Los árboles del bosque se apretujaban para no dejarla pasar, pero la bestia con ojos de fuego embestía con tal dureza que hasta los árboles milenarios quedaban reducidos a leña.
La bestia se hacia paso a través de los bosques buscándola, la olía, sabia que estaba cerca, pero por mas que corría no la alcanzaba. Esta situación enfurecía cada vez más a la bestia y más empeño ponía en la búsqueda, que aplastaba con sus zarpas todo rastro de vida al tiempo que se adentraba en otro bosque.
La estela que la bestia dejaba tras de si era de desolación y muerte, por donde había pasado todo ardía extendiéndose hacia los lados como la onda que deja un barca al pasar.
Del fuego pasaba a las cenizas y de entre las cenizas brotaban edificios de hormigón, metal y cristales. Lo más terrorífico que una mente puede imaginar.
La bestia se hacia mas grande conforme arrasaba y eso la hacia mas poderosa.
Tanto corría y destrozaba que no quedo ni un solo árbol en su camino, ya solo pasaba por los mismos caminos que había desolado, pero la bestia la seguía buscando, sabia que estaba mas cerca, que estaba a punto de atraparla y de hecho ya la veía, la tenia delante corriendo tanto como ella y dejando un rastro de muerte como ella.
A la bestia se le empezó a caer las babas por entre sus fauces, cada vez la tenia mas cerca, hasta que levanto su zarpas delanteras y la atrapo, empezó a engullirla sin masticar hasta que se dio cuenta de su error, pero ya era demasiado tarde, la bestia se estaba tragando a si misma, había crecido tanto que lo que atrapo fue su propia parte trasera y tampoco cayo en la cuenta de que era su propio olor el que perseguía.
La bestia murió
Paso el tiempo y los árboles brotaron de nuevo de entre los edificios. Esta vez eran más fuertes y más frondosos por si aparecía otra vez la bestia, aunque dudaban que la pudieran detener si esta volviese aparecer.