A mi perro.
 
Mi Ángel de la Guarda, 
dulce compañía, de noche y de día
no vuela con sus alas,
camina a mi lado en cuatro patas.
Cuando le hablo 
me mira atento y callado
escaneándome el alma.
 
Me busca y   me encuentra
cada vez que quiere que le rasque
el lomo o la panza.
Mi Ángel de lana dorada
como una postal del mar calmo al atardecer,
me llama a que salga a jugar con él.
 
Corremos juntos a perdernos 
entre prados y senderos.
 
 Recorríamos desde la playa  a las montañas,
subiendo y bajando,
 escondiéndome detrás de los árboles
sin sentido
hasta que un día
ya no pudo buscarme.
 
26.05.2021