1-LILY Y LA MALDICIÓN DE LAS TRES ESCOBAS
Publicado en May 15, 2021
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                                                   AUTORA VALENTINA LEONI
LILY Y LA MALDICIÓN DE LAS TRES ESCOBAS
LOS VIAJES DE LA BRUMA(1ªparte)
 
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06/01/2021
 
 
    
 

 
 
 
 
Este libro está dedicado a mi futura descendencia, porque todo lo hecho con Amor, bien se recuerda…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿Conoces ese espacio entre el sueño y la vigilia? ¿Ese lugar en el que aún recuerdas los sueños? Ahí es donde siempre te amaré.  
                                                                                 Peter Pan
 
A la Hechicera no dejarás que viva (Éxodo 22:18-28)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LILY Y LA MALDICIÓN DE LAS TRES ESCOBAS
 
 
31/10/1999 mi treceavo cumpleaños, un número sagrado, y aunque se relaciona con la muerte, no hay que vincularlo como algo negativo, pues realmente significa la llegada de un cambio o una etapa de transformación. Sé todas estas supersticiones, porque mi madre y abuela, desde pequeña, me han ido contando muchas, tantas que a veces mis amigas Tania y Lucinda se ríen de mí. No me importa, pocas personas tienen esa sensibilidad ante la Magia, así que intento no derrochar mi pequeña sabiduría con ellas, aunque algo se me escapa. Estoy un poco nerviosa, porque hacía tres días me había hecho mujer (la esperada transformación supongo), y andaba un poco emocionada. Mi madre y abuela me habían regalado una colonia de jovencitas “Agua de Luna de Puig”(por fin dejé las de bebé) y un Diario, querían que apuntase todos mis sentimientos, mis inseguridades y dudas, todo lo que aparecería en esta nueva etapa de la vida. Se pensaban que era tonta, lo que deseaban realmente era poder leerlo y tenerme más controlada, sonrieron cuando se lo dije, y ellas contestaron que no lo abrirían, respetarían mi intimidad, pero sabían que me ayudaría a expresarme en la dura adolescencia. Y aquí estoy, escribiendo en él, me gusta, parece como que hablo con alguien que bien me quiere, sin juzgarme. Lo escondería en el bolsillo de la maleta de viaje, ahí no mirarán, aunque creo en sus palabras, son raras, pero buenas. Llevaban días muy alteradas desde que me hice mujer, por supuesto me dieron la charla sobre sexualidad dulcemente, y también me advirtieron de algo que no supe entender: “pronto sabrás quién eres”, dijeron mientras me besaban mi largo pelo, y lo olieron, gritando casi a la vez, que aún no me había cambiado el olor. No entendí nada, pero tampoco le di la mayor importancia, ya he dicho que eran un poco raras.
Sobre las ocho llamaron a la puerta, “Lilibeth”, gritaron. Si me habían llamado por mi nombre entero era por algo, y la mayoría de las veces no era bueno. Mi nombre es ese, pero siempre me llaman Lily, en el colegio y en casa, según mi madre a mi padre no le gustaba que me lo cortaran, porque lo escogió él, y le gustaba como sonaba, decía que era un nombre de la Realeza, y que Lily lo vulgarizaba, pero a mí, la verdad, me encantaba. Él me llamaba Lilibeth o Princesa, pero con su muerte se fueron casi del todo esas palabras. Tuvo un accidente de moto, mi abuela se enfadaba cada vez que veía la foto en mi cuarto junto a su Harley Davidson, porque desde que se la compró, ella le advirtió lo que sucedería, si es que no la vendía rápido, después de haberse dado ese capricho. Me daba pena, porque además de guapo, todo el mundo hablaba maravillas de él, y solo tengo el recuerdo de chuparle el pelo de su corta melena cuando me acunaba, me hubiera gustado que me acompañase en mi vida, pero mi madre siempre me decía que en la vida pasaban cosas buenas y malas, las malas había que afrontarlas y las buenas disfrutarlas, por eso mi madre y abuela eran exageradamente pesadas, tanto que tenía que apañármelas para tener un momento de intimidad, solo me dejaban en la cama. Volvió a sonar la puerta, y pasó contenta, con mi cupcakes preferido con una vela encendida, y un buen tazón de chocolate. Todos los años hacían lo mismo, ya les dije que no era necesario, que era una mujer, pero mi madre me dijo que mientras estuviera en su casa, a su cuidado, lo seguiría haciendo.
-          ¡Felicidades cariño!
-          Gracias
-          Te estás haciendo mayor muy rápido, te quiero ¿lo sabes?
-          Claro mamá
-          Pide un deseo, y sopla
-          Ya, a ver qué tal
-          La abuela está abajo, ahora sube. Ha ido por una cosa al desván para ti.
 
