Deportes y sexo
Publicado en May 01, 2022
![]() ![]() (Pido disculpas porque había confundido títulos de mis escritos y debí editar y cambiar. La autora). Deportes y sexo… Soy practicante en ambas materias y les digo, responsablemente a aquellos que restringen a una por no causar el desmedro de la otra, que están muy equivocados ya que estudios confiables determinan que ninguna influye en la otra luego de haberse realizado, pero --¡cuidado! que ambas juntas no son pertinentes. Yo no pertenezco a ninguna disciplina deportiva profesional, ni adscrita a alguna no rentada; simplemente soy una constante aficionada que aprovecha bien todos los desafíos que la ocasión ofrece y yo concurso. Frecuento los gimnasios y como amateur participo en encuentros deportivos de distintas clases y ello me encanta porque, contrariamente a lo que se pudiere pensar, con ello me siento vigorizada, no solo en cuerpo, sino, también, en alma. Este preámbulo lo cuento porque en los pasados días, con un compañero de trabajo con el que hemos sido muy amigos y con el que cotidianamente juntos hacemos deportes, vivimos una especial e inolvidable anécdota; además, comentado al margen, este amigo posee dos cualidades muy especiales: Una de ellas es tener la virtud de ser muy lindo y corporalmente estar muy bien estructurado; la otra, es ser notoriamente gay. Días atrás, un viernes, luego de finalizada nuestra jornada de trabajo, me propuso hacer juntos algo entretenido y, en lo por él sabido que yo lo juego, me desafió a un partido de pelota vasca (mano). Como se podrá conocer, este es un juego que requiere mucha exigencia y mucho gasto de energías, pero afortunadamente, para mí, siempre me encuentro en excelente estado físico y en el evento le di –como se dice vulgarmente—una paliza. Después de terminado el encuentro nos dirigimos a un exclusivo restaurant, de acuerdo con lo que habíamos convenido sobre la apuesta y pago al ganador del juego. Pero esperen, que la historia no termina ahí. Fue una cena bastante grata, tanto por la degustación de los platos que nos servimos, como por la intimidad desarrollada en la ocasión y, también, por la amenidad del diálogo que allí sostuvimos. --Vaya partido que jugaste, querida. Cuánto desgaste físico ¡Dios mío! –comentó amaneradamente, usando el especial tono que lo identificaba--. Fue como haber tenido una apasionada relación sexual—agregó queriendo hacerse el gracioso. Sin él quererlo –supuestamente— con ese comentario despertó el diablillo de mi conciencia y, automáticamente, me puso a elaborar algunas acciones. --¿Tú, crees…? Según mis experiencias este es un juego muy agotador, pero hacer el amor, para mí, es solo un relajo. Estoy justo en el momento para demostrarlo ¡Jajajaja! – rematé diciéndole en medio de la risa endemoniada y añadí: --Si tú quieres podríamos averiguarlo… Dispongo de tiempo, de lugar y de ganas… Lo miré directamente al centro de sus ojos y coloqué en mi boca una dominante sonrisa socarrona, intentando trasmitirle que mis palabras no eran un juego. Quizás, en lo más profundo de mi alma había algo de jugarreta, puesto que yo, en ese instante, asumía que él había quedado exhausto con el partido, había ingerido bastante comida y, por supuesto le reconocía pusilánime, ya que estaba latente el rumor de su homosexualidad y el ser yo una mujer impediría su tentación... Al menos eso pensaba yo. No obstante, por la otra vereda, su personalidad y su apariencia física me habían atraído siempre y estaba decidida a realizar todo tipo de trampas con tal de conseguir con él una aventura. --No me desafíes, niña, que no sabes con el vino que te puedes embriagar. -- Más embriagada de lo que me ha puesto este cabernet y tú, no creo y sería un desperdicio no disfrutarte… En efecto las copas habían logrado lo suyo y entre mareada y entusiasmada la incursión estaba decididamente lanzada. Era el inicio de una estrategia para lograr mi cometido y yo confiaba en que mi querido y bello amigo no estaba preparado para defenderse de mis tretas, pues él tenía el gran problema de no saber discernir con acierto sobre el camino a escoger frente a la difícil determinación de su género y la abierta propuesta de esta ebria víbora traidora que no le estaba ayudando con la jugada. Ahorrándome los detalles de las rebuscadas tácticas que empleé para que aceptara, diré que, una vez más, impuse con orgulloso estilo mis caprichos y lo hice caer en mi trampa, terminando indiscutiblemente como dos vírgenes adolescentes en la alcoba de mi departamento. Fue una noche linda, debo aceptarlo y la tendré siempre en uno de los rincones predilectos de mi recuerdo. Además, rematando la situación, le gané otra vez la apuesta, puesto que, efectivamente, se durmió antes de hacerlo yo., pero no sin antes hacerme tocar tres veces las estrellas. Sin embargo, no se la cobré, porque la satisfacción que me obsequió había sido premio suficiente.
Página 1 / 1
|
Abril
lindo texto, entretenido, saludosssssssssssss
aljana pausinni
Perdón. Quizás seas muy niña... Si metí la pata ¡ENTIERRAME!
Cariños
Aljana
Abril
Raquel
Magnolia Stella Correa Martinez
Saludos Aljana.
aljana pausinni
(lee esa parte nuevamente).
Esta historia es real y sucedió exactamente como está descrita. En la actualidad él aun es mi mejor amigo (con ventajas) y me siento en condiciones de asegurar que disfrutar de su intimidad me proporciona satisfacciones únicas, puesto que no está contaminado con aquel complejo que tienen la mayoría de los hombres: Que su machismo en la cama ha de ser manifestado si o si. Con mi lindo amiguito sucede lo contrario: "Si aprovechaste; bien. Si no, el problema es tuyo...Fuiste tú la que elegiste involucrarte con un gay" -- pienso que diría él.
Gracias, amiga por entretenerte con mis anécdotas.
Un abrazo
Aljana