EN OTRO MUNDO (CUENTO-REFLEXIN)
Publicado en Dec 10, 2020
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EN OTRO MUNDO
“Es increíble todo lo que el amor hace”
“Todo lo que el amor hace es increíble”.
 
No le eran suficientes los valles. No le bastaban las verdes montañas y sus silenciosas cumbres; tampoco los animales y las graciosas flores de los campos; tampoco le llenaban los manantiales y la suave brisa de la mañana. Todos los hermosos dones de Madre Natura no cumplían con sus expectativas, porque él tenía puesta su atención en otras cosas.
Érase una vez un hombre al que poco le importaba lo que sucedía a su alrededor y que valoraba poco las cosas sencillas de la existencia. Por ejemplo, cuando una mariposa de hermosos y vivos colores volaba muy cerca de él, solía decir:
-         Bah, sus colores y su vuelo no tienen nada de extraordinario. Debe haber algo más interesante que esto.
Cuando los campos se vestían con motivo de la llegada de la primavera, el hombre veía todo aquel colorido y espectáculo, pero no se despertaba en él admiración alguna. Cuando el sol calentaba el suelo y hasta sus huesos, solía decir:
-         Pero qué sol tan fastidioso. Debe haber en el universo otra estrella que brille diferente al sol. Seguramente debe haberla. Es cuestión de buscarla y encontrarla.

Este hombre caminaba mucho por los campos en busca de algo que él  sentía que era necesario hallar, pero no sabía bien qué era. Un mediodía llegó a la orilla de una laguna. Y se quedó allí un buen rato viendo cómo se reflejaba su rostro en el agua. Notó, sin asombro, que la imagen que el agua le devolvía se parecía poco a él. Podría decirse que aquélla era un pálido reflejo de algo, de lo que él podría llegar a ser un día tal vez. Mientras miraba su rostro allí reflejado, las aves cantaban a su alrededor obsequiándole melodías dignas de aplausos, pero a él le molestaban más bien. No le gustaba esa música de las aves porque, según él, no sonaba como debía de ser. Y las abejas que estaban laborando y produciendo la rica miel en sus colmenas susurraban al aire bellas palabras, todas maravillosas, pero el hombre les gritaba:
-¡Dejen de gritar, abejas tontas! ¡Dejen de decir tonterías al aire! ¡Déjenme solo! ¡Déjenme solo, abejas tontas!
Y les dio la espalda a esas incansables trabajadoras. No le faltaron ganas de agarrar algunas piedras y lanzarlas directo a los panales. Pero se abstuvo de hacerlo y prosiguió su marcha. Caminó mucho, como un perdido. Y sus ojos vieron todo esto: las flores campestres que se abrían hermosas, sonrientes, siempre de buen humor, graciosas. Cada una de ellas era como una princesa en su reino, pero él no les respondía sino con la indiferencia. Vio los colibrís que visitaban las flores y les daban regalos a ellas. Vio también una laguna muy azul que le invitaba a bañarse en sus aguas, pero él le decía:
-         ¡No me quiero bañar en tus aguas! ¡No quiero que se me moje la ropa! Porque luego me tengo que cambiar de ropa, ésta mi ropa.
Vio también a las espigas que le saludaban con insistencia, pero él no las saludaba; quería despedirse de todas más bien. Vio también los caballos que corrían por el campo dando rienda suelta a sus instintos, haciendo gala de su libertad, pero el hombre decía para sí mismo:
-         Estos caballos tontos no se cansan de gastar toda su energía en dar carreras por el campo. Qué ganan con eso. Qué tontos son.
El tiempo pasó y las estaciones se relevaron unas a otras: el verano, que era cuando el sol se ponía aún más fastidioso para el hombre. Luego los árboles comenzaron a perder sus verdes cabellos hasta quedarse calvos y desnudos. Al hombre no le gustaba la desnudez y la calvicie de los árboles; le parecía algo horrible. El viento le hablaba muy de cerca, de modo que pudiera percibir su divino aliento, su fresco aliento, pero el hombre se cubría su rostro con sus manos. No le resultaba agradable que el viento le hablara porque, según él, le echaba a perder “la perfecta forma de su peinado” y además le decía cosas de lugares lejanos que no le interesaban. Así pasó mucho tiempo. Las estaciones se relevaron unas a otras.

Entonces un buen día, después del deshielo de los campos, estando el hombre sentado al pie de un árbol, se le planteó una disyuntiva en su mente: “O ser feliz, o no ser feliz”. Esto mismo se le presentó en su corazón de esta forma: “O gratitud, o ingratitud”. Si optaba por ser feliz, entonces las rosas le sonreirían al verlo pasar; los pájaros dejarían de construir sus nidos por un momento para cantarle dulces canciones; las mariposas de todos los colores volarían con más gracia que nunca; el sol sería mucho más rubio y sería un amigo divertido; las ardillas usarían las nueces y semillas como pelotas y jugarían muchos partidos amistosos de fútbol; las hormigas y termitas construirían la “Novena maravilla”; el eco de los valles no le asustaría, porque sólo oiría mensajes de amor y de paz. Al levantar su mirada, el cielo le regalaría siempre el azul más perfecto. Relámpagos y truenos sólo serían los anunciantes de una celebración; el viento le despojaría de todas sus tensiones, de todo su estrés, de todos sus miedos, de todos sus temores.

Pero, si en cambio, optaba por no ser feliz, entonces las rosas llorarían mucho y sus lágrimas las ahogarían; los pájaros seguirían construyendo sus nidos sin tomarlo en cuenta a él y le cantarían muy desafinados; las mariposas se negarían a adornar los aires con su vuelo; el sol se derretiría; las ardillas no desperdiciarían su tiempo jugando partidos amistosos; las hormigas y las termitas dejarían inconclusa la “Novena maravilla”; el eco de los valles le reprocharía, le intimidaría, le buscaría dondequiera que él se metiera. Al levantar su mirada, el azul del cielo siempre sería un azul impostor. Relámpagos y truenos serían sus verdugos y el viento le llenaría las manos y los ojos de polvo.
Pero, para inmensa fortuna de aquel hombre, y por alguna extraña razón, hubo un momento de luz en su mente, que fue también un instante de brillo para su corazón y el hombre decidió, sin más espera, que debía escoger la primera de las opciones. Y entonces, después de algún tiempo, un buen día, ocurrió lo siguiente:
Ya le eran suficientes los valles. Le bastaban las verdes montañas y sus silenciosas cumbres y los animales y las graciosas flores de los campos y los manantiales y la suave brisa de la mañana. Ya no había soledad en aquellos paisajes, en aquellas latitudes. Todos los hermosos regalos de Madre Natura cumplían ahora con sus expectativas. El hombre, al fin, como iluminado por una estrella, había puesto su atención en aquellas cosas más sencillas, en aquello que da vida al alma y la robustece en todo tiempo, aquello que da vida a la vida, y ya él no se quejaba más como antes. Ya el hombre, estando en este mundo, había comenzado a “Vivir en otro mundo”
 
Autor: Ibrahim E. Fajardo
Diciembre 2020.          
EN OTRO MUNDO cuento reflexion -
CC by-nc-nd 4.0 -
Ibrahim Fajardo Muñoz

 
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Descripción

Un cuento-reflexin de mi inspiracin. Inspirado en algunas frases que siempre dicen: "EN OTRO MUNDO".

Palabras Clave: relato cuento reflexin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Moraleja & Fbula


Creditos: Ibrahim Fajardo

Derechos de Autor: Ibrahim Fajardo


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