Nunca me dejaban entrar en el desván, yo lo llamaba en desván de las brujas, sin saberlo, pero decían que había cosas muy antiguas, y hasta que no fuera mayor, cuando comprendiera el valor de los recuerdos, no entraría. Una vez miré por debajo de la puerta, y solo vi muebles tapados con sábanas, me dio miedo, por lo que no tengo curiosidad, por el momento.
-          ¿ Irás esta noche a pedir caramelos?, o eso ya no lo haces porque eres mayor
-          Mamá, por favor. Hace dos años que organizamos una pequeña fiesta hasta las doce,  lo sabes, me vienes a recoger siempre con la tía
-          Por cierto, vendrá para darte tu regalo, cuando salgas del colegio
Adoraba a mi tía, era mi tercera madre, divertida, guapa, una seductora que manipulaba,  pero con buenos sentimientos. Otra de las rarezas de mi familia es que no se compartían los apellidos. Mi madre se llamaba Sara Hellen, abuela Dorothy Clutterbuck y mi tía Alice Kyteler. Suponía que habían conservado los apellidos de sus maridos, porque no existía otra explicación, o eso decían, una de sus principales cualidades genéticas era que no envejecían, se mantenían igual con los pasos de los años. Todas eran viudas, por lo que me daba un poco de miedo casarme, vaya que siguiese con la tradición, a lo que todas contestaron que eso no me pasaría a mí, porque las desgracias desaparecerían, cuando se terminase con la maldición. A veces hablaban como en código, porque solo ellas comprendían lo que decían, para mí eran frases sin sentido, pero las veía tan contentas cuando las mencionaban, que me contagiaban la alegría, esa que a pesar de las penas, siempre rodeaba mi casa.
-          Buenos días princesa, dijo mi abuela cargando un espejo
-          Te vas a hacer daño
-          No pesa, aunque lo parezca. Te he traído esta reliquia de mis antepasado, empezarás a presumir, y te hace falta en el cuarto
-          Habrá que limpiarlo, tiene telarañas
-          Ni las toques querida, son de plata, forman parte del espejo, te ayudaran cuando haga falta
-          Por favor abuela, pero no me importa, si a ti te gusta, las conservaré. Me hacía falta uno, para cuando bailo en el cuarto descalza
-          Sabía que te venía bien
-          ¿Lo colgamos al lado del taquillón?
-          No cariño, el espejo debe estar siempre tocando el suelo, si no cabe la posibilidad que te quedes en el limbo
-          ¿Qué dices abuela?
-          Ya lo comprenderás, todo a su tiempo. Esta noche es muy especial, cuando vuelvas de la fiesta, te estaremos esperando las tres, para desearte buenas noches. Te haré una tarta de galletas, para que invites a tus amigos, ¿quieres?
-          Claro abuela, me encantan tus tartas, que sea grande, somos muchos
-          ¡Venga!, ¡arriba perezosa!, debes prepararte para ir a la escuela. No te olvides del disfraz, está ahí, y de la calabaza que está en la entrada llena de chuches para los niños de tu clase
-          Gracias
Todos los años me preparaban un disfraz de bruja, del que estaba un poco harta, pero como se pasaban todo un año cosiendo, bordando, la verdad es que era siempre espectacular, me hacían hasta foto en la escuela para ponerla en el anuario, que mi madre guardaba todos los años. Estaban hechos a mano, y por lo general me servían para tres años, no más, así que ya tenía unos pocos, que debía ponerle a mi hija, según me advertían. También sabía que el de este año era el definitivo, porque no iba a crecer mucho más en mi juventud, y con lo que habían dejado para sacar, bastaría, sería el último, porque también decían que cuando eres mayor ya no te disfrazas, se ven fácilmente los años. Otra cosa que no comprendía bien, pero bueno, es lo que tenía tener un particular familia. Este día siempre fue muy especial para mí, aunque creciera deprisa, quizás era mayor para llevar chucherías, pero como eran caseras y a mis compañeros les encantaba, las llevaría mientras no pasase al instituto, entonces dejaría de hacerlo, eso lo continuaba por tradición, y porque aún nos disfrazábamos. Me despedí de mi madre, pero antes de salir, se sacó algo del bolsillo
-          Cariño, se me olvidaba mi regalo. Toma, es tu carta astral, dentro de media hora debes estar abajo, así que ya verás si te da tiempo a leerla ahora, o luego cuando vuelvas.
-          Gracias mami, siempre la quise. La enmarcaré y la pondré al lado de la estantería con mis tebeos de Tintín.
-          Donde quieras amor, es tu regalo
No me esperaba más regalos, suponía que la colonia y el diario era parte también por mi cumpleaños, y aún me quedaba el de mi tía, que siempre era muy original, pero esta vez se iba a tener que esforzar, porque aunque los recibidos no tuviesen mucho valor material, el espejo y la carta si tenían un gran valor sentimental, que es más importante que algo que se pueda romper o perder a lo largo de la vida, además mi abuela siempre decía que de esta vida no te ibas a llevar nada, solo bonitos recuerdos y el buen amor que recibas, así que mi tía esta vez lo tenía difícil  para sorprenderme.
