En la península Goasisira hay un animal de peculiar estar en el camino natural, anda cerca de las características comunes de los animales, más sin embargo,  en vida y comportamiento, camina más bien lejos de ésta: Con patas delanteras largas y delgadas, y con las traseras, cortas y gordas; el hocico que embotella cual jarra de rabo quebrado sobre superficie lisa, está llena de cabellos llanos y secos como los de una escoba; sobre su espalda, empinadas unas púas extrañas de color marrón. (Bup-tuabarú) nombre que las tribus nativas del lugar le dieron. Significa “burlón”. Cuando arroja sus púas, incrustándose en el afectado emplazamiento, las cosas toman un ligero cambio argumental –según, claro está, las normas de la materia misma- ya que el pinchazo instantáneo, al contacto, causa una parálisis –vuelvo y repito. No es una parálisis común. Las leyes conocidas de la biología, física y cualquier ciencia de estudio, son quebradas por el “Bup-tuabarú”- se detiene lo que la punta toca: si roza un río en movimiento, el agua se detiene; si roza un huevo, el huevo nunca crece; si pincha tú cabeza, o la de cualquier ser racional, las ideas se incrustan en tu juicio, reflexión e inteligencia. Hay reportes de topos que nunca han dejado de cavar, de lobos que nunca han dejado de comer, de personas que nunca han dejado de dudar. El “Bup-tuabarú” es peligroso y más cuando te das cuenta de su malévola naturaleza, porque cuando un “Bup-tuabarú” se pincha a sí mismo la cabeza, éste no deja de reír.