'lo capitanea.
            ─Trece, sí. Trece.
            ─La yeta, pué...
            ─La yeta, sí; la disgracia.
            El Viejo quedó callado, grave. Un instante. Y luego habló serio:
            ─Los perro ─dijo─: ai'qu'esconde' a'los perro.
 
 
Página 1 / 1
Foto del autor Martin Fedele
Textos Publicados: 46
Miembro desde: Apr 16, 2009
1 Comentarios 718 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Palabras Clave: Folletn Cacera Espiro

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

Verano Brisas

Martín: Buena narrativa, y de la dura. Manejas muy bien el diálogo. Todo el texto es creíble, no hay nada postizo.
Responder
May 19, 2009
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy