Mientras más envejezco, más consciente estoy de lo corta que es la vida y de que es más fácil y saludable vivirla cuando te rodeas de personas alegres con pensamientos e ideas positivas y evitar, dentro de lo posible, el tener relaciones y situaciones, tóxicas, dramáticas, conflictivas y estresantes. 
 
Mientras más envejezco más cuenta me doy de que no existe en este mundo riqueza más grande  que tener tranquildad de espíritu y de corazon, y no permitir que nada ni nadie perturbe esa paz y esa tranquilidad interior. Por lo que cada dia que despierto, le doy gracias a Dios.
 
Mientras más envejezco, más aprecio todo lo que la vida me ha dado y a nunca quejarme por nada, ya que la vida me ha regalado mucho más de lo que yo alguna vez imaginé, y porque al mirar a mi alrededor, veo que hay otras personas que tienen mucho menos de lo que yo poseo y aún viven y son felices.
 
Mientras más envejezco, más comprendo que nunca podré satisfacer a todo el mundo, pero si a aquellas personas que me conocen bien y que me valoran y aprecian, porque quien sabe lo que siembra, no le teme a lo que ha de cosechar.
 
Mientras más envejezco, más entiendo que nunca debo preocuparmer por cosas o situaciones que yo no puedo cambiar ni controlar, ya que todo problema y crisis tienen sus soluciones y siempre terminan dejandonos grandes enseñanzas y aprendizajes.
 
Mientras más envejezco, menos le temo a la muerte porque he comprendido que la tragedia de la vida no es la muerte sino el dejar de vivir, soñar, amar, reir o dejar morir todos esos sentimientos y emociones positivas que llevamos dentros de nosotros mientras vivimos.