La Prgola de las Flores, Tomasito y su Rancho.
Publicado en Oct 17, 2020
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Todos deben acordarse en nuestro país de la tan querida comedia musical La Pérgola de las Flores, que narra las peripecias de las floristas de San Francisco antes de que la Alameda se convirtiera en el infierno que vemos desde hace muchos años.
La Carmelita, que llega de San Rosendo a vivir a la ciudad al amparo de su madrina doña Rosaura San Martín, pergolera y líder de ese grupo que protestaba junto con sus colegas, la coqueta doña Charo y doña Ramona, porque les querían demoler la pérgola, movimiento al que se plegaban los estudiantes que ya por esos años se dejaban llevar por esa información genética casi ancestral que los ha hecho desde siempre eludir clases para meterse en cosas distintas de lo que es aprender en las aulas; doña Laura Larraín, vieja alcahueta que lo único que quería era que alguien tomara en cuenta a su hijo Pimpín que era más tonto que un pollo; el alcalde Alcibíades, a quien se le caía el rial por la Laurita, don Carlucho su hijo y Tomasito, un huaso bonachón de Limache que pretendía a la Carmelita.
Bueno, ocurre que todas las parafernalias de esta pléyade de personajes que se debaten al son de la música de don Francisco Flores del Campo y que recitan los versos de doña Isidora Aguirre en la obra, parafernalias y personajes que nos imaginábamos que eran producto de la imaginación de sus creadores, son absolutamente reales. O sea, estaríamos frente a una crónica en lugar de una comedia. Lo digo porque me tocó, por esas cosas de la vida, tener acceso a archivos de la Biblioteca Nacional en los cuales se detallan pormenores que no son narrados en la crónica que vio la luz, pero que sí son narrados con detalle en los escritos mencionados.
“Tengo mi rancho en el cerro entre un sauce y un rosal…” le cantaba Tomasito a la Carmela en su rueda seductora… “… tengo mi perro el Fortuna (¿el Fortuna? le interrogaba ella mientras lo miraba con miradas de esas miradas que despiertan instintos primitivos…) y mi caballo alazán…” se entregaba el pobre huaso “… tengo un arroyo que canta mientras me riega el trigal (ella: ¡qué bonito será!)… pero no estoy muy contento, pues no tengo a quien amar…” terminándola de guanear.
Bueno, la narrativa de la obra coincide en términos generales con lo encontrado en la biblioteca, pero algunos detalles reales nos dan una perspectiva algo distinta de los sucesos.
En primer lugar, se lee que doña Laura, que se resistía a perder la resistencia ante los acosos de don Alcibíades, no fue tan así, ya que se describen encuentros íntimos secretos previos entre ambos, no con mucho detalle tengo que confesar, los cuales no fueron dados a luz por razones obvias, hay que ubicarse en el contexto cultural del Santiago de la época… ¿se imaginan el medio escándalo?... Se narra que cuando Tomasito (que falleció muy pronto) y la Carmelita hacen su vida juntos en el soñado rancho de Limache (¿quién no soñó al escuchar la canción, con ese rancho en el cerro, con la luna y los trinos de amanecer?) su vida no fue de las más idílicas, pues la Carmela se reía en las filas; se destaca que ella se vino a vivir a la ciudad porque sus padres la tuvieron que mandar donde su Madrina para evitar todo un lío con los huasos ladinos de San Rosendo que, cuando ella se acicalaba (y eran bien recurrentes sus acicalamientos), no eran precisamente empujones lo que le plantaban; de hecho, hay una entrevista a don Carlucho en el archivo de la revista Zig-Zag, en la que él cuenta cosas que un caballero no debe contar, lo cual fue tan mal visto, que los editores de este semanario decidieron no publicar nada. El Fortuna, se cuenta que se murió muy luego, pero no de viejo… de pena se murió, al ver que la ex doncella convirtió al caballo alazán en charqui.
Al monsieur Pierre, que todos pensábamos que era fleto, lo sorprendieron sus asistentes con la prostituta de las Tonadas de Media Noche en la peluquería y se armó el escándalo, llegaron los estudiantes y le quemaron su local, en una especie de premonición de algo que se iba a hacer una costumbre muchos años después.
Don Alcibíades, que como se sabe, finalmente desposó a doña Laura, no aguantó mucho tiempo porque la vieja era de tiro largo y paró la chala ligerito, haciéndola viuda por segunda vez y con harta plata producto de las movidas del alcalde en la municipalidad, lo que nos hace pensar que esto de las corrupciones y los corruptos no son de hoy no más.
Varios otros temas se narran en los escritos pero creo que, en lo principal, he tocado lo más trascendente para que os forméis una opinión más adecuada de los hechos y podáis emitir un juicio más acorde con la historia.
En resumen, nuestra tan querida comedia musical que terminaba tan alegre, a la luz de estas revelaciones se nos convierte casi en una ópera por lo triste, lo cual no es poca cosa.
¿Quién se lo habría imaginado? ¡Una ópera chilena…!
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Descripción

Entretelones de La Prgola de Las Flores.

Palabras Clave: La Prgola de las Flores comedia musical Carmelita Tomasito.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Humor



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