Desapareció en la niebla su prescencia, y yo me quedé aqui luchando, con la sed y el polvo que me rodeaba. Y al son de gotas de sangre bailaba mi alma y mis piernas caian al suelo poco a poco.
Y estaba cansada, estoy cansada, de mi autodestruccion. Porque cuando quiero salir de ella me doy cuenta de que no tengo nada por que estar bien, nadie por quien ser perfecta.  
Una esperanza posaba sus alas en mis mejillas.
Tomo mi espada lista para atacar, como las Diosas de antaño. Pero es muy pesada. Ya ni mi cuerpo me acompaña en la batalla.
Destellos de oro a mis lados, el peligro se acerca, y la oscuridad aun no viene. Aún queda luz entre mis manos, esa luz que servía para alejar indeseables sin forma ni nombre.
Busco la armadura en mis baules llenos de insectos pegajosos, se pegan en mis brazos cual sanguijuelas. Aparece el yelmo, intacto. Mas, la cota de malla se veia llena de agujeros de flecha y roeduras de veneno.
Hastiada de los metales. Decidi desnudarme y cavar en la tierra un lecho donde recostarme y sentir el frescor de la vida, y envolvi mis cabellos en ramas de sauce y asi mis oidos quedaron protegidos del sonido de la guerra y la muerte.

No quise lanzarme en ese momento a la batalla, mis lobos tampoco, estaban recostados a mi lado, jadeando despreocupados de lo que acontecía mas allá de los arboles. Se podia escuchar tambien el jadear de la angustia que se queria acercar. Venía llegando a mi lentamente, tomando forma de ira.

En ese mismo instante tome mi doble hacha, y  me cubrí con mi armadura de fuego. Ya nada pesaba, la calma se apodero de mi mente y de mi cuerpo la furia de la lucha. Monté uno de mis lobos y cantando me dirigí a la muerte casi segura. Precaucion y silencio, no.
Y caminando calmos en el campo asesinabamos miedos y rabias, abriendo cuellos, liberando al mundo de su crueldad.
Loados sean los buenos y luchadores, y que, quienes como yo ya no tienen esperanza, pues que luchen más y den sus vidas por quienes si valen la pena. Y que al convertirse en un peligro sepan tomar la desicion de continuar su camino hacia el infierno.