Quiero colmarme,
Ahora,
De tus notas y de tus besos;
Porque mi alma y mi boca los reclaman.
Quiero verme
En tus ojos de almendras dulces,
Profundos como dos pozos de agua.
Quiero morir
Entrelazado a tu cabello
Que te arropa parcialmente la cara;
Quiero sentir en mí
Cada poro de tu piel lejana;
Tu piel como una sábana que me cubre el alma.
Quiero sentir
El vacío al desprender mil caricias desde tu cuello.
Quiero tus manos
Porque mis manos las demandan;
Porque se sienten con ellas todo el tiempo entrelazadas.
Quiero tus dedos,
Tus dedos de flauta,
Que danzan en tu arpa y en mi cuerpo
Como si fueran un pentagrama;
Quiero también tus brazos
Largos y delgados como el brazo de una guitarra;
Quiero tu espalda
 Para escribir en ella una canción que nunca acaba;
Quiero tu pecho,
Tu pecho palpitante como de niña asustada;
Quiero,
Además,
 El ardiente desierto de tu vientre,
Para extender en él,
Mis últimos días que rápidamente se desgranan.
Quiero tus  labios,
Tus labios encendidos como la grana,
Tus labios salados
Que abrasan la carne enhiesta de mi tallo.
 Quiero tus muslos
Como las columnas de una casa,
Quiero tus rótulas,
Tus tobillos,
Tus plantas…
Quiero tus pasos en mi camino
Lleno de uvas dulces y amargas.