Me tomé el chocolate, mientras leía mi carta astral, decía cosas sobre mí que ya sabía, pero a veces es agradable escuchar o leer, como que era una persona positiva, luchadora, comprensiva, vitalista, y más cosas que ya descubriréis. La coloqué junto a la fotografía de mi guapo padre. En pocos minutos me preparé para ir a la escuela: me lavé bien la cara y las manos, cepillé mis dientes, me eché mi nueva colonia ( era dulce y fresca, me dijeron que cuando fuese adulta me regalarían la misma que tenían ellas, una que llevaba incienso y madera) y me peiné, ya me dejaban hacerlo sola, aunque las trenzas no me salían de maravilla, pero como iba disfrazada de bruja, no importaba que no fuera bien peinada, ya que a ellas al volar siempre se les deshacían los peinados, aunque rezaba para que no me viera mi abuela, porque para ella una mujer siempre debía ir perfecta, como ella, que iba impoluta con su pelo blanco en una corta melena, y su collar de perlas, que no se quitaba ni para ducharse, por lo que esperaba que estuviera distraída con la tarta, y no se despidiera.
Mi madre me llamó, ya habían venido Tania y Lucinda, por supuesto su disfraz eran espectaculares, porque su abuela también cosía, y les hacía algunos de crochet que eran la envidia de muchas niñas. Tania llevaba uno de muerta, y Lucinda de vampira. A mí el tema de los vampiros me daba un poco de cosa, porque mi madre tenía los colmillos un poco grandes, y algunos en la escuela se metían con ella, pero mi mamá siempre se reía, e incluso los asustaba si se ponían pesados, siempre sonreía, nunca la había visto triste, ni cuando recordaba a mi padre, porque decía que le había dado muchos años de felicidad, mientras otras personas no la conocen en toda su vida. Se conformaba con todo, y a veces eso me enfadaba, porque me hacía sentir mal cuando me cabreaba por algo, no era el ejemplo que me daba, para ella la vida era un regalo, y había que disfrutarla, no dejarse llevar por la rabia.  Cogí las chuches, hoy en el cole no hacíamos nada, por lo que no necesitaría la mochila, ni las gafas. Mi madre me maquilló un poco antes de salir, yo quería que disimulase el lunar que tenía en la cara, pero ella siempre lo resaltaba, decía que era una señal familiar, de la que me debía sentir orgullosa, no esconderlo como si fuera una vergüenza. Y era bonito, mi tía siempre decía que de mayor me haría ser más sensual, las cosas de mi tía, siempre igual, pero lo teníamos las cuatro, y debía sentirme orgullosa de él, no taparlo. Durante el camino hablamos de nuestros disfraces, me dijeron que era el más bonito que me habían visto en todos los años anteriores, y la verdad es que lo era, estaba todo bordado con flores del mismo color, negras, con encaje en los puños y cuello, y un gorro forrado de la misma tela. Era como el de un bruja rica, se veía el gran trabajo, seguro que este año me pondría en la primera página con mis amigas, porque los suyos estaban también muy bien confeccionados, y con un maquillaje espectacular. Las tres nos queríamos mucho, llevábamos desde infantil juntas, y decíamos que éramos los ángeles de Charlie, porque queríamos ser como ellas, aunque nos peleábamos por ser la rubia, ya que era la más guapa, pero a mí no me importaba ser la lista, siempre ganan las batallas. Llegamos al cole, por supuesto todos nos mirábamos, y discutíamos por cuál era el mejor, cuál estaba más conseguido. De repente, cuando me felicitaban (sabían que era mi cumpleaños), les daba los esperados caramelos, saqué de la calabaza una pequeña escoba, que me recordaba a algunos útiles que veía en los rituales de vudú, pero no quise darle mayor importancia, seguro que mi madre la había puesto ahí, para que me protegiera de cualquier tontería de las suyas. La dejé en la calabaza, y seguí compartiendo juegos con mis amigos. A lo lejos vi a Daniel, era guapo, pero me ponía tan nerviosa, que no quería que se acercase. Mi madre me dijo que con los años se me quitaría la timidez, y que conseguiría superar no ruborizarme, eso esperaba, pero aún no me pasaba. Si me decía algo, lo que fuera, mi cara parecía un tomate. Iba disfrazado de pirata del caribe, y cuando pasó cerca, tocó mi trenza. Suficiente para atacarme, y ya no saber qué hacer si él estaba cerca. No era el más guapo del colegio, pero si era el más atractivo e inteligente, aunque suspendiera. Creo que sabía que me gustaba, y por eso me daba la lata, porque subía su ego, aunque no le dirigiera ni una palabra. Era muy simpático, Tania y Lucinda siempre me lo decían, pero me podían los nervios si estaba cerca. Nos metimos en clase, y antes de sentarme había una flor del jardín del colegio en mi pupitre, con una nota que ponía “Felicidades, Daniel”. No os podéis imaginar cómo latía mi corazón, pero guardé tranquila ambas cosas en mi calabaza, y todos me cantaron feliz en tu día, mientras no dejaba de pensar en lo que debía hacer cuando lo viese a la salida.
