Inmersa en el ir y venir de mi cotidianidad
bajo un mortecino sol suspiraba entre sombras
recordando paganos amores, ósculos de culebras
arraigados pensamientos sin fecha de caducidad.
 
Desaparecieron mis sueños, mi alma late ancianidad
Inundado quedó mi corazón de telarañas y penumbras
rotas alas de milana pisoteadas por cien rupicabras
incapaces de alzar mis sueños en vuelo ni siquiera por caridad.
 
Una llamada irrumpe mi solitario pensamiento
irrespetuoso teléfono que me obliga a respirar
trayendo en su timbrar dulce voz, mágico momento.
 
Sutil caricia que me envuelve llevándome a delirar
regalado verbo que llena mi alma, anhelado complemento
que me lleva  a brillar, a sentir, a soñar y suspirar.