Salio por la mañana como tantas otras veces,  la tele había anunciado el día anterior que las temperaturas bajarían debido a un frente siberiano que entraba por el este, aunque a él eso no pareció importarle demasiado y avanzó rápidamente encogido para protegerse del frío.
El cielo de un gris plomizo acentuaba la sensación invernal, mientras los colores se habían diluido en un manto grisáceo al mezclarse con la nieve. La parada del trolebús, estaba casi vacía, sólo un par de personas esperaban el transporte y él intentó refugiarse bajo la marquesina. Tomo asiento unos minutos hasta que por fin lo vio acercarse.
Subió en él y la ciudad comenzó a desfilar ante sus ojos haciéndolo espectador y pasajero del ir y venir de sus gentes, y de la cotidianidad en que la misma se envolvía un día más. Muchos negocios llevaban años imperturbables en el mismo lugar, otros iban cambiando hasta hacerse familiares aunque sólo fuera por un corto espacio de tiempo.
Decidió bajarse un par de paradas antes de lo que era habitual en su camino, y se dirigió a una cafetería en la que antaño le encantaba degustar café. La mesa que escogió estaba situada en una esquina, contigua a la de una joven que leía el periódico. Pudo distinguir la fecha impresa en el diario matutino," 25 de julio", y la vestimenta de ella con camiseta de tirantes y pantalón pirata era la adecuada para esa fecha.
Sin embargo, el cielo gris era todo lo que sus ojos conseguían  apreciar. La nieve amontonada a los lados y el frío intenso, eran el paisaje en el que estaba atrapado y del que cada día intentaba escapar, para poder pasar al otro lado, donde el tiempo no se hubiera detenido en aquel fatídico día en que un alud de nieve lo sepultó.