Las horas del colegio fueron muy amenas, hicimos varios juegos, y disfrutamos de la compañía de otros alumnos diferentes a los de mi clase, por supuesto me hicieron la foto junto a Tania y Lucinda, cogí la pequeña escoba, para que diese más realidad a lo que vestía. Me enseñaron por algunas aulas, y Daniel de lejos sonreía, esta vez sí le aguanté la mirada, y le dije gracias, sin que saliera un sonido de mi boca, mientras él me guiñaba un ojo. A la salida no lo vi, y ahí estaba mi madre y mi tía. ¡Qué alegres eran!, como si la vida fuera tan maravillosa, que no entendían las guerras. Mi tía me achuchó fuerte, y me despedí de mis amigas. Me monté en su coche, por supuesto muy particular, un escarabajo en negro, del que siempre se quejaba, porque se llenaba fácilmente de polvo, y repetía “si lo llego a saber, compro el blanco, aunque no fuese el color más apropiado”, una frase que repetíamos las tres, cuando ella la iniciaba. Mi madre no tenía coche, por lo que recurríamos a ella, para cualquier compromiso o excursión que debiéramos hacer. La casa estaba cerca, pero me gustaba lucir a mi tía y a su auto en la escuela, ella lo sabía, por lo que en fechas señaladas, siempre venía.
Llegamos enseguida, mi tía se bajó del coche, y se puso a limpiar el polvo con un plumero particular, mientras nosotras entrábamos en la casa. Fui directamente al cuarto, me desnudé frente al espejo, observé los cambios en mi cuerpo, tenía más pecho, no tanto como el resto de mi familia, pero se me notaba con las camisetas, que según mi tía, con eso bastaba. Me puse mi ropa de casa y mis babuchas, me tumbé en la cama a leer mi carta astral, a ver qué más decía. Al cabo de un buen rato, volvieron a decir mi nombre completo, era mi tía
-          Hola amor, ¿contenta con tus regalos?
-          Claro, son muy originales
-          Veo que ya te han traído el espejo
-          Sí, es bonito, aunque no me deja quitarle las telarañas
-          Está mejor con ellas, ya te acostumbrarás
-          Toma, este es uno de mis regalos
-          ¡Qué bonito, tía!, es un colgante precioso, me lo abrochas
-          ¿Sabes qué es?
-          No
-          Es un Tetragrámaton, significa la superioridad del espíritu humano sobre la naturaleza, con él dominarás al fuego, aire, agua y tierra. No lo olvides
-          Por favor tía, entonces si llueve y quiero ir a algún sitio, se lo pido y deja de llover
-          Poco a poco cariño, primero hay que descubrir muchas más cosas
-          No te entiendo
-          Lo sé
-          Mira por la puerta asoma otro regalo
Era un cachorro de gato, un gato persa-exótico, como era ella, gris perla, con un cascabel rosa, que se acercaba a mi cama. Casi lloro de la emoción, siempre quise uno, pero decían que no era el momento. Lo cogí, lo acuné, como mi padre hacía conmigo, y le puse su nombre “Selina” (luz de Luna), que siempre me gustó. Me había emocionado, por supuesto mi tía me volvió a impresionar.
-          ¿Te gusta?
-          Claro tía, muchas gracias ( la abracé)
-          No lo he podido conseguir en negro
-          Me gusta mucho más así, ya sabes que el negro coge mucho polvo( nos reímos las dos)
-          Me alegro, pero recuerda que es tu responsabilidad. En el coche está todo lo que necesitas, ya toma pienso y hace sus cosas en la arena, pero lo tienes que asear, limpiar, estar atenta a su comida, sus medicinas, vacunas y demás. Estará a tu cargo, y verás el amor que recibirás. No es un perro, pero como cualquier animal, sabe amar.
-          Gracias tía
-          De nada cariño, te protegerá, los gatos son mágicos
-          Cómo nosotras
-          Sí, como nosotras, como nosotras Princesa.
La tarde fue tranquila, ella estaban reunidas en la cocina charlando en un lenguaje propio de su país de origen, que yo no encontraba en el mapa, pero como casi con todo, no le daba importancia. A eso de las siete era totalmente de noche, y bajé de nuevo con mi disfraz para que me llevasen a la fiesta, debía coger la tarta de la nevera. Sonó la puerta, era unos niños, aunque parecían dos hombres pequeños disfrazados, cogidos de la mano de la vecina Madame Blavatsky, quien era muy famosa en el barrio porque muchas mujeres de dinero iban a su casa a echarse las cartas y a hacer sesiones de espiritismo, incluso alguna vez la policía la visitaba por si la ayudaba. Daba un poco de miedo, su casa estaba rodeada de árboles sin podar, pintada de gris, incluso con telarañas por las ventanas, no de plata como las mías, si no reales. Ella también era muy siniestra, siempre vestida de negro, con un moño que la envejecía, y un anillo con un camafeo en rosa, que era la envidia de todas, decían que fue el regalo de otra bruja, porque así la llamaban. Mi madre no me dejaba acercarme a ella, decía que las personas malas pueden parecer buenas y tranquilas, pero por cualquier cosa, su ira se desata, así que cuando la viera cerca, corriera. La