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Publicado en Apr 07, 2021
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“Ir o reclamar contra Dios por no llevar la vida que uno quisiera, es como permanecer enojado con tus padres por aquel regalo que no te compraron de niño”
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Hoy me he vuelto a cambiar de arriendo, ha sido un día ajetreado, he perdido la cuenta de cuantas veces en mi vida me he mudado de habitación, pero no es algo que me disguste, siempre los cambios son bienvenidos y más cuando en el lugar donde se habitaba ya estaba el desmadre. Bueno recordemos algunas de las situaciones que viví en ese lugar antes de que cambiase de residencia. Uno de tantos días de borracheras, decidí salir a dejar a uno de mis socios desnudo y  no fue solo una vez si no varias, hace perder la cabeza el ron, la señora del arriendo al otro día me decía de mis actitudes inapropiadas, en el momento molestaba oírla, pero no era algo a lo que le dedicara mucha importancia, en realidad no importaba, otras veces me ponía a pelear con amigos que invitaba, destrozando los muebles, vasos y lo que se nos atravesara, música a alto volumen a altas horas de la madrugada, risas y conversaciones sin sentido, idiotas regocijándose en nuestros actos de estupidez. Al otro día una capa de suciedad pegada al piso flotante, restos trago, cigarro y marihuana, condones, olores asquerosos de un ambiente que reflejaba mi moribundo espíritu, decenas de latas de cervezas vacías, otras a medio beber, botellas de vino dadas vuelta. Los correspondientes insultos a todo, reclamando por la miseria de vida que se llevaba y horas antes bailando alguna cumbia de mala clase, el ridículo era mi papel preferido, le rehuyó conforme pasan los días. Cerca de cinco años viví en ese lugar, desfile de historias y momentos, cientos de borracheras en un año, el demonio suelto ejerciendo dominio a través de mí, ¡qué basura de vida!, semanas en la más absoluta soledad, conversando con la depravación, insultando a un mundo que nada tenía que ver con cómo estaba llevando mi vida en ese tiempo. Cuantas veces no sentí morir vomitando en la taza del baño, a las dos o tres de la madrugada, hora en que el silencio es de tumba, ahí solo vomitando bilis, sintiendo morir, lágrimas en los ojos y jurando al nunca más bebo, en mentira siempre, desnudo sentado en la ducha, fumando un último cigarro para extender la miseria, en un cuerpo que ya tenía espasmos de tanto beber. Recuerdo una vez que una chica que quería termino la relación por que bebía mucho, bueno una de otras que me terminaron por lo mismo, esa vuelta estuve bebiendo cerca de tres meses con periodos de dos días para dormir la resaca, recuerdo haber gastado algunos cientos de miles en latas de cerveza barata y cigarros de mala clase, uno de esos días me senté a descargar, vomite y me salió sangre de nariz, y estaba fumando un cigarro como si nada. Fueron muchos años solo en aquella casa de esquina, cuando llegue a ese lugar se respiraba un aire de tranquilidad, pero conforme pasaron los años todo se volvió nebuloso, gritos, insultos, insolencias y mala vida. En un documental tuve la oportunidad de ver que ciertos grafitis que se pintan en las esquinas son como portales o conjuros para invocar a las maldades del aire, en la pared que daba a la calle pintaron un dibujo que daba muy mala espina y así fue como todo se enturbio, la paz se fue y el escándalo, la pobreza dominaron el lugar… me pregunto si ellos lo notaban o solo vivían el cómo se iban dando las cosas, no eran mala personas, quizá solo ignorantes del mundo que se está viviendo y la continua batalla entre el bien y el mal que se está librando. Recuerdo haber llenado esa pieza de cachivaches, discos de metal, poleras del estilo, cientos de libros, cada cosa que se me ocurría la compraba, perdido en un mar de materialismo, intentando llenar el vacío de mi ser con porquería de materia, que siempre mantenían mis bolsillos vacíos. Aprendí mucho en el trascurso que permanecí en ese lugar, no me hubiera cambiado, pero para quien ama la diferencia cada cierto tiempo, no hay lugar que le amarré, pueden pasar años, pero el ave volará, en busca de nuevos caminos. En ese minidepartamento desafíe a Dios en mi ignorancia, ahí le encontré, y ahí le sentí.  A veces los lugares hacen a las personas y al no poder huir de las energías que están presente en un sitio determinado, a estas mismas no les queda más remedio que adecuarse a vivir con ellas y cuando ya ciegas, son parte de estas, perdidas en un mundo de miserias que no se alcanzan a notar. Se que son personas creyentes, pero no de esas que viven a dios, si no de esas que repiten a dios en todo, pero no le conocen, el mal cegando las propias casas de las ovejas y estas pérdidas, viviendo en sus miserias. Puede que sean felices así y mis palabras son solo observaciones de un tonto más que trata de escribir la verdad de dios, cuando la verdadera verdad suele ser propia y pocas veces compartida por el resto, da igual seguiré escribiendo este libro hasta que mi ser diga; ¡Basta! y Dios lo publique, si este libro está en tus manos y lo lees, es porque Dios así lo quiso… vzbudit
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Foto del autor Jonathan Ibarra Luman
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Descripción

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Palabras Clave: 5.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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