Camino a la montaa
Publicado en Aug 03, 2022
Muy de madrugada cuando las horas desnudas aún descansan
y sueñan que son la Luna o alguna estrella blanca y lejana, mis ojos se abren con la lentitud de los segundos que pasan y se llenan de la obscuridad que aún habita en la casa. Minutos más tarde, me incorporo, tomo a tientas y con cierta parsimonia el control de esta máquina, acciono de manera automática el funcionar de mis sentidos. Poco a poco, vuelvo en mí mismo, me incorporo. Ya calzado y vestido, abro lentamente las puertas de mi alma y me dirijo a la montaña. En el camino me encuentro con antiguos amigos, que también van a la montaña, les saludo y me saludan y cada quien sigue su marcha. Encuentro un camino de adoquín bordeado por un ejército joven de pinos, reconozco a uno de ellos que yo mismo planté hace más de una década y mi alma se llena de regocijo. Escucho el estrépito canto de las chachalacas que no había escuchado nunca, y entre tanto verde por todos lados, aparecen de pronto diminutas flores de distintos colores: las había moradas, amarillas; blancas y azules, que perdidas entre la maleza no ocultaban su hermosura. De pronto, una escalinata ascendía hacia la montaña serpentea como una culebra hasta bajar por otra ladera y encontrarse de nuevo con el camino que bordeaba la cintura de la gran montaña. Y a cada paso que daba, sentía el frío y el aire en mis manos y en mi cara y al voltear hacia atrás, la ciudad se hacía cada vez más pequeña, un manto sútil de neblina la mediocubría y dejaba ver algunas casas vestidas de blanco y terracota. Por fin llegué a una gran roca, y me instalé en ella con una manzana que leí en voz alta y un libro que degusté sin prisa alguna mientras dejaba que mi mirada perdida se posara entre rama y rama entre aquellos cuerpos verdes y esbeltos que conformaban aquel pequeño ejército de pinos mezclados entre abetos y oyameles. Sus hojas, como racimos de enamoradas saetas, apuntaban al cielo para después, en caída libre, atravesar en silencio, a cientos de corazones que latían en esta ciudad a esta hora ya despierta.
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Lucy reyes
Felicitaciones José
Jos Vzquez