verdad es que nunca había hecho nada por lo que se la pudiese acusar de eso, pero es lo que tiene la mala fama, difícil de quitar, y más si hay gente con poder que te desea cosas trágicas, porque decían que le había echado una maldición a una rica del pueblo, y por eso su vida estaba llena de desgracias. Cotilleos tontos, pero que pueden destruir a una persona, eso es lo que decía mi tía, pero luego realmente, no querían que me acercara ni a la puerta del jardín de su casa, que estaba en la esquina frente a la nuestra. Volvieron a llamar, y no sabía qué hacer. Llamé a mi madre, quien vino con una calabaza llena de caramelos, pero al verla por el cristal, no abrió la puerta. Miré, y ahí estaba ella, sin disfraz, pero parecía una auténtica bruja, quien sujetaba la misma escoba que me dejaron a mí. Mi madre se asustó, se echó para atrás, y me apartó de la puerta. No comprendía nada, ella volvió a llamar al timbre, nos veía, pero tampoco decía nada. Hubo un silencio incómodo, me apartó aún más, diciendo que subiera al cuarto, y lo hice rápido. Cuando estaba arriba, por la ventana vi como si fuera un relámpago, sin ruido después, que duró más que unos segundos, y dio luz a todo el barrio. Miré el cielo, y no había luna ni estrellas, quizás las nubes negras las tapaban, encendí la luz de mi dormitorio, pero no funcionaba, solo la vela que mi madre ponía en cada cumpleaños para que se consumiera. Se dejó de oír a los niños  con lo de “truco o trato”, los gritos cuando se asustaban, todo lo que era característico en esa noche, se paró el barrio. No se me ocurrió otra cosa que coger la escoba que me pusieron en mi calabaza, y quemarla porque me estaba quedando sin luz, hubo otro relámpago, y en ese momento todo volvió a la normalidad, mi madre gritó que bajara, que iba a llegar tarde a la fiesta. No entendía muy bien lo que había sucedido, mi escoba desapareció como por arte de magia, y casi vuelve a brillar la luna, en esa noche tan extraña, antes de bajar vi la pequeña escoba de Madame Blvantsky en el cuarto de mi yaya
Nos montamos en el coche sin mencionar nada, pero mi tía parecía enfadada, mientras mi madre disimulaba y le regañaba con la mirada, diciéndole que debía fingir por mí, eso se lo leí en su mente, porque muchas cosas adivinaba, no todas, pero las suficiente para salvarme de alguna patraña. Llegué a la fiesta con mi tarta, era en casa de Malena, la más guapa del colegio, y la más rica, por lo que su madre siempre organizaba una fiesta, para tenerla contenta. Yo solía llevar una tarta, porque sabían que era mi cumpleaños, aunque no lo festejara en casa. Mi madre decía que cuando cumpliera los 18, cuando entrase en el mundo adulto, sin serlo realmente, me haría una gran fiesta en el patio de mi casa, si no llovía, así que me acordé del colgante regalo de mi tía, y esperaba saber utilizarlo para entonces. Me crie con ese tipo de cosas, a veces las detestaba, pero en otros momentos me gustaba saber utilizarlas, porque me funcionaban. Llegué puntual, mi tía decía que era una falta de respeto llegar tarde a los sitios, ya estábamos casi todos, ese año había invitado a Daniel, quizás bailásemos algo, y nada más pensarlo me puse otra vez como un tomate. La madre de Malena saludó a mi madre y a la tía, estuvieron charlando un rato sobre el colegio, luego se marcharon diciendo que antes de las doce vendrían, porque quería que estuviera pronto en casa. Le dimos la tarta a la madre, y entré. Su casa era de película, tenía hasta una pequeña de invitados, donde decía Malena que viviría cuando fuese adulta, hasta que se casara. Solo tenía una pequeña sala con cocina americana, un dormitorio, y un baño, pero también tenía un pequeño porche que daba al jardín de la casa. La envidia de todas, pero bueno a mí con mi cuarto, por el momento, me bastaba. Entramos a la de invitados, donde estaba todo decorado, y sin adornos que pudiéramos romper. Pusimos música, la madre preparó la comida, y se marchó, advirtiendo que si necesitábamos algo, avisásemos. Nos divertíamos, bailábamos, y soplé mis velas, las llevaba. Tomamos la tarta sentados alrededor de la mesa baja del salón, y fue cuando Malena sacó algo
-          Bueno chicos, creo que llegó el momento
-          ¿ De qué ? dijimos todos
-          Esta tarde he comprado una tabla de Güija
-          Nooo, gritamos
-          Sí, y la vamos a utilizar. No sé si habrá algún espíritu cerca, pero lo vamos a intentar. No hagáis trampas, por favor
