19.
Publicado en Jul 27, 2021
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“La humanidad necesita ser su propio mesías”
19.  
Las paranoias surgen de los excesos, y ya sabrán que el mío ha sido y no quiero que sea el trago, hay algunos que están metido hasta las patas en otros vicios más agresos, pero en este libro hablo desde este espectro, desde lo que yo he ido viviendo y pasando a través del tiempo. No han sido días fáciles los cuales he elegido vivir en este tiempo, una y otra vez he caído en la decadencia de algunas botellas de vino por noche, de idiota solamente ya que la tranquilidad a abrigado mi vida y solo no he sabido enfrentar algunas situaciones que el azar ha puesto en mi camino, mi fe en dios latente, hablando de él mientras voy perdiendo conciencia una copa sobre otra, quizá el volver a destruirme es una caída obligatoria para volver a escribir con ganas, ese no es el camino, pero de igual forma me lanzo al barro para chapotear como un cerdo joven que solo disfruta de su suciedad. Los días pasan y la mugre de la paranoia no se va, esa que me hace descender a oscuros mundos de tinieblas en donde parece no haber luz. Ya les he contado de esas semanas de trago y cigarro, de ese dolor de riñones al despertar, les he contado de no poder ni siquiera asear la boca por que el vómito se viene enseguida. Al terminar algunas relaciones he bebido por meses intentando buscar calma a la ansiedad que no desaparece, un tonto en verdad jugando otra vez a una ruleta rusa en donde cada vaso de trago es el gatillante de una posterior locura, hace unas noches atrás agarré un cuchillo y me pegué un puntazo en la palma de la mano izquierda, no recuerdo el motivo, solo la sangre y de que menos mal todo fue una locura como tantas otras protagonizadas en mi estado de ebriedad. Hace dos noches atrás salí tarde a comprar un vino barato y me regalaron unas monedas para poder comprar la infaltable cajetilla de tabaco, hace rato no me veía metido en esa situación, por lo demás incomoda y deplorable, viéndolo ahora desde mi escritorio, pero ya fue, quizá se repita en el futuro, lo malo de todo esto que el vino era puro alcohol con tinte de color, un químico total de porquería, recuerdo haber bebido un vaso y notarlo, bote ese vino de inmediato y me acosté a escuchar música hasta altas horas de la noche, ido en pensamientos de lujuria e intranquilidad, pensando que cada sorbo de agua era alcohol y mi parranda solitaria continuaba. A las seis a.m. alcance el punto máximo de la locura otorgada por esa mezcla de químicos, ideas suicidas en mi mente, una desesperación que no calaba, estaba como loco intentando razonar en los valles oscuros donde me había sumergido desnudo, buscando respuestas a ideas vagas sin sentido, ahí pude saber por qué otras veces había perdido los quilates y no sabía que pasos habían recorrido mis pies durante noches enteras, un sorbo de veneno legal a la disposición de los bolsillos más vacíos de la sociedad. Recuerdo no poder ni nombrar la palabra dios en ese momento, él nos permite las caídas pero no quedarnos en el suelo y aun así insistimos en las actitudes autodestructivas que lo único que hacen es derrocar una y otra vez nuestro progreso, como un demonio mirando desde una alta colina, vigilante a cualquier momento de debilidad para poner la tentación en nuestro camino y nosotros caer a sabiendas de un despertar entre resacas y soñando en parajes donde la santidad y la fornicación se juntan en sueños con súcubos de grandes senos y bellas adolescentes que miran con miedo entre las tinieblas de las tierras que recorre nuestras almas por las noches. Tuve cuatro días de descanso esta semana, los cuales solo ocupé para beber y para dormir, una noche de trago o cuatro horas de este en mi cuerpo equivalen a 48 horas de un dormir que se ve interrumpido solo por las ganas de ir al baño, de comer y beber algo de agua para nivelar el dolor de un cerebro deshidratado. Y aun así caigo una y otra vez, aunque Dios ya me ha dado la voluntad para dejar todo eso, aun me resisto a la total salida, una batalla interna para salir de la inequidad a la cual yo mismo llamo cuando ya he alcanzado estados positivos de energía. Mis amigos no le ven nada malo al beber, lo gozan y sus resacas nunca son como las mías, por el contrario, ellos al otro día amanecen como una lechuga brotando tiernamente al sol, más mi cuerpo es aquella misma flotando en mucho vinagre, quizá solo deba ver la cosa desde una perspectiva más positiva, sé algunas respuestas y aun sabiéndolas me hago el ciego a su aplicación.  “Las partes buenas de nuestra relación eran como una rata revolviéndose y mordiéndome en el estómago.” Charles Bukowski.  Vakandi
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Foto del autor Jonathan Ibarra Luman
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Descripción

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Palabras Clave: 19.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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