Hace cincuenta años se inauguró el Mundial de Futbol México 70
Publicado en Jun 02, 2020
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Por Roberto Gutiérrez Alcalá
 
El domingo 31 de mayo de 1970, desde temprana hora, miles y miles de personas de todas las edades –muchas de ellas con enormes sombreros de palma en la cabeza– ingresaron en el Estadio Azteca, al sur de la capital del país, para ocupar su respectivo lugar en los palcos, plateas y tribunas del máximo escenario del futbol mexicano.
Poco menos de seis años antes, el 8 de octubre de 1964, México había ganado, por cincuenta y seis votos contra treinta y dos de Argentina, la sede del IX Campeonato Mundial de Futbol, en una elección organizada por la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) en Tokio, Japón.
En el partido inaugural de este torneo disputado por vez primera en tierras norteamericanas, la selección anfitriona, comandada por su entrenador, Raúl Cárdenas, se enfrentaría a la de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Ambas selecciones, junto con las de Bélgica y El Salvador, integraban el Grupo 1, cuya sede era la Ciudad de México. Los otros tres grupos estaban conformados de la siguiente manera: 2: Italia, Uruguay, Suecia e Israel (Toluca-Puebla); 3: Brasil, Inglaterra, Rumania y Checoslovaquia (Guadalajara); y 4: Alemania Federal, Perú, Bulgaria y Marruecos (León).
La ceremonia de inauguración comenzó. Ante ciento siete mil enfebrecidos espectadores, cadetes de la Escuela Naval Antón Lizardo desfilaron con la bandera de cada una de las dieciséis selecciones nacionales participantes, seguidos por grupos de once niños con sus correspondientes uniformes.
A continuación salieron al campo las selecciones de México y la URSS, así como el árbitro y los dos abanderados elegidos para ese encuentro, y todos se formaron en línea frente a un templete ubicado a unos cuantos metros de distancia de ellos.
Luego de algunas palabras protocolarias pronunciadas por Sir Stanley Rous, presidente de la FIFA, Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México, declaró “solemnemente inaugurado el IX Campeonato Mundial de Futbol Copa Jules Rimet”.
La rechifla no se hizo esperar, pero al cabo de unos segundos se disipó porque del foso que rodea la cancha empezaron a ascender hacia el cielo decenas de racimos de globos multicolores... Una vez cumplido el protocolo oficial, todo estaba listo para que el juego principiara.
 
Tres oportunidades de gol
Por México jugarían: en la portería, Ignacio el Cuate Calderón; en la defensa, Gustavo el Halcón Peña (capitán), Mario el Pichojos Pérez, Guillermo el Campeón Hernández, José Vantolrá y Javier el Kalimán Guzmán; en el medio campo, Héctor Pulido y Mario Velarde; y en la delantera, Horacio López Salgado, Javier el Cabo Valdivia y Javier el Chalo Fragoso.
Por la URSS alinearon: en la portería, Anzor Kavazashvili; en la defensa, Vladimir Kaplichni, Evgeny Lovchev, Gennadi Logofet y Albert Shesternyov (capitán); en el medio campo, Kakhi Asatiani, Vladimir Muntyan y Viktor Serebryanikov; y en la delantera, Anatoly Bishovets, Gennadi Yevryuzhikhin y Givili Nodiya.
En punto de las doce horas, bajo un sol candente en extremo, el árbitro alemán Kurt Tschenscher dio el silbatazo inicial. La URSS puso en movimiento el balón.
En el primer tercio del partido, una pelota rechazada por un defensor de la URSS fue tomada por Velarde, quien con la pierna izquierda lanzó un centro cruzado hacia el área soviética; entonces, López Salgado se le adelantó a Logofet y, después de que el esférico rebotó en el pasto, lo cabeceó “de palomita” en dirección del arco enemigo, pero el portero Kavazashvili, siempre atento a la jugada, lo apresó con sus manos en medio del alarido del público.
Más tarde, el Pichojos Pérez robó un balón por la banda izquierda, corrió varios metros y lanzó otro centro cruzado al área soviética; sin embargo, a pesar de su espectacular vuelo, el Chalo Fragoso no pudo hacer contacto con la pelota.
Hacia el minuto treinta, Asatiani se convirtió en el primer jugador de la historia de los mundiales en ser amonestado con una tarjeta amarilla por haberle cometido una falta muy fuerte a Velarde.
Y en el minuto cuarenta y seis se produjo el primer cambio en la historia de los mundiales: Anatoli Punzach entró en el terreno de juego por Serebrjanikov (hasta el mundial anterior –celebrado en Inglaterra, en 1966–, el portero era el único jugador que podía ser sustituido en caso de lesión).
Durante el segundo tiempo, igualmente tenso y trabado, hubo una jugada que le puso los pelos de punta a los aficionados de casa: Bishovets recibió un pase de espaldas a la cabaña del Cuate Calderón, giró y emprendió la carrera perseguido por Velarde; un poco antes de la media luna, el mexicano estiró una pierna y, quizá sin querer, le propinó un puntapié al esférico, que salió del campo rozando el poste derecho de la portería mexicana.
En el minuto sesenta y seis, Vitali Khmelnitski sustituyó a Nodiya; y en el sesenta y siete, Antonio Munguía a Velarde.
México todavía tendría otra oportunidad de anotar un gol, cuando el Pichojos Pérez cobró una falta desde la banda izquierda. Kavazashvili, López Salgado y el Halcón Peña se alzaron en el aire, buscando la pelota, y aunque este último logró cabecearla, salió por encima de la cabaña soviética.
Al final, el cero a cero dejó insatisfechos a los expectadores, incluso a los televidentes de todo el mundo que veían por vez primera un juego mundialístico a color. No obstante, la alegría por el arranque del IX Campeonato Mundial de Futbol era incontenible, arrolladora.
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Foto del autor Roberto Gutiérrez Alcalá
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