A este sentimiento puro que ha nacido, sin tiempo, sin esperas, en libertad de pensamiento. La imaginación vuela, morbosamente enamorada a tu sexo, mi boca a tu sexo, mis ansias al absorver tu fuerza, tu bronca, tu bestialidad que cubre una sensibilidad.
Eres un hombre con todo lo que involucra esa palabra, sin embargo hay algo indefenso que no quiere revelarse.
Ven aquí, en este rincón de la memoria, que nos traen en metafísicos bites y pixeles, acá muy cerca entre mi seno, abrigado por mi aliento y mis caricias.
Ven amado mio... después que me cojas duro, me des por la cola, me amarres a tu cama, me hagas tuya hasta el delirio, nos tomaremos de la mano y saldremos a caminar, a comprar pan y tomar un té a la luz del atardecer. Sin hablar, o tal vez analizando el núcleo de una gota que cuelga de la aleta de una iguana.
No se si nos miraremos profundamente a las pupilas por la timidez y el temor de que el abismo no tenga regreso. Entre el pelo enmarañado de ambos nos esconderemos del uno y del otro. Del otro y del uno.
 
Amado mío, amado invisible, amado que huelo y que juego con mi lengua en tu prepucio. Y la pureza de este amor erótico, nos energiza, nos eleva y nos deja caer en forma rotunda a este laberinto enmarañado y extraño. 
 
Mayo, 2013  
Imagen: fotografía de mi autoría