Daniel me miró, Tania me cogió la mano, mientras Lucinda se reía porque no creía en esas cosas. Daniel, sin pedírselo, se puso a nuestro lado, me volvió a tocar la trenza, y me dijo “yo crecí mucho este año”, haciéndose el fuerte, que me protegería de los malos. Malena era una niña decidida, así que no dudó en que todos le haríamos caso, además tenía a su amiga-criada Raquel, que la ayudaría a asustarnos, llegado el caso. Tenía miedo, ya pasé un mal rato con lo de la vecina, esperaba poder coger el sueño esa noche. Apagaron las luces, solo alumbraban las velas,  todos nos colocamos alrededor de la mesa, pero solo debíamos ser seis los que pusiéramos el dedo encima del vaso pequeño de cristal, los mismos donde se ponen chupitos. Malena advirtió que ella dirigiría la sesión, y por supuesto todos obedecimos. Los seis primeros que pusimos el dedo fuimos Malena, Lucinda, Tania, Daniel, Raquel, y yo, se debía hacer así para evitar que las vibraciones se expandieran. Y entonces, sin avisar, cuando los susurros dejaron de sonar, Malena empezó a cantar una canción de muertos, que jamás había escuchado, y cuando terminó, cuando todos estábamos concentrados, empezó:
-          ¿Hay alguien ahí, alguien quiere comunicarse?. Al cabo de unos pocos segundos, el vaso se dirigió al sí, y luego al hola. Me hubiese ido corriendo, pero no eran las adecuadas circunstancias.
-          ¿Eres hombre o mujer?, preguntó Malena. El vaso estaba vez se dirigió a la palabra mujer.  
-          ¿Cómo te llamas?. El vaso poco a poco formó una palabra “ Lilith”. Me asusté aún más por el parecido con el mío
-          ¿Quieres decirnos algo? Y dijo: “La maldición va a comenzar”. Todos chillamos, menos Daniel, que estaba entusiasmado
-          No te comprendemos, ¿Estamos todos malditos?, y el vaso dijo  “ NO”
-          ¿Alguien de nosotros?, y contestó “SI”
-          ¿Quién?, durante unos minutos no se movió, pero luego dijo “ Lily”.
Me levanté de inmediato, mientas todos me miraban, y dije que quería acabar con el juego. Mis amigas me apoyaron, y Malena avisó que para terminar con él, debíamos despedirnos del espíritu, si no se quedaría atrapado. Fui valiente, y me coloqué. Todos hicieron igual. Malena le dijo adiós, y el vaso contestó” hasta pronto”
Encendieron las luces, estaba enfadada, todos me miraba, si era un juego de Malena y Raquel, no me hacía gracia. Llamé a mi madre para que viniera por mí, y me fui de la fiesta, la esperé en la puerta de la entrada. Lucinda y Tania me acompañaron, mientras todos seguro que murmuraban a mis espaldas. Malena y Raquel no eran malas, pero les gustaba ser el centro de atención, y para Daniel era mi trenza. Ya había aprendido lo que puede provocar la envidia y los celos, pero no pensé que fueran tan crueles, cuando lo les había hecho nada, aunque mi tía siempre me advertía que de las personas envidiosas y malas había que guardar las distancias, sin enfadarlas.
Mis amigas volvieron a la fiesta, me molestó un poco, pero sabía que si me criticaban, ellas darían la cara por mí, o eso esperaba. En el coche les conté todo a mi madre y a mi tía, porque querían saber qué había pasado. Agacharon la cabeza, y me dijeron que cuando llegásemos a casa, hablaríamos. En todo el camino hubo un silencio fantasmal, y al llegar fui directamente a mi cuarto, la verdad que a llorar, pero no cerré la puerta, y las escuché hablar. Mencionaron algo de Lilith, como que había vuelto a aparecer, por lo visto lo había hecho antes de lo previsto, dijeron algo como “las otras deberían estar con nosotras, hay que darse prisa”, y se marcharon al desván. Aproveché ese momento para coger su libro de magia, ese que a veces lo curioseaba, aunque ellas no me dejasen, pero es lo que tiene la adolescencia, basta que te prohíban, como para hacerlo con ganas. Tenía un índice y busqué  por si había algo de la tal Lilith, y ahí estaba, también la llamaban Lilit
El concepto de Diabla o Diablo hembra, tal vez ha sido inspirado en Lilit, según el folclore judío de origen mesopotamio, fue la primera esposa de Adán antes de Eva. Según la leyenda, Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que Adán le exigía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual». Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilit, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.
Cerré el libro, no quería saber más, pero no comprendía porque había aparecido para maldecirme, cuando no me había dado tiempo a hacer nada malo en la vida. Coloqué el libro en su sitio, y por supuesto esperé la explicación de mi madre, asustada, y con esperanza de que terminara pronto esta pesadilla.
-          Sara y Alicia, hay que mirar en el desván, debemos encontrar algo que le ayude a protegerla
-          Ya le hemos regalado a Selina, tranquilízate mamá ( dijo mi tía Alicia)
-          ¿ Cómo es posible que haya venido tan pronto, no tiene los 18 años?. No nos ha dado tiempo a buscar las restantes tres.
-          Hay que darse prisa, esta misma noche hará su primer viaje
-          No puede hacer nada más que uno por año
-          Pero la maldición se debilitará mientras vayamos creciendo en número, y mientras no aparezcan las tres escobas
Escuché las pisadas por las escaleras, casi corriendo, mientras estaba sentada en mi cuarto, esperando.
-          Hola cariño, ¿cómo estás?
-          Algo asustada, esperando una explicación
-          Bueno quizás haya llegado el momento, más rápido de lo que esperábamos.       ¿Sabes quiénes somos?
