No creo en Dios, creo en el hombre
Publicado en May 10, 2022
![]() ![]() Si no creo en Dios, es porque creo en el hombre…
Ayer conversaba con un amigo sobre este tema del creer o no creer y en muchos pasajes de su argumento aseguraba: “A pesar de lo que tú digas –me decía—Él te ama.” Es una idea que vengo escuchando repetidamente desde hace mucho tiempo y siempre debo responder lo mismo a todos: “¿Por qué yo en mi corazón no lo siento?”. Y al proseguir en el intercambio de razones de un lado y de otro, surgen aseveraciones tales como: “Ya vendrá el momento para que comprendas/ Él te da la libertad para que tú decidas/ Él te otorgará la salvación/ Dios sabe lo que hace/ Ampárate en su abrigo y obtendrás la felicidad… Cada una de tales respuestas son promesas, pero las realidades inmediatas no las noto y creo que nunca las notaré. Por ejemplo, en muchos hogares inocentes en Ucrania, con familias y niños, oran con increíble devoción pidiendo que no caigan las bombas rusas que destruirán sus casas y matarán a muchos de ellos… Caen de todas formas y destruyen sus casas y matan o hieren a muchos de ellos ¿Quién oyó sus plegarias? “Esas bombas las lanzó Putin, un hombre, no Dios…” Entonces tengo la razón: Debo creer en el hombre, no en Dios |
Raquel
aljana pausinni
No obstante, es mi deber reconocerlo (y siempre lo he hecho) que poseer Fe para quienes la tienen, es favorable y hermoso, a menos que raye en fanatismo.
Te quiero, Raquelita.
Un abrazo
Aljana.
Raquel
Magnolia Stella Correa Martinez
Abrazo fraterno desde Colombia, amiga.
Gonzalo
Diego Poveda
Si vamos mucho en el pasado, y vemos el contexto histórico, podemos darnos cuenta que Dios somos todos nosotros, como sociedad. Dios fue la sociedad creando leyes para adoptar una vida de amor y paz. Dios creó una normativa para vivir en armonía, perdonando los pecados de los demás. Si comparamos la ley divina escrita en el pentateuco con las demás leyes de la época como el código de hammurabi, podemos darnos cuenta que fue gracias a ese pensamiento de colaboración social que se adoptaron muchas personas directamente de forma pacífica, y claramente hubieron guerras para poseer el territorio pero no habían mas opciones. Dios, al final, somos todos nosotros, queriendo lo mejor para todos al mismo tiempo; y somos nosotros los que decidimos si adoptar o no la filosofía de la paz.