¿Qué ves en el espejo?...
Un rostro agraciado...
Un andar seguro...
Un hombre de mirada soberbia,
que se ha alimentado
de la vanidad...
El dinero y el placer
tienen el gran sentido
de su vida...
El deseo de ser Dios,
de domar los años
y vencer a la muerte,
son tus metas hoy
y siempre...
Tal vez,
sólo tal vez,
olvidaste tu infancia...
Descuidaste mirar las estrellas
y recordar
que existe un universo infinito,
que sólo somos parte
de la creación,
no el "todo"...
Tal vez olvidaste
los juegos que compartiste
con otros infantes...
Las caricias de tu madre,
los consejos de tu padre,
los triunfos y fracasos de tus hermanos...
Tus primeras fiestas,
donde tímidamente,
aproximabas tus pasos
hacia la joven
que arrancaba tus suspiros
y apresuraba tu imaginación...
Tal vez olvidaste
la emoción que sentiste
en el primer beso...
La alegría cuando diste el "sí"
ante el altar...
Tal vez olvidaste
el llanto de tu primer hijo,
que marcó en tu vida
un antes y un después...
Antes,
te sorprendías y gozabas
con las cosas más sencillas
que despertaba  tu piel,
tus emociones,
tus instintos...
Hoy,
te maravilla el dinero,
el poder y la egolatría...
Al mirar tus ojos
descubrí un ayer
y un ahora...
Vi una careta...
Una ausencia de humanidad,
un olvido temporal
del plano espiritual,
aún sin saber la religión
que profesas...
Escuché de tu boca
la palabra "caridad",
como si hablaras
de la lepra o de la guerra...
Hablaste de dar tu tiempo
como una atadura,
como si confirmara una cita
con un gran científico,
un notable político,
o un guapo actor...
¿Qué cambió tu pensamiento?
¿Dónde quedó tu juramento de Galeno?...
Cierta estoy de tu gentileza
y profesionalismo
con tus pacientes...
Pero en esos casos
el dinero está  por medio...
¿Cuándo olvidaste disfrutar de unas horas de jazz?...
¿O escuchar el son del piano
al compás de Richard Clayderman?...
¿O maravillarte con las obras
del gran Salvador Dalí?...
¿Fueron los triunfos?...
¿Los éxitos de tu carrera?...
En el mundo hay guerra,
terrorismo,
hambruna,
enfermedades,
dolor y muerte....
Y unos minutos de tu entrega
apacigua los sentidos,
como Dios que acoge,
a un enfermo terminal...
He querido que observes tu reflejo,
tu imagen en el espejo,
y encuentres a ese ser humano,
que desnudo,
en solitario,
provisto sólo de su cuerpo mortal
y su alma infinita,
sigue siendo
un hombre,
uno más,
de este bello planeta...
Uno más,
que podría cosechar
alegría y esperanza
con su gran sabiduría...