-          Claro mamá, que tontería
-          No amor, soy tu madre, pero somos brujas, tenemos muchos años a nuestras espaldas, y a pesar del sufrimiento que lleva no ser igual que los demás, tú nos diste esperanza.
-          ¿Entonces yo también soy bruja?
-          Bueno todo lleva su tiempo, pero estás en el camino de serlo. ¿Quieres?
-          Quiero ser como tú, mamá. Te quiero
-          Pues entonces debes escucharnos atentamente
-          Claro
-          Siglos atrás hubo un importante Aquelarre, ¿sabes lo qué es?.
-          Sí, la tía me lo cuenta casi todas las noches. Es una reunión de brujas, para hacer algo en conjunto, no tiene porqué ser malo
-          Exacto. Nos reunimos para intentar conseguir que las Pandemias desaparecieran de la Tierra, porque con la Gripe Española murieron muchísimas personas, quizás no podíamos vencer a todas las enfermedades, pero las Pandemias eran enviadas por brujas malas, y solo nosotras conseguiríamos vencerlas. Y justo cuando estábamos acabando con el ritual, Lilith surgió de la figura de la cabra sacrificada, y nos maldijo. Primero nos advirtió que jamás conseguiríamos vencer al mal, a no ser que las siete brujas más poderosas de todos los tiempos se uniesen para ello, siendo una de ellas la nacida de mí y de un arcángel hecho hombre, por lo que ella jamás consentiría que mi hija se hiciera mayor. Y echó la maldición de las tres escobas, que aparecerían para advertir que sería el final de muchas brujas buenas, y de su descendencia.
-          No comprendo bien, mamá
-          ¿Cómo se llamaba tu padre?
-          Miguel Ángel
-          Eres lista, debes saber quién eres.
-          Pero.¿ por qué desea mi muerte?
-          Por tu poder, podría destruir el mal, y con ello provocarías su desaparición
-          ¿Y cómo?,
-           Eso se aprende con los años
-          ¿Qué debo hacer?, no quiero morir, no quiero perderos
-          Es largo de explicar, pero aún hay tiempo, mientras no aparezcan las tres escobas, todo estará tranquilo. Solo nos han enseñado una, la de la vecina
-          Mamá en mi calabaza había una esta mañana
-          ¿De dónde la has cogido?
-          Alguien la debió poner, porque la dejé en el porche mientras me acababa de arreglar
-          No te he hablado de la maldad en la vida, sabes que hay personas buenas y malas, y las malas aprovechan cualquier descuido para obrar mal, sin existir motivo. No puedes ser imprudente, las imprudencias pueden costar caras. ¿Dónde está?
-          La quemé
-          ¿Cómo?
-          Sí, no había luz y pensé que me alumbraría, era fea, no la quería conservar
-          Dios mío Lily, ya no podremos posponer su maldición. Bueno aún falta una
-          Lo siento
-          No te preocupes, ya sabes lo que digo: lo que no tiene solución, no se piensa más, se aprende del error, y se sigue adelante. ¿Te molesta la rodilla?
-          Un poco, ¡mi mancha!
-          Exacto amor, mírala, ¿ves la forma que tiene?
-          Sí, de tres escobas juntas.
-          ¿Comprendes?, salió cuando echó la maldición, pero nunca te quejabas, suponía que algo le pasaría cuando todo se iniciara
Entonces Selina entró  a la habitación con algo en la boca, la tercera escoba. Todas lloraron, se pusieron alrededor de mi cama, y dijeron que escuchase bien: “Con la aparición de las tres escobas, empieza la lucha por la supervivencia, ya que ella intentará matarnos, porque sin nosotras, no sobrevivirás, y el mal vencerá a la posibilidad del bien. Pensábamos que llegaría cuando cumplieses los dieciocho años, pues entonces entrarías en el mundo adulto, y habrías conseguido los dones para ser una auténtica bruja, pero no hay tiempo, debes empezar a luchar, muy pronto, pero es la vida que te ha tocado vivir, y ya te dije, existen situaciones buenas en la vida que hay que disfrutar, y malas que hay que afrontar. Vas a tener que pelear desde joven, pero si vencemos, podrás conocer que es el bienestar. No te asustes amor, no estarás sola, y a los malos la ira les suele traicionar. Eso sí, no podemos esperar más, intentaré explicarte todo para qué sepas cómo actuar.
-          Estoy asustada.
-          Coge tu amuleto, mientras abrazas a Selina, te darán el valor para poder actuar. Estate atenta querida. Solo podremos vencer a Lilith, y a la maldición, si consigues traer del pasado a tres brujas muy importantes, que no te daré el nombre, pero sabrás a quien escoger. Debemos ser siete para el ritual (nosotras tres, las tres del pasado y tú, ya bruja ¿te acuerdas de lo que te conté del número?
-          Sí, creo que sí. Es un número que proviene del cielo, donde los siete planetas clásicos forman un todo: el Septenario. El Sol, la Luna y los planetas visibles: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, por eso es tan importante.
