El destino del mundo. Cap I [1/2]
Publicado en Jan 03, 2010
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                                                      CAPITULO I
 
Daniel Durán usaba sólo una camiseta roja, un pantalón corto y unas zapatillas recicladas del basurero. Salía a jugar sólo con una botella imaginando toda su vida que era una pelota de fútbol.
                          
El chico vivía en un sector pobre, en la más baja de las miserias, las casas se inundaban cuando llovía, en el verano hacía mucho calor y lo peor de todo, tenían tres cuartos, living-comedor, baño y la habitación donde generalmente dormían cinco personas en una sola cama. Los un poco más afortunados, tenían dos camas, eso era casi fortuna.
Salía siempre después del almuerzo y antes de cenar, si se tardaba un poquito si llegaba sólo un poco más tarde cuando la cena ya estaba servida, su padre lo golpeaba con brutalidad.
 
Si se escondía, le daban una doble ración de paliza, y si comía más que sus hermanos y padres, recibía una golpiza por parte de su madre y de su padre.
Él tenía docenas de moretones, el chico estaba prácticamente morado.
A sus cortos once años deseaba morir.
Tenía su pequeño rostro demacrado y era muy, muy delgado, algunas veces cuando se cruzaba con alguien éste se reía de una forma disimulada pero no imposible de ver, algunos pocos se compadecían, miraban con lástima y le daban algunas monedas o algo de comer.
 
Algunas veces tenía que ir al centro para pedir limosna, si llegaba con las manos vacías lo calumniaban, lo golpeaban, y lo dejaban sin comer por el resto del día.
Iba en una escuela municipal ya que era eso o no estudiar, él siempre quiso estudiar, así podría darle un giro a su destino. Además de poder pasar ocho horas fuera de su casa o mejor dicho… lejos de sus padres.
Le enseñaron a robar, una vez lo intentó, pero falló, se negó rotundamente a hacerlo de nuevo, gracias a eso recibió…, ya saben.
 
Cumpliría doce años el lunes próximo, él estaba muy feliz, sabía que no iba a recibir algún regalo, pero sabía que vendrían sus abuelos para sacarlo de ahí.
Era recién martes, ya es miércoles, ahora es jueves…
 
- ¡Daniel! ¿Ahora dónde se metió esta sabandija? – La madre pronunciaba estas palabras con rabia.
- ¡Daniel regresa ya o no habrá cena para ti! – Comenzó a amenazarlo.
Estaba prácticamente gritándole a la nada, el chico no estaba…
- Déjalo, seguro que llegará como un perro con la cola entre las piernas más tarde – Ahora hablaba el padre.
¿Dónde estaba Daniel? Se preguntaban los vecinos al escuchar los gritos de la madre.
Al notar que el chico no llegaba la madre se puso nerviosa, estaba cada vez más asustada y también enojada, estaba muy, muy enojada.
 
- ¡Señora! ¡Encontramos a Daniel! – Dijo un niño de catorce años.
- Será mejor que lo vea… - Dijo la niña que lo acompañaba.
Las expresiones de los niños eran preocupantes.
La mujer no dijo palabra alguna y fue a ver a su hijo.
 
- ¡Daniel! – Su rostro llevaba consigo miles de expresiones.
- ¡Hijo despierta!, olvida lo de la cena, si despiertas ahora te daré doble ración, no mejor triple ración de comida, pero por favor despierta. – Calló un momento.
- Perdóname que te haya golpeado hijo, era por tu bien, regresa, regresa por favor, abre tus ojos, ¡Daniel! –  No pudo más, se echó sobre el cuerpo inerte del pequeño niño.
 
La gente los miraba, formaron un círculo, en el centro se encontraba un niño de once años muerto y su madre desmayada.
 
Fueron llevados al hospital.
Pasaron los días, el niño fue sepultado en el cementerio de la localidad, una ceremonia pobre, pero con tres días de velatorio, sus padres se lamentaban y pedían perdón a Dios como condenados, se arrepentían tanto que hasta les ofrecieron su vida a cambio de la de su hijo.
 
Los otros hijos de este matrimonio estaban asombrados por como se comportaban sus padres, era extraño, siempre demostraron desprecio.
¿Qué les pasó? Se preguntaban constantemente…
 
Lunes 13 de Agosto, la familia entera fue al cementerio, le hablaban a la tumba como si el chico se fuese a levantar de ahí para decirles ‘’Vamos a casa’’, pero eso no pasaría.
Le dejaron dos flores, más no les alcanzó. Su dinero era escaso y aún tenían que pagar el costo de la ceremonia y de la sepultura. Nada es gratis, hasta tu muerte.
 
Los abuelos del chico, eran más adinerados, pero no ayudaban a la familia por diferencias, el padre de Daniel, dejó de ser su hijo hace ya mucho tiempo…
El abuelo se encargó de contratar a un detective para investigar la muerte del pequeño, puesto que nada sabían y los padres no hacían nada.
La abuela por su parte no podía dejar de llorar la muerte de su nieto de once años, que murió cuatro días antes de su cumpleaños, cuatro días antes de salir de su pesadilla.
 
Pasaron tres meses, ningún sospechoso.
La autopsia decía que fue estrangulado, aparte de la serie de moretones que llevaba.
Se le detectó también droga en la sangre.
 
- ¿Quién estaba con el niño a la hora del crimen o aproximadamente? – Preguntó el detective a los padres.
- No sabemos – Respondieron a unísono
- ¿A dónde fue, a la casa de algún amigo? – El hombre se estaba fastidiando.
- No sabemos – Repuso la madre.
- ¿Saben algo sobre su hijo?, ¿Al menos, les importaba si estaba bien? – Dijo esto con furia, con rabia, con un tono de voz leve pero que provocaba miedo.
Los padres se quedaron callados, estaban espantados, ambos sudaban.
 
Se dirigió a la casa del niño de catorce años que encontró a Daniel en el suelo.
- ¿Viste a Daniel antes de su muerte?- Preguntó con voz firme
- Si, lo vi –
- Dime lo que viste – El detective se veía entusiasmado
 -Daniel se movía de un lado a otro, era como si no supiera donde estaba, miraba al cielo y alzaba las manos para tocar las nubes, luego se recostó en el suelo, estuvo ahí durante mucho rato, lo fui a ver, lo moví un poquito, pero nada …- El chico bajó su mirada al decir esto.
- Dime que más sabes – El detective pedía cada vez más.
- Lo vi cuando salió de su casa… se veía asustado, se tocaba el brazo y hacía gestos de dolor, se rascó el cuello, su rostro estaba pálido. Fue a beber un poco de agua que había en un balde, se mojó la cara y camino zigzagueante al parque – Se mordía las uñas.
- ¿Dónde está el balde? – Una nueva incógnita.
- Acá, en mi casa…- El chico se empezó a asustar.
- ¿Lo lavaste? –
- No – Respondió secamente.
- Dámelo –
- Señor en mi casa no tenemos más baldes, ¿con qué iremos a buscar agua? – La preocupación lo rodeaba.
- Te compraré uno, sólo… dame el balde –
El hombre se fue con el balde en las manos y una pequeña esperanza grabada en la frente.
 
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Descripción

Se cuenta la historia de un niño pobre, un niño observador, unos padres indeseables, unos abuelos pudientes y un detective...

Palabras Clave: El destino del mundo niños pobreza asesino

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio


Creditos: Nayadeth Muñoz

Derechos de Autor: Don't copyright


Comentarios (1)add comment
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Nayadeth Muoz

Una historia aún sin fin, les invito a leer la primera parte, o el capitulo uno.
Responder
January 03, 2010
 

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