Mirtha estaba cansada de la monotonía.  La rutina de su hogar, el cuidado de su hija, la indiferencia de Carlos y cinco años de un matrimonio con poca o nula comunicación, había terminado con el deseo sexual de ambos cónyuges.
Trabajaba como secretaria bilingüe en una empresa italiana.  Fue allí conde conoció a su marido, quien era uno de los abogados externos de "Italy Life".
Algo tenía que hacer para romper con la angustia que esto le provocaba.  Entonces, recordó uno de los tantos almuerzos de compañeros de oficina, donde Lucía relataba cómo había cambiado su esposo, al momento de crearse un amante virtual.  Ahora estaban más unidos que antes.
Acostó a su pequeña, le relató un cuento y luego se dirigió a su dormitorio.  Tomó su notebook, entró a su MSN: Mirtha_29_start@hotmail.com y luego creó otra cuenta: Leon_enamorado.31@hotmail.es.  Buscó entre las miles y miles de imágenes varoniles, a un agraciado modelo cuarentón, de bellos ojos verdes y la agregó al perfil.
Chateó imaginariamente con este ser y llegó a despertar en ella la mujer que estaba dormida.  Hubo momentos en que ni ella advertía que todo era resultado de su propio engaño.
Dejó una frase "olvidada", para que Carlos la leyera al llegar a casa: "Leo dice: Gracias por las bellas horas que me regalas...".  Su contestación: "Mirtha dice: Es que tú las vales..."  Se acostó y esperando se rindió a los vaivenes del dormir.
Carlos abrió la puerta, se dirigió al dormitorio de la niña y besó su frente, luego entró al cuarto matrimonial y leyó con cierta tranquilidad el decidor diálogo.  Cerró esa cuenta, abrió su MSN y escribió a uno de sus contactos: "Bárbara, será más fácil de lo que pensé.  Ella también ha encontrado un nuevo amor..."  Se desvistió, se recostó desnudo en su lado habitual y apagó la luz.