-          Exacto, si no conseguimos ser exactamente esas siete, no habrá posibilidad de vencer, ya que has destruido una de las escobas,  quizás con las tres podríamos haber hecho algo, pero no debemos pensar en eso, solo en la única posibilidad que nos queda
-          ¿Y cómo voy a viajar al pasado?
-          Por el espejo, debías haber pasado más tiempo con él, como con la caja de música que te regalé por tu santo, pero hay que darse prisa, no sé del tiempo que disponemos. Deberíamos haber pensado que este año es 1999, y si le damos la vuelta a los nueve, son seises, el número del mal, pero no caímos en eso.
-          No entiendo bien
-          Cada cumpleaños, deberás hacer un viaje astral a través del espejo, una vez que estés preparada, cuando escuches la canción de tu caja de música, te introducirás en él, y viajarás al lugar indicado. Allí te estará esperando un amigo de papá, tu ángel de la guarda con forma de hombre, y te guiará hacia la persona indicada. Viajarás a través de la Bruma, quien dejará atrás muchos años, será tu amiga, junto a la araña Penélope, y podrás llevarte a Selina
-          ¿Y allí que hago? ¿cómo volvemos cuando la encuentre?
-          En primer lugar un consejo antiguo es “donde fueras haz lo que vieras”, siempre que no fuese un delito, porque si no tendrás más problemas, y una vez que consigas contactar con la persona indicada, la cual no sé quién es, si no te lo diría, deberás adentrarte en cualquier páramo o bosque, cuando escuches la canción de tu caja de música, empiece a aparecer al Bruma, y  veas una gran tela de araña, deberéis pegaros entera a ella, y entonces  Penélope os traerá de vuelta. No será fácil, porque te esperan muchos peligros en otras tierras, serás forastera, y la vida no siempre es como una desea, ni las personas, más cuando no te conocen, ni saben qué buscas en sus tierras. Ten mucho cuidado, Princesa.
-          Me da miedo mamá
-          ¿Quieres vivir?
-          Sí
-          Pues hay que hacerlo cariño, no nos queda mucho.
-          Y cómo pelearé con el mal, que allí me espera, soy una niña
-          Te acuerdas de los Dones de las Brujas.
-          Sí son seis: Guardianas del aire, Guardianas del agua, Guardianas del fuego, Guardianas de la tierra, Guardianas de la Mente, y Guardianas del Sueño.
-          Sabes que para que funcione nuestro futuro Aquelarre deberemos ser siete brujas, y tú aún no lo eres.
-          No
-          Pues antes de cada viaje te regalaremos un don y un objeto relacionado, que deberás saber utilizar para salvarte de los peligros que acechen. Y cuando regreses se te concederá otro don, por lo que irás acumulando más en cada viaje, y te será más fácil luchar contra los malos. Deberás hacer tres viajes, y todo habrá terminado
-          Y si me pasa algo
-          Esperemos que no, tienes buena protección. Estoy segura que tu padre te ayudará, él conocía la maldición y los peligros, por eso te pudo Lilith, creyó que si te conocía de pequeña, y tenías un nombre parecido, te cogería cariño. Se creía que las personas eran como él, y las personas malas no cogen cariño a nada, más bien destruyen lo que les haga recordar lo malvados que son.  Si te mando es porque es la única solución, no pondría a mi hija en peligro, ¿los sabes cariño?
-          Lo sé mamá
-          Ve a ducharte, mientras nosotras vamos a prepararlo todo.
Mientras me duchaba pensaba en todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo, sabía que la vida podía cambiar en pocos segundos, pero como siempre ocurre, no crees que esas cosas te puedan pasar a ti, crees que la maldad del mundo no te pertenece, y aunque me avisaban de ello, quedaba claro que nadie está a salvo de todo, por cualquier circunstancia, por cualquier error, la vida puede cambiar a bien, pero también a peor. Así que debía ser prudente, si quería conservarla, porque en este mundo una equivocación te puede destruir la vida, aunque seas una buena persona, pero en el mundo de las sombras, una equivocación te mata, así que debía ser prudente, y pensar antes de actuar, no dejar que la rabia me dominase, como les pasa a las almas malas. Me sequé bien el pelo, no quería resfriarme, y salí asustada, pero preparada, mi familia me había hecho segura de mí misma, me habían dado la protección y el amor necesario para tener confianza en mis acciones, pues las personas queridas siempre se sienten fuertes, y así me sentía, como alguien que volvería después de una gran experiencia vital, que enriquecería a mi joven alma.
 
 
 
 
 
                                                                                VALENTINA LEONI
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Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
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Descripción

Primera parte del libro infantil "Los viajes de la Bruma", que trata sobre la caza de brujas que ha habido en la Historia

Palabras Clave: